/ jueves 14 de octubre de 2021

"Batió sus alas el agua". Querétaro: octubre de 1738

Cartografía del tiempo y la memoria


Con los encharcamientos, inundaciones y otros avatares que la tormentosa temporada de lluvias ha traído a nuestra región, hay muchas reflexiones y asuntos de los que debiéramos ocuparnos. En planeación urbana, aprovechamiento del agua a través de un sistema hidráulico con tecnología actual y por supuesto la infraestructura para el abasto eficiente -entre otros-. Comparto algunos trazos donde se puede advertir la lucha por el agua en otro momento histórico de nuestra ciudad.

Los indios que habitaban en los barrios se quejaban de haber sido despojados por los españoles, criollos y administradores conventuales. Para facilitar la convivencia se establecieron disposiciones relativas al reparto de aguas; realizadas en 1654. Después de un litigio se establecieron reglas en el último tercio del siglo XVII y primero del XVIII. Las condiciones cambiaron por diversas circunstancias, una de ellas fue el incremento notable de la población y el otorgamiento de nuevas mercedes para uso fabril. La ciudad colapsó; los vecinos se enfrentaron a problemas tales como los encharcamientos en las calles, estiércol y basura de caballerizas arrojados a cielo abierto o en acequias, lo que originaba mal olor y enfermedades. Las ciénagas eran usadas como abrevaderos; los obrajes, tenerías, curtidurías y trapiches con tintes y otros productos habían contaminado el agua. También se reportaban animales muertos en las acequias. [Urquiola: 2013].

La solución para una población que, en el siglo XVI era de mil habitantes y para el siglo XVIII se calculaba en cuarenta y seis mil, era introducir agua potable. Algunos argumentos eran: la insuficiencia de los pozos artesianos, la captación de agua pluvial por medio de cisternas satisfacía solamente a una mínima parte de la población. Además, el reparto de los aguadores para cubrir las necesidades de los vecinos era insuficiente y en ocasiones, el servicio era caro. Finalmente, conociendo la problemática, el virrey ordenó al corregidor buscar un manantial que suministrara agua a la próspera y opulenta Muy Noble y Leal Ciudad. [Loyola: 2013]. Para el año de 1721, en San Pedro de la Cañada se realizó un reconocimiento y "vista de ojos" en compañía de las autoridades, determinándose que los mejores veneros eran los del Ojo de Agua del Capulín. El agua sería conducida a pilas públicas que se dispondrían en la Plaza Mayor y en la Plaza de San Francisco.

El proyecto inicial tenía previsto que por medio de una atarjea se trasportara el agua al Cerro de Carretas y a través de 108 arcos de cal y canto depositarla en la caja que se construiría en la posa de la Santa Verónica (Actual esquina de Av. 5 de mayo con calle Pasteur). El costo estimado era de 20 mil pesos [Urquiola: 2013]. En 1724 Juan Antonio de Urrutia y Arana, Marqués de la Villa del Villar del Águila; fue comisionado por el virrey para las obras del Acueducto. El proyecto para conducir el agua limpia a la ciudad desde la cañada fue adaptado a nuevos requerimientos. Se determinó la construcción de una alberca para la captación del agua en los manantiales de El Capulín, en el pueblo de la Cañada, cuya atarjea sería de dos leguas (8 km aproximadamente), la construcción de 74 arcos de mampostería con una longitud de 1,200 metros y una caja de agua en el muro poniente del convento de la Cruz, desde donde se repartiría el agua a la ciudad por medio de una red de tuberías de barro, encofrados y alcantarillas.

El jesuita Antonio Navarrete consignó en 1739, que para la edificación de los arcos de piedra y sillería, fue necesario: “[…] transportar selvas enteras de planchas, maderos y vigas del valle para formar las cimbras necesarias a la fábrica de tan pesada y elevada máquina... debiendo entrar en cuenta la multitud de tornos para subir los materiales, garruchas, maromas, lazos, reatas, lías de cuero, cubos, cajones y demás instrumentos". Apunta Navarrete: ..."como cansada de tanto subir, empieza con inclinación mansamente a bajar...hasta encerrarse en la caja que con tanto esmero está fabricada en la Plazuela de la Santa Cruz..." Caja donde se encontraba una imagen de la Virgen del Pilar como patrona del agua.

