/ sábado 14 de diciembre de 2019

El misterio de la mente y las emociones

El libro de cabecera

La primera vez que me topé con un texto de Vale Villa fue hace poco más de cinco años, en su columna “Estamos todos locos” que sostenía en el periódico El Financiero. Y digo sostenía porque Vale Villa tuvo que despedirse este año por razones financieras del periódico. Lo primero que me llamó la atención de su columna fue el carácter diáfano de su escritura. Exentos del hermetismo academicista, pero sin faltar al rigor científico, los textos de Villa ofrecían claves interesantes para que el lector incorporara estrategias que fortalecieran su vida desde el enfoque de la salud mental. Definitivamente no me encontraba ante una nueva elucubración frívola dentro del inmenso catálogo de la Superación Personal.

Vale Villa es, desde hace 17 años, psicoterapeuta individual y de pareja. Su orientación metodológica pertenece a la corriente sistémica-narrativa. Admira a Freud, a Winnicott, a Coetzee y a Paz, aunque por sus referencias estoy seguro de que siente lo propio por Michael White y Adam Phillips. Además de lectora convulsiva, es chilanga, corredora y nadadora. Siempre quiere ir al cine.

Tanto en El Financiero como en La Razón, y a través de su blog personal (valevilla.com), Vale Villa nos presenta los temas que para ella, dentro de su consultorio, le parecen importar y doler más: “la soledad, con sus bondades y sus retos; los fantasmas del pasado que nos aterran a todos, porque simbolizan nuestros miedos a repetir en nuestra vida adulta lo que de niños nos lastimó; las rupturas amorosas, la separación y el divorcio, nuevas perspectivas para entender la infidelidad amorosa y sexual, y muchos otros temas relacionados con el amor de pareja, que sigue obsesionando a muchos creyendo que en él encontrarán la realización, la compañía, la aceptación incondicional y la reparación de todas las heridas; escribí muchas columnas sobre el cambio, intentando dejar claro que transformarnos en las personas que queremos ser es un proceso doloroso y lento, que requiere valentía y paciencia”[1].

Un segundo aspecto que llamó poderosamente mi atención es que en sus columnas no percibí en absoluto una postura normativa, sino más bien una oportunidad. En cada columna se presenta una invitación al autoconocimiento a partir de una orientación individual. Más que referirse a un lector ideal y genérico (suponiendo que eso exista), con una gran intuición, Vale Villa acude a un lector in fabula (Umberto Eco, dixit) en donde la apertura diáfana de sus textos y la cooperación que propicia con el lector establecen un proceso de reflexión de carácter hermenéutico y comprensivo: el texto como propuesta, no como imposición.

Hace poco más de un año que Vale Villa presentó su libro El misterio de la mente y las emociones (Harper Collins, 2018), producto de sus casi 20 de años de trabajo como psicoterapeuta, Se trata de una compilación de los temas que con mayor frecuencia motivan a la gente a buscar la intervención de un especialista. No se trata de una colección de lugares comunes; tampoco de una antología de conceptos (el consejo no es la esencia de la psicoterapia, advierte la autora). Al estar dirigido al lector in fabula, se trata de una reflexión acompañada, guiada, que nos orienta para que nosotros mismos encontremos las respuestas en nuestro interior, con la finalidad de “incrementar la capacidad para enfrentar todas las circunstancias con mayor conciencia y dirección” a decir de la autora.

El libro se compone de once capítulos y un epílogo, a través de los cuales se abordan temas como la autoestima, la frustración, la ansiedad, la pareja, la familia, la separación, entre otros. El libro es un pequeño manual de vida que no pretende convencer, sino proponer una visión autocritica de nosotros mismos.

Con un tratamiento sucinto, elocuente y preciso se diferencia –por ejemplo– a la ansiedad del estrés: la primera se vincula con la preocupación y la intranquilidad; el segundo produce enojo, genera frustración. Manejada adecuadamente, la ansiedad puede funcionar como un motor para estimular la productividad y el desarrollo, aunque eventualmente, sin moderación, la ansiedad deviene en síntoma de depresión.

Entre las causas frecuentes de los pacientes de psicoterapia destacan la insatisfacción en el trabajo, el maltrato como estilo de liderazgo (sí, existe ese tipo de liderazgo), las exigencias de perfección y de hacerlo todo bien todo el tiempo (no, no eres el único que siente eso), las cuales propician el desarrollo de enfermedades psicosomáticas, cuadros de ansiedad y depresión, crisis existenciales y vocacionales, agotamiento crónico e incapacidad para tomar decisiones. Quizás es momento de ver a nuestra preocupación como una forma en la que nuestras dudas se expresan. ¿Pero de qué dudamos? Quizás de nuestras capacidades y de lo que hemos sido capaces de construir a lo largo del tiempo.

No obstante, decir de Adam Phillips, cita Vale Villa, “las preocupaciones son creaciones de la imaginación; pequeñas, pero épicas, historias de fracaso personal y catástrofes anticipadas”. En nuestro afán por anteponernos/ sobreponernos a nuestras propias dudas, recurrimos a los inventos de la mente. Aunque quizás esta misma preocupación sirva para dotarnos de cierta tranquilidad, puesto que “cualquier desgracia inventada es menos mala que un futuro inimaginable”.

“Nerviosismo, intolerancia, agotamiento, insomnio, enfermedades psicosomáticas, dificultad para alejarse, prisa inespecífica, sobrepeso, consumo excesivo de alcohol y otras drogas” son distintas formas a través de las cuales se manifiesta la angustia. Ante esta quimera no basta con el voluntarismo alcahuete de ‘echarle ganas’ tan sobado en nuestras relaciones interpersonales. Para entender el origen de nuestra angustia es necesario establecer una reflexión y diálogo interior, pero para esto necesitamos ser capaces de “trazar mamas de los hechos de nuestra vida y de buscar conexiones del pasado con el presente”. Por supuesto que esto no es sencillo. Además de un plan personal para optimizar nuestro estilo de vida (establecimiento de hábitos saludables en nuestra alimentación, ejercicio y sueño) es necesario iniciar con un entrenamiento de nuestra mente que nos ayude a ser capaces de mantener los pensamientos en el aquí y ahora, en el momento presente.

La lectura de este libro me dotó de un estoicismo que hasta hace poco se mantenía aletargado, y reorientó mi egoísmo (refiriéndome en el sentido que propone Jon Elster, en donde el interés personal individual es el motivo real de toda acción consciente) hacia una forma sofisticada de epicureísmo: disfruto mejor, duermo mejor, amo mejor. Pero, lo más importante, me otorgó la certeza de saberme susceptible a entablar una cita con mi psicoterapeuta, con la misma regularidad y naturalidad de quien acude al dentista.

El misterio de la mente y las emociones es un libro pertinente, que ya ocupa un lugar destacado en la divulgación de la salud mental contemporánea. Afortunado aquél que lo regale; máxime quien lo reciba como regalo.

@doctorsimulacro

La primera vez que me topé con un texto de Vale Villa fue hace poco más de cinco años, en su columna “Estamos todos locos” que sostenía en el periódico El Financiero. Y digo sostenía porque Vale Villa tuvo que despedirse este año por razones financieras del periódico. Lo primero que me llamó la atención de su columna fue el carácter diáfano de su escritura. Exentos del hermetismo academicista, pero sin faltar al rigor científico, los textos de Villa ofrecían claves interesantes para que el lector incorporara estrