/ martes 10 de marzo de 2020

Tolerancia, amor y educación

Amo a mis hombres porque ellos han demostrado valentía, sensatez y madurez en sus actos y decisiones

Soy reportera de sociales hace 34 años, pero también soy hija, madre, esposa, amiga, soy mujer y más del 50 por ciento de la gente con la que convivo es mujer, no porque sea feminista, es porque así se ha presentado mi vida. Amo a mis hombres, tengo hijos, esposo, hermano, sobrinos, amigos y mi gran pilar, mi adorado padre. De todos ellos he aprendido muchos de los valores que hoy cargo como bandera personal, como el respeto, la tolerancia y el agradecimiento y con ellos he sido muy feliz; por eso hoy me siento vulnerable con lo que vivimos en el mundo y en nuestro querido México, y me pregunto ¿qué nos pasó?, ¿por qué la educación nos llegó con códices incorrectos?, ¿Por qué hoy tenemos que vivir con miedo?, ¿por qué no puedo dormir si mis mujeres no han llegado a casa? .

Cuando lo pienso, cuando lo medito y logro tocar una milésima parte de mi ser, no encuentro guerra entre sexos, no hay odio, no hay rencor, no hay “empoderamiento” como ahora lo llaman, pero al abrir los ojos la realidad es otra, no entiendo por qué tanta maldad en los seres, ¿por qué lastimar personas indefensas sea hombre o mujer? y ¿Qué le lleva a sacudir toda su malicia a una persona de quien se puede ver espejeada su propia madre o hermana?. Realmente son situaciones que no alcanzo a comprender. Estoy convencida que cada uno en esta vida, trabaja haciendo su propia película, la cual corregimos, editamos, añadimos y quitamos, la mayoría en busca de llegar a un final armónico y feliz; pero la realidad es que también está el otro lado, los que prefieren las películas de terror. ¿Qué habrán vivido para ser hoy las personas que son?, me pregunto.

Crecí en una familia de siete, cinco mujeres y dos hombres; mientras estuvimos juntos ya que mis padres son divorciados desde que yo era pequeña, fuimos felices en una ciudad como México que no percibía tanta inseguridad, aunque si fui víctima de acoso a mi corta edad son cosas que pude superar. Desde entonces en casa nos enseñaron a respetarnos, mi madre mostró a mi único hermano a hacer labores que supuestamente solo hacían las mujeres y a las cuatro mujeres también nos enseñó el trabajo de un hombre, ¡claro! Todo de acuerdo a nuestra edad. Hoy en día mi hermano sin problema plancha, lava y así educó a sus hijos; mientras que nosotras sabemos poner un clavo en la pared, pintar la casa, tapar hoyos y valernos por nosotras mismas.

Amo a mis hombres, lo repito y lo subrayo, porque cada uno de ellos me ha mostrado su valentía ante las vicisitudes a las que se han presentado en temas de salud, educación y de vida, ellos son los primeros en darme la gran lección; crecieron escuchando mis letanías para ayudarlos a encontrar su propia felicidad, guiarlos a ser buenos seres humanos, realizados y exitosos, hoy recibido de ellos, de los tres hombres y mujer, lo que llamo la luz que fluye y que me llena de paz. Sé que tengo una misión y aunque no la conozco con exactitud, y sabiendo que no soy perfecta, pero sí valiente, luchona y con aspiraciones, me siento agradecida de haber estado con mis hijos y verlos crecer, "sacrificando" (entre comillas) años de trabajo en la profesión que tanto me apasiona, pero no me arrepiendo porque se que haberlos visto crecer, aunque no es garantía, los ayudé, sin duda alguna a encontrar su propio camino, los eduqué en valores y juntos disfrutamos de su increíble infancial, ahora viendolos felices y realizados en su propia vida. Estoy orgullosa de haber contribuido en su proceso de vida y ser parte de su película, al no haber formado un macho con “m” de mamá.

En el tema del maltrato a la mujer, que es por lo que hoy escribo, me cuesta creer que existan tantas mujeres que no puedan salir adelante y peor tantito que no se den cuenta de lo que están viviendo. Conozco una situación muy de cerca, donde ella no encuentra el sentido en su vida si él no está, sin importarle cuan malo es, cuánta agresión recibe verbal, psicológica y física, ella sigue ahí y me pregunto ¿dónde está la madre de ese que se dice hombre?, por eso mi documento va relacionado a la educación que se recibe desde chico.

Tolerancia, es una palabra muy fuerte, una palabra difícil de sentir, pero desde mi apreciación es lo que necesitamos trabajar. Tolerancia a las manifestaciones, a las preferencias sexuales, a los hombres y a las mujeres. Sin duda, me uno al día de visualizar la ausencia de la mujer, a amanera de protesta, por amor a mis hijas, a mis hermanas, a mi hermosa madre, a mis amigas, a todas ellas que ya no están, por las lágrimas de todas las madres que sufren y por supuesto me uno por el amor a los hombres respetuosos, sensatos y valientes.