El agua empezó a llegar a la Caja del Pilar en 1735; no obstante, es el viernes 17 de octubre de 1738 cuando se derrama en la ciudad. Las celebraciones, que duraron 15 días, consistieron en la bendición de pilas; misas, corridas de toros, obras teatrales, fuegos pirotécnicos, desfile de ingeniosos carros alegóricos. Cada cual con dísticos y emblemas alusivos al marqués y a los dioses mitológicos del agua. "Viva, viva Neptuno / pues representa al Marqués, que su trono / tiene en la alberca"... La Loa del Gremio de los Indios (fragmento) "El americano gremio / con su natural vestido / hace alarde de su gozo, / ostentando regocijos" [...] "el Señor MARQUÉS / del Villar, a quienes unidos / chichimecos y otomíes / / mil gracias le dan, como hijos". [Navarrete: 1987].

Retos. El Plan General de Agua Potable y Drenaje, además de crear la infraestructura hidráulica, tenía también en sus objetivos el aspecto sanitario y de salud pública. El sistema de aguas instaurado en la época virreinal, a través de manantiales, socavones, atarjeas y acequias; perdieron su utilidad práctica (aunque el antiguo sistema de acequias sigue trasladando agua de las filtraciones pluviales y de drenajes). El Acueducto y su sistema hidráulico han quedado como testimonios arqueológicos. La sobrexplotación de las aguas subterráneas y el funcionamiento del Acueducto II no ha paliado la problemática actual del abasto. En los sistemas de agua potable y las diversas estrategias para traer el agua desde lugares alejados y mediante una infraestructura costosa es insuficiente por el fenómeno demográfico de las dos últimas décadas en el área conurbada de la ciudad de Querétaro. El Censo de Población y Vivienda 2020 [INEGI], registra un millón 342 mil 087 habitantes en el Área Metropolitana.

Reflexión. El Acueducto por medio del cual se distribuyó agua limpia a la ciudad de Querétaro quedó fuera de servicio. Ahora es un símbolo de la ciudad de Santiago de Querétaro considerada como Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1996. Obra hidráulica reconocida como prototipo de diseño y calidad estructural la cual es parte de la memoria colectiva y de la identidad de los queretanos. Nos refiere cuando la ciudad de Querétaro era un próspero centro cultural y económico. Considerada -además- como la "garganta de Tierra Adentro" y la "Tercera Ciudad del Virreinato". El reto está vigente con el fenómeno demográfico actual. Los problemas que aquejaban a los vecinos de la ciudad de Querétaro hace tres siglos siguen manifestándose: encharcamientos, malos olores, uso del Río de Querétaro como tiradero y de descargas clandestinas, incluyendo el drenaje.

El hilo conductor siempre es y será la memoria. Para resignificarla en el presente.


Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Octubre de MMXXI.


Con los encharcamientos, inundaciones y otros avatares que la tormentosa temporada de lluvias ha traído a nuestra región, hay muchas reflexiones y asuntos de los que debiéramos ocuparnos. En planeación urbana, aprovechamiento del agua a través de un sistema hidráulico con tecnología actual y por supuesto la infraestructura para el abasto eficiente -entre otros-. Comparto algunos trazos donde se puede advertir la lucha por el agua en otro momento histórico de nuestra ciudad.

Los indios que habitaban en los barrios se quejaban de haber sido despojados por los españoles, criollos y administradores conventuales. Para facilitar la convivencia se establecieron disposiciones relativas al reparto de aguas; realizadas en 1654. Después de un litigio se establecieron reglas en el último tercio del siglo XVII y primero del XVIII. Las condiciones cambiaron por diversas circunstancias, una de ellas fue el incremento notable de la población y el otorgamiento de nuevas mercedes para uso fabril. La ciudad colapsó; los vecinos se enfrentaron a problemas tales como los encharcamientos en las calles, estiércol y basura de caballerizas arrojados a cielo abierto o en acequias, lo que originaba mal olor y enfermedades. Las ciénagas eran usadas como abrevaderos; los obrajes, tenerías, curtidurías y trapiches con tintes y otros productos habían contaminado el agua. También se reportaban animales muertos en las acequias. [Urquiola: 2013].

La solución para una población que, en el siglo XVI era de mil habitantes y para el siglo XVIII se calculaba en cuarenta y seis mil, era introducir agua potable. Algunos argumentos eran: la insuficiencia de los pozos artesianos, la captación de agua pluvial por medio de cisternas satisfacía solamente a una mínima parte de la población. Además, el reparto de los aguadores para cubrir las necesidades de los vecinos era insuficiente y en ocasiones, el servicio era caro. Finalmente, conociendo la problemática, el virrey ordenó al corregidor buscar un manantial que suministrara agua a la próspera y opulenta Muy Noble y Leal Ciudad. [Loyola: 2013]. Para el año de 1721, en San Pedro de la Cañada se realizó un reconocimiento y "vista de ojos" en compañía de las autoridades, determinándose que los mejores veneros eran los del Ojo de Agua del Capulín. El agua sería conducida a pilas públicas que se dispondrían en la Plaza Mayor y en la Plaza de San Francisco.

El proyecto inicial tenía previsto que por medio de una atarjea se trasportara el agua al Cerro de Carretas y a través de 108 arcos de cal y canto depositarla en la caja que se construiría en la posa de la Santa Verónica (Actual esquina de Av. 5 de mayo con calle Pasteur). El costo estimado era de 20 mil pesos [Urquiola: 2013]. En 1724 Juan Antonio de Urrutia y Arana, Marqués de la Villa del Villar del Águila; fue comisionado por el virrey para las obras del Acueducto. El proyecto para conducir el agua limpia a la ciudad desde la cañada fue adaptado a nuevos requerimientos. Se determinó la construcción de una alberca para la captación del agua en los manantiales de El Capulín, en el pueblo de la Cañada, cuya atarjea sería de dos leguas (8 km aproximadamente), la construcción de 74 arcos de mampostería con una longitud de 1,200 metros y una caja de agua en el muro poniente del convento de la Cruz, desde donde se repartiría el agua a la ciudad por medio de una red de tuberías de barro, encofrados y alcantarillas.

El jesuita Antonio Navarrete consignó en 1739, que para la edificación de los arcos de piedra y sillería, fue necesario: “[…] transportar selvas enteras de planchas, maderos y vigas del valle para formar las cimbras necesarias a la fábrica de tan pesada y elevada máquina... debiendo entrar en cuenta la multitud de tornos para subir los materiales, garruchas, maromas, lazos, reatas, lías de cuero, cubos, cajones y demás instrumentos". Apunta Navarrete: ..."como cansada de tanto subir, empieza con inclinación mansamente a bajar...hasta encerrarse en la caja que con tanto esmero está fabricada en la Plazuela de la Santa Cruz..." Caja donde se encontraba una imagen de la Virgen del Pilar como patrona del agua.

El agua empezó a llegar a la Caja del Pilar en 1735; no obstante, es el viernes 17 de octubre de 1738 cuando se derrama en la ciudad. Las celebraciones, que duraron 15 días, consistieron en la bendición de pilas; misas, corridas de toros, obras teatrales, fuegos pirotécnicos, desfile de ingeniosos carros alegóricos. Cada cual con dísticos y emblemas alusivos al marqués y a los dioses mitológicos del agua. "Viva, viva Neptuno / pues representa al Marqués, que su trono / tiene en la alberca"... La Loa del Gremio de los Indios (fragmento) "El americano gremio / con su natural vestido / hace alarde de su gozo, / ostentando regocijos" [...] "el Señor MARQUÉS / del Villar, a quienes unidos / chichimecos y otomíes / / mil gracias le dan, como hijos". [Navarrete: 1987].

Retos. El Plan General de Agua Potable y Drenaje, además de crear la infraestructura hidráulica, tenía también en sus objetivos el aspecto sanitario y de salud pública. El sistema de aguas instaurado en la época virreinal, a través de manantiales, socavones, atarjeas y acequias; perdieron su utilidad práctica (aunque el antiguo sistema de acequias sigue trasladando agua de las filtraciones pluviales y de drenajes). El Acueducto y su sistema hidráulico han quedado como testimonios arqueológicos. La sobrexplotación de las aguas subterráneas y el funcionamiento del Acueducto II no ha paliado la problemática actual del abasto. En los sistemas de agua potable y las diversas estrategias para traer el agua desde lugares alejados y mediante una infraestructura costosa es insuficiente por el fenómeno demográfico de las dos últimas décadas en el área conurbada de la ciudad de Querétaro. El Censo de Población y Vivienda 2020 [INEGI], registra un millón 342 mil 087 habitantes en el Área Metropolitana.

Reflexión. El Acueducto por medio del cual se distribuyó agua limpia a la ciudad de Querétaro quedó fuera de servicio. Ahora es un símbolo de la ciudad de Santiago de Querétaro considerada como Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1996. Obra hidráulica reconocida como prototipo de diseño y calidad estructural la cual es parte de la memoria colectiva y de la identidad de los queretanos. Nos refiere cuando la ciudad de Querétaro era un próspero centro cultural y económico. Considerada -además- como la "garganta de Tierra Adentro" y la "Tercera Ciudad del Virreinato". El reto está vigente con el fenómeno demográfico actual. Los problemas que aquejaban a los vecinos de la ciudad de Querétaro hace tres siglos siguen manifestándose: encharcamientos, malos olores, uso del Río de Querétaro como tiradero y de descargas clandestinas, incluyendo el drenaje.

El hilo conductor siempre es y será la memoria. Para resignificarla en el presente.


Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Octubre de MMXXI.

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