/ jueves 8 de febrero de 2024

Día de los árboles: jornada ecológica en Querétaro, 1893-1894

Cartografía del tiempo y la memoria

“En la fiesta de Fauno; la cimiente / dará recursos a la madre Vesta, / Y Flora, la deidad / de los idilios, / fecundará jardines y praderas. / A este suelo querido, donde brota / […] feraz vegetación que lo hermosea, / Querétaro, la histórica, la bella”

Juan B. Romero. Febrero 5 de 1894.


La visión militar de los actos y hechos, con la que hemos sido formados en la corriente de la historiografía oficial, nos refieren guerras y batallas por “darnos Patria y Libertad”. Próceres que construyeron la nación con frases lapidarias, balas y el sonoro rugir del cañón. Se conmemora la Promulgación de la Constitución en Querétaro cada 5 de febrero. Entre el acto cívico y la desgastada retórica política.

¡Pero qué más nos refiere la fecha? En la época virreinal se festejaba en ese día a fray Felipe de Jesús, beatificado en 1627 y canonizado en 1862, misionero de la O. F. M. Franciscanos martirizado en Nagasaki en el siglo XVI. Misma fecha que los liberales escogieron para promulgar la Constitución de 1857. Les invito a reflexionar sobre la propuesta que los queretanos en el crepúsculo del siglo XIX, llevaron a efecto para “el mejoramiento de la higiene y las condiciones ambientales” y señalaron el 5 de febrero como el Día de Árboles.

Nuestra Casa Común. El desarrollo urbano e industrial de la Ciudad de Querétaro ha venido acompañado de un deterioro ambiental, manifiesto en la contaminación del aire, las aguas, destrucción de vegetación y la pérdida de suelos. Por lo cual es inaplazable la gestión ambiental y urbana, para atender la problemática generada por la contaminación y el impacto del entorno natural de nuestra ciudad. Las tareas están identificadas: gestión de deshechos y agentes contaminantes; calidad y abastecimiento de agua potable; la contaminación del aire y la vulnerabilidad de los asentamientos humanos. El reto tomar medidas en lo inmediato y planear a mediano y largo plazo mediante una política ambiental concertada y coordinada.

Propuesta a más de un siglo de distancia. La preocupación sobre las relaciones con el medio ambiente es reciente en nuestra ciudad, pues hace más de un siglo los queretanos se preocuparon por mejorar las “condiciones higiénicas” de su entorno. El 11 de noviembre de 1893, se instituyó el Día de Árboles, cuyo objetivo principal era el de crear una “institución salvadora que hiciera de Querétaro, – al decir de los organizadores–,“un sitio verdaderamente delicioso e higiénico”. En el artículo 1º de la Ley se estableció que en la ciudad de Querétaro se efectuaría anualmente una plantación de árboles. El programa acordado para la festividad consistía en 19 puntos. La plantación de árboles tendría verificativo a partir de la plaza y avenida Cosío, “Y a orillas del canal que ha de servir de desagüe a la ciudad. Una vez fundamentada la exposición de motivos, sustentada la parte jurídica y señalados los sitios, fue integrada una comisión que tendría bajo su cargo la parte logística. Se invitaría al gobernador para que fuese el primero en plantar un árbol. La invitación se haría extensiva a los empleados y funcionarios públicos, “civiles y militares de la federación y del estado”. Se hizo una convocatoria a todas las sociedades civiles y de servicios; colegios, escuelas de “niños y niñas”, para que llevasen sus estandartes y banderas, además de preparar alguna poesía a propósito del evento. Al C. Manuel Peña, vecino de Tequisquiapan le fue solicitada la donación de “sabinos jóvenes para que en el mes de junio fueran trasplantados en las riberas del río” de Querétaro.