Soy reportera de sociales hace 34 años, pero también soy hija, madre, esposa, amiga, soy mujer y más del 50 por ciento de la gente con la que convivo es mujer, no porque sea feminista, es porque así se ha presentado mi vida. Amo a mis hombres, tengo hijos, esposo, hermano, sobrinos, amigos y mi gran pilar, mi adorado padre. De todos ellos he aprendido muchos de los valores que hoy cargo como bandera personal, como el respeto, la tolerancia y el agradecimiento y con ellos he sido muy feliz; por eso hoy me siento vulnerable con lo que vivimos en el mundo y en nuestro querido México, y me pregunto ¿qué nos pasó?, ¿por qué la educación nos llegó con códices incorrectos?, ¿Por qué hoy tenemos que vivir con miedo?, ¿por qué no puedo dormir si mis mujeres no han llegado a casa? .

Cuando lo pienso, cuando lo medito y logro tocar una milésima parte de mi ser, no encuentro guerra entre sexos, no hay odio, no hay rencor, no hay “empoderamiento” como ahora lo llaman, pero al abrir los ojos la realidad es otra, no entiendo por qué tanta maldad en los seres, ¿por qué lastimar personas indefensas sea hombre o mujer? y ¿Qué le lleva a sacudir toda su malicia a una persona de quien se puede ver espejeada su propia madre o hermana?. Realmente son situaciones que no alcanzo a comprender. Estoy convencida que cada uno en esta vida, trabaja haciendo su propia película, la cual corregimos, editamos, añadimos y quitamos, la mayoría en busca de llegar a un final armónico y feliz; pero la realidad es que también está el otro lado, los que prefieren las películas de terror. ¿Qué habrán vivido para ser hoy las personas que son?, me pregunto.

Crecí en una familia de siete, cinco mujeres y dos hombres; mientras estuvimos juntos ya que mis padres son divorciados desde que yo era pequeña, fuimos felices en una ciudad como México que no percibía tanta inseguridad, aunque si fui víctima de acoso a mi corta edad son cosas que pude superar. Desde entonces en casa nos enseñaron a respetarnos, mi madre mostró a mi único hermano a hacer labores que supuestamente solo hacían las mujeres y a las cuatro mujeres también nos enseñó el trabajo de un hombre, ¡claro! Todo de acuerdo a nuestra edad. Hoy en día mi hermano sin problema plancha, lava y así educó a sus hijos; mientras que nosotras sabemos poner un clavo en la pared, pintar la casa, tapar hoyos y valernos por nosotras mismas.

Amo a mis hombres, lo repito y lo subrayo, porque cada uno de ellos me ha mostrado su valentía ante las vicisitudes a las que se han presentado en temas de salud, educación y de vida, ellos son los primeros en darme la gran lección; crecieron escuchando mis letanías para ayudarlos a encontrar su propia felicidad, guiarlos a ser buenos seres humanos, realizados y exitosos, hoy recibido de ellos, de los tres hombres y mujer, lo que llamo la luz que fluye y que me llena de paz. Sé que tengo una misión y aunque no la conozco con exactitud, y sabiendo que no soy perfecta, pero sí valiente, luchona y con aspiraciones, me siento agradecida de haber estado con mis hijos y verlos crecer, "sacrificando" (entre comillas) años de trabajo en la profesión que tanto me apasiona, pero no me arrepiendo porque se que haberlos visto crecer, aunque no es garantía, los ayudé, sin duda alguna a encontrar su propio camino, los eduqué en valores y juntos disfrutamos de su increíble infancial, ahora viendolos felices y realizados en su propia vida. Estoy orgullosa de haber contribuido en su proceso de vida y ser parte de su película, al no haber formado un macho con “m” de mamá.

En el tema del maltrato a la mujer, que es por lo que hoy escribo, me cuesta creer que existan tantas mujeres que no puedan salir adelante y peor tantito que no se den cuenta de lo que están viviendo. Conozco una situación muy de cerca, donde ella no encuentra el sentido en su vida si él no está, sin importarle cuan malo es, cuánta agresión recibe verbal, psicológica y física, ella sigue ahí y me pregunto ¿dónde está la madre de ese que se dice hombre?, por eso mi documento va relacionado a la educación que se recibe desde chico.

Tolerancia, es una palabra muy fuerte, una palabra difícil de sentir, pero desde mi apreciación es lo que necesitamos trabajar. Tolerancia a las manifestaciones, a las preferencias sexuales, a los hombres y a las mujeres. Sin duda, me uno al día de visualizar la ausencia de la mujer, a amanera de protesta, por amor a mis hijas, a mis hermanas, a mi hermosa madre, a mis amigas, a todas ellas que ya no están, por las lágrimas de todas las madres que sufren y por supuesto me uno por el amor a los hombres respetuosos, sensatos y valientes.

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