/ lunes 4 de diciembre de 2023

Pedro y los lobos | “Por eso, la gente no vota”


Víctor Ernesto tiene 51 años, su abdomen topa con el volante y los lentes con la punta de la nariz. Hace 4 años es chofer de Uber. Era agente vendedor de medicinas.

Tiene la máxima calificación que dan los usuarios. Ha realizado más de 5 mil viajes en un limpiecito Vento blanco que carga 165 mil kilómetros en el motor. Víctor Ernesto algo les habrá escuchado a los ciudadanos que trae y lleva. Todos los días hace una encuesta.
Tiene 2 hijos. El mayor tendría que votar en el 2024 por primera vez, y no ha podido darle una respuesta certera a la pregunta del adolescente: ¿Por quién votar?

“No sé qué decirle y me preocupa. Otra vez terminaremos votando por el menos malo”, sentencia.

Dice que tenía grandes expectativas con Xóchitl Gálvez, pero ya no lo emociona. Se le derrumbó.

“La tal X no sale de su discurso que vendió gelatinas. Muy infantil. Debería estarnos diciendo cómo cambiará al país. Es más grosera qué efectiva… ya no levanta. Le quieren construir una historia que no tiene”.

En 2018, harto de la corrupción del PRIAN, sumó su voto a la victoria aplastante de Andrés Manuel López Obrador.

Le gustaba percibir ese miedo que le tenían las élites políticas y económicas a que un presidente de izquierda condujera la segunda economía más grande de América Latina.

Aunque sus padres reciben pensión del Bienestar, su gallo después de 5 años lo comienza a decepcionar.

Le parece caprichoso. Terco y mentiroso. Percibe corrupción, pero le reconoce aciertos.

Le cree que la gasolina será más barata cuando funcione ‘Dos Bocas’. También que la estabilidad del dólar es su logro, y que la inversión extranjera (en 5 años de AMLO) creció al doble. Aplaude el aumento del Salario Mínimo, y que les cobre a los ricos los impuestos que antes no pagaban.

Le lastima la creciente inseguridad, los miles de muertos y desaparecidos. La sumisión del Ejército a cambio de poder.

La pérdida del Seguro Popular y el fraude a Segalmex, que dobla en monto aquella Estafa Maestra de Enrique Peña Nieto.

Víctor Ernesto frena. No se pasa el rojo. Voltea y dice que regresó a la oposición.

Pero no sabe dónde colocarse políticamente hoy. Los partidos y sus líderes lo decepcionan. Todos.

“¿A poco usted dejaba encargada su casa con el “Alito” Moreno? Verdad que no. Se robó todo cuando fue gobernador de Campeche. En su mansión, hasta el perro tenía aire acondicionado”.

Lo que busca “Alito” es poder y fuero, repitiendo como diputado, señala.

“Usó a Xóchitl. Engaña a todos, ya les agandalló las candidaturas el lenteja (sic) de Marko Cortés”.

A la Sheinbaum la ve presidenta porque hay 30 millones de hogares que reciben ayuda de la 4T, y no cambiarán su voto, “porque nadie nos emociona, ni nos da esperanza. Mejor recibir lo seguro, ¿para que le cambian uno?”.

Hay 4 de cada 10 mexicanos con credencial para votar y no lo hacen. No lo hicieron en 2018.

El INEGI señala que sólo el 17% de los jóvenes entre 18 y 29 votaron en esos mismos comicios.

¿Por quién tendría que decirle Víctor Ernesto a su hijo que valdría la pena votar?

¿Por qué casi 8 de cada 10 jóvenes no van a las urnas?

Lo define un Víctor Ernesto, que nunca hizo sonar el claxon (durante el trajín del viaje) en una capital convulsa e intensa: “Hay una ciudadanía que tiene una esperanza que nadie llena”.

Servido joven… “por eso la gente no vota”.


  • X e Instagram: @pedropablotr



Víctor Ernesto tiene 51 años, su abdomen topa con el volante y los lentes con la punta de la nariz. Hace 4 años es chofer de Uber. Era agente vendedor de medicinas.

Tiene la máxima calificación que dan los usuarios. Ha realizado más de 5 mil viajes en un limpiecito Vento blanco que carga 165 mil kilómetros en el motor. Víctor Ernesto algo les habrá escuchado a los ciudadanos que trae y lleva. Todos los días hace una encuesta.
Tiene 2 hijos. El mayor tendría que votar en el 2024 por primera vez, y no ha podido darle una respuesta certera a la pregunta del adolescente: ¿Por quién votar?

“No sé qué decirle y me preocupa. Otra vez terminaremos votando por el menos malo”, sentencia.

Dice que tenía grandes expectativas con Xóchitl Gálvez, pero ya no lo emociona. Se le derrumbó.

“La tal X no sale de su discurso que vendió gelatinas. Muy infantil. Debería estarnos diciendo cómo cambiará al país. Es más grosera qué efectiva… ya no levanta. Le quieren construir una historia que no tiene”.

En 2018, harto de la corrupción del PRIAN, sumó su voto a la victoria aplastante de Andrés Manuel López Obrador.

Le gustaba percibir ese miedo que le tenían las élites políticas y económicas a que un presidente de izquierda condujera la segunda economía más grande de América Latina.

Aunque sus padres reciben pensión del Bienestar, su gallo después de 5 años lo comienza a decepcionar.

Le parece caprichoso. Terco y mentiroso. Percibe corrupción, pero le reconoce aciertos.

Le cree que la gasolina será más barata cuando funcione ‘Dos Bocas’. También que la estabilidad del dólar es su logro, y que la inversión extranjera (en 5 años de AMLO) creció al doble. Aplaude el aumento del Salario Mínimo, y que les cobre a los ricos los impuestos que antes no pagaban.

Le lastima la creciente inseguridad, los miles de muertos y desaparecidos. La sumisión del Ejército a cambio de poder.

La pérdida del Seguro Popular y el fraude a Segalmex, que dobla en monto aquella Estafa Maestra de Enrique Peña Nieto.

Víctor Ernesto frena. No se pasa el rojo. Voltea y dice que regresó a la oposición.

Pero no sabe dónde colocarse políticamente hoy. Los partidos y sus líderes lo decepcionan. Todos.

“¿A poco usted dejaba encargada su casa con el “Alito” Moreno? Verdad que no. Se robó todo cuando fue gobernador de Campeche. En su mansión, hasta el perro tenía aire acondicionado”.

Lo que busca “Alito” es poder y fuero, repitiendo como diputado, señala.

“Usó a Xóchitl. Engaña a todos, ya les agandalló las candidaturas el lenteja (sic) de Marko Cortés”.

A la Sheinbaum la ve presidenta porque hay 30 millones de hogares que reciben ayuda de la 4T, y no cambiarán su voto, “porque nadie nos emociona, ni nos da esperanza. Mejor recibir lo seguro, ¿para que le cambian uno?”.

Hay 4 de cada 10 mexicanos con credencial para votar y no lo hacen. No lo hicieron en 2018.

El INEGI señala que sólo el 17% de los jóvenes entre 18 y 29 votaron en esos mismos comicios.

¿Por quién tendría que decirle Víctor Ernesto a su hijo que valdría la pena votar?

¿Por qué casi 8 de cada 10 jóvenes no van a las urnas?

Lo define un Víctor Ernesto, que nunca hizo sonar el claxon (durante el trajín del viaje) en una capital convulsa e intensa: “Hay una ciudadanía que tiene una esperanza que nadie llena”.

Servido joven… “por eso la gente no vota”.


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