Jornada ecológica en Querétaro. El 5 de febrero de 1894 a las 10 de la mañana se puso en marcha desde el Palacio Municipal (hoy Palacio de Gobierno ubicado en la Plaza de Armas). El numeroso contingente, compuesto por el cuerpo municipal, funcionarios públicos, sociedades mutualistas, alumnos del Colegio Civil, niñas de las escuelas, encabezados por el gobernador del estado. “A la vanguardia de esta comitiva iba multitud de ciudadanos, todos ellos portando hermosas banderas, en las que se ostentaban los colores de nuestro Pabellón Nacional, y presentando un golpe de vista verdaderamente atractivo y conmovedor”. En la glorieta de la calzada Colón, ubicada al poniente de la Alameda Hidalgo se tenía dispuesto “un vistoso salón” con lugares a propósito para “la distinguida concurrencia”. En un sitio preponderante se ubicó la tribuna que fue usada por varios oradores; el primero fue un joven llamado Juan Romero, “quien leyó con robusta entonación unos versos que fueron aplaudidos por la concurrencia”. Posteriormente tocó la voz a Palemón Elizondo, alumno del Colegio Civil. Pronunciando un discurso que “fue del agrado de la concurrencia”. José María Carrillo “popular poeta”, dio lectura a una poesía “que como siempre fue calurosamente aplaudida”, finalmente el licenciado Manuel Vera, en representación del Municipio de Querétaro “en una entusiasta y florida alocución, se ocupó también del importante asunto de la festividad”.

Una vez concluido el acto se procedió a la plantación de árboles, los cuales: “ya tenían dispuestos en lugar conveniente, y todos los individuos de la comitiva comenzando por el señor gobernador, fueron tomando los arbustos y plantándolos en los puntos designados por el Ayuntamiento, en medio de la numerosa y escogida concurrencia, que veía tan importante acto con verdadero entusiasmo”. El redactor de la Sombra de Arteaga, Luciano Frías y Soto agrega: “Lo pintoresco del lugar, los acordes de varias músicas tocando nuestro Himno Nacional, la multitud de banderolas con los simpáticos colores de nuestro pabellón, dieron a toda la festividad un verdadero carácter de público regocijo”. Por la tarde del día 5 de febrero continuó la reforestación por las riberas del río: “La tarde de ese mismo día se siguió el plantío de arbustos en otro extremo de la población, es decir, en las orillas del río, y en cuyo punto sólo se han plantado dos mil árboles, que han dado al sitio exuberancia […] dentro de muy poco tiempo van a convertir a aquél en un sitio verdaderamente delicioso e higiénico”.

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Reforestación por la salud. La iniciativa incluyó a las comunidades de su periferia a través de los “comisarios de las congregaciones”. Así pues en El Retablo, San Miguel Carrillo, Santa María Magdalena, San Antonio de la Punta, San Pablo fueron invitados a “trasplantar o sembrar árboles para hermosear los pueblos en mejoramiento de su higiene”. El entusiasmo se extendió a los distritos y algunos hacendados “acogieron la idea de la plantación en sus fincas de campo”.

“Queda pues inaugurado el Día de Árboles en nuestra población, cuya importancia a nadie se le oculta, y esperamos que esta salvadora institución, repetida cada año, mejore más y más las condiciones higiénicas de que ya disfrutamos en nuestro fértil suelo.”

Reflexión: El acto quizá pueda parecernos muy cursi y ramplonas sus alocuciones, para los antiguos queretanos no escapaba la importancia del evento, se trataba de buscar mejores condiciones ambientales y al mismo tiempo fomentar a través de actos cívicos el hábito de sembrar árboles, involucrando a servidores públicos, niños y jóvenes. Sin duda una buena idea para sensibilizar y motivar a la sociedad, ahora que los bosques, las aguas, áreas naturales protegidas, el entorno natural de especies en vías de extinción -entre otras-, son tema de seguridad nacional y global. La zona metropolitana hay que construirla colectivamente sin fragmentaciones que separen a los sujetos sociales; por supuesto que hay que unir voluntades, volver a planear el espacio urbano en un esquema sustentable y asegurar la preservación y restauración ambiental.


Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Febrero de MMXXIV.

“En la fiesta de Fauno; la cimiente / dará recursos a la madre Vesta, / Y Flora, la deidad / de los idilios, / fecundará jardines y praderas. / A este suelo querido, donde brota / […] feraz vegetación que lo hermosea, / Querétaro, la histórica, la bella”

Juan B. Romero. Febrero 5 de 1894.


La visión militar de los actos y hechos, con la que hemos sido formados en la corriente de la historiografía oficial, nos refieren guerras y batallas por “darnos Patria y Libertad”. Próceres que construyeron la nación con frases lapidarias, balas y el sonoro rugir del cañón. Se conmemora la Promulgación de la Constitución en Querétaro cada 5 de febrero. Entre el acto cívico y la desgastada retórica política.

¡Pero qué más nos refiere la fecha? En la época virreinal se festejaba en ese día a fray Felipe de Jesús, beatificado en 1627 y canonizado en 1862, misionero de la O. F. M. Franciscanos martirizado en Nagasaki en el siglo XVI. Misma fecha que los liberales escogieron para promulgar la Constitución de 1857. Les invito a reflexionar sobre la propuesta que los queretanos en el crepúsculo del siglo XIX, llevaron a efecto para “el mejoramiento de la higiene y las condiciones ambientales” y señalaron el 5 de febrero como el Día de Árboles.

Nuestra Casa Común. El desarrollo urbano e industrial de la Ciudad de Querétaro ha venido acompañado de un deterioro ambiental, manifiesto en la contaminación del aire, las aguas, destrucción de vegetación y la pérdida de suelos. Por lo cual es inaplazable la gestión ambiental y urbana, para atender la problemática generada por la contaminación y el impacto del entorno natural de nuestra ciudad. Las tareas están identificadas: gestión de deshechos y agentes contaminantes; calidad y abastecimiento de agua potable; la contaminación del aire y la vulnerabilidad de los asentamientos humanos. El reto tomar medidas en lo inmediato y planear a mediano y largo plazo mediante una política ambiental concertada y coordinada.

Propuesta a más de un siglo de distancia. La preocupación sobre las relaciones con el medio ambiente es reciente en nuestra ciudad, pues hace más de un siglo los queretanos se preocuparon por mejorar las “condiciones higiénicas” de su entorno. El 11 de noviembre de 1893, se instituyó el Día de Árboles, cuyo objetivo principal era el de crear una “institución salvadora que hiciera de Querétaro, – al decir de los organizadores–,“un sitio verdaderamente delicioso e higiénico”. En el artículo 1º de la Ley se estableció que en la ciudad de Querétaro se efectuaría anualmente una plantación de árboles. El programa acordado para la festividad consistía en 19 puntos. La plantación de árboles tendría verificativo a partir de la plaza y avenida Cosío, “Y a orillas del canal que ha de servir de desagüe a la ciudad. Una vez fundamentada la exposición de motivos, sustentada la parte jurídica y señalados los sitios, fue integrada una comisión que tendría bajo su cargo la parte logística. Se invitaría al gobernador para que fuese el primero en plantar un árbol. La invitación se haría extensiva a los empleados y funcionarios públicos, “civiles y militares de la federación y del estado”. Se hizo una convocatoria a todas las sociedades civiles y de servicios; colegios, escuelas de “niños y niñas”, para que llevasen sus estandartes y banderas, además de preparar alguna poesía a propósito del evento. Al C. Manuel Peña, vecino de Tequisquiapan le fue solicitada la donación de “sabinos jóvenes para que en el mes de junio fueran trasplantados en las riberas del río” de Querétaro.

