En el reciente primer debate presidencial en México, la escena política se convirtió en un escenario de confrontación, donde las ideas y los planes de gobierno fueron sometidos a un escrutinio público. Sin embargo, lo que resulta preocupante es la aparente indiferencia de la mayoría de la población hacia este crucial ejercicio democrático. En un país con una población apta para votar de 99 millones de personas, solo 13 millones sintonizaron el debate. Esta baja participación refleja una falta de valoración hacia uno de los pilares fundamentales de la democracia: el intercambio de ideas y propuestas entre candidatos.
En una sociedad democrática, es esencial que los ciudadanos estén informados y participen activamente en el proceso político. Los debates presidenciales ofrecen una oportunidad única para que los candidatos presenten sus visiones para el país, respondan a preguntas difíciles y contrasten sus propuestas entre sí. Sin embargo, cuando la mayoría de la población opta por ignorar estos momentos cruciales, se socava el proceso democrático en su conjunto.
Es necesario reflexionar sobre las razones detrás de esta apatía hacia la política. ¿Es el resultado de una falta de interés genuino en los asuntos públicos, o es un reflejo de la desconfianza generalizada en el sistema político? Sea cual sea la causa, el resultado es el mismo: una sociedad desinformada y desinteresada en participar en la toma de decisiones que afectan su futuro.
En el debate presidencial, quedó claro que algunos candidatos recurrieron a la tergiversación y la falsedad para respaldar sus argumentos, declaraciones y propuestas. Es especialmente preocupante que la candidata Claudia Sheinbaum destacara como la más propensa a mentir y engañar al público. En un momento en que la transparencia y la honestidad son más importantes que nunca en la política, este comportamiento es inaceptable.
Por otro lado, la valentía de Xóchitl Gálvez merece ser reconocida. En un ambiente lleno de acusaciones y ataques, Gálvez se mantuvo firme en la defensa de sus propuestas y principios. Su compromiso con la verdad y su enfoque en propuestas concretas la destacaron como una voz necesaria en el panorama político actual.
En estos ejercicios democráticos, es crucial recordar que el verdadero valor reside en el contenido de las propuestas y argumentos presentados por los candidatos, más que en su forma de expresarse o su desenvoltura en el escenario. Si bien es comprensible que los candidatos puedan sentirse nerviosos ante la magnitud y la importancia de un debate presidencial, lo esencial es que sus ideas sean claras, coherentes y fundamentadas en datos y principios sólidos. En lugar de centrarnos únicamente en la apariencia o la desenvoltura verbal de los participantes, debemos priorizar la evaluación del contenido de sus propuestas y la coherencia de sus argumentos. Después de todo, lo que realmente importa no es cómo se presentan las ideas, sino su viabilidad y su capacidad para abordar los desafíos y necesidades del país.
En última instancia, el debate presidencial confirmó lo que muchos ya sospechábamos: esta es una contienda entre la continuidad hacia el deterioro, la corrupción y los malos resultados con la 4T de Claudia Sheinbaum, o la oportunidad de un cambio hacia un México sin miedo. Es hora de que como sociedad reconozcamos el valor de estos ejercicios democráticos y nos comprometamos a participar activamente en la construcción de nuestro futuro colectivo. La democracia no puede prosperar si no la valoramos y defendemos como ciudadanos comprometidos.
*DIPUTADO LOCAL PRI