Jornada ecológica en Querétaro. El 5 de febrero de 1894 a las 10 de la mañana se puso en marcha desde el Palacio Municipal (hoy Palacio de Gobierno ubicado en la Plaza de Armas). El numeroso contingente, compuesto por el cuerpo municipal, funcionarios públicos, sociedades mutualistas, alumnos del Colegio Civil, niñas de las escuelas, encabezados por el gobernador del estado. “A la vanguardia de esta comitiva iba multitud de ciudadanos, todos ellos portando hermosas banderas, en las que se ostentaban los colores de nuestro Pabellón Nacional, y presentando un golpe de vista verdaderamente atractivo y conmovedor”. En la glorieta de la calzada Colón, ubicada al poniente de la Alameda Hidalgo se tenía dispuesto “un vistoso salón” con lugares a propósito para “la distinguida concurrencia”. En un sitio preponderante se ubicó la tribuna que fue usada por varios oradores; el primero fue un joven llamado Juan Romero, “quien leyó con robusta entonación unos versos que fueron aplaudidos por la concurrencia”. Posteriormente tocó la voz a Palemón Elizondo, alumno del Colegio Civil. Pronunciando un discurso que “fue del agrado de la concurrencia”. José María Carrillo “popular poeta”, dio lectura a una poesía “que como siempre fue calurosamente aplaudida”, finalmente el licenciado Manuel Vera, en representación del Municipio de Querétaro “en una entusiasta y florida alocución, se ocupó también del importante asunto de la festividad”.

Una vez concluido el acto se procedió a la plantación de árboles, los cuales: “ya tenían dispuestos en lugar conveniente, y todos los individuos de la comitiva comenzando por el señor gobernador, fueron tomando los arbustos y plantándolos en los puntos designados por el Ayuntamiento, en medio de la numerosa y escogida concurrencia, que veía tan importante acto con verdadero entusiasmo”. El redactor de la Sombra de Arteaga, Luciano Frías y Soto agrega: “Lo pintoresco del lugar, los acordes de varias músicas tocando nuestro Himno Nacional, la multitud de banderolas con los simpáticos colores de nuestro pabellón, dieron a toda la festividad un verdadero carácter de público regocijo”. Por la tarde del día 5 de febrero continuó la reforestación por las riberas del río: “La tarde de ese mismo día se siguió el plantío de arbustos en otro extremo de la población, es decir, en las orillas del río, y en cuyo punto sólo se han plantado dos mil árboles, que han dado al sitio exuberancia […] dentro de muy poco tiempo van a convertir a aquél en un sitio verdaderamente delicioso e higiénico”.

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Reforestación por la salud. La iniciativa incluyó a las comunidades de su periferia a través de los “comisarios de las congregaciones”. Así pues en El Retablo, San Miguel Carrillo, Santa María Magdalena, San Antonio de la Punta, San Pablo fueron invitados a “trasplantar o sembrar árboles para hermosear los pueblos en mejoramiento de su higiene”. El entusiasmo se extendió a los distritos y algunos hacendados “acogieron la idea de la plantación en sus fincas de campo”.

“Queda pues inaugurado el Día de Árboles en nuestra población, cuya importancia a nadie se le oculta, y esperamos que esta salvadora institución, repetida cada año, mejore más y más las condiciones higiénicas de que ya disfrutamos en nuestro fértil suelo.”

Reflexión: El acto quizá pueda parecernos muy cursi y ramplonas sus alocuciones, para los antiguos queretanos no escapaba la importancia del evento, se trataba de buscar mejores condiciones ambientales y al mismo tiempo fomentar a través de actos cívicos el hábito de sembrar árboles, involucrando a servidores públicos, niños y jóvenes. Sin duda una buena idea para sensibilizar y motivar a la sociedad, ahora que los bosques, las aguas, áreas naturales protegidas, el entorno natural de especies en vías de extinción -entre otras-, son tema de seguridad nacional y global. La zona metropolitana hay que construirla colectivamente sin fragmentaciones que separen a los sujetos sociales; por supuesto que hay que unir voluntades, volver a planear el espacio urbano en un esquema sustentable y asegurar la preservación y restauración ambiental.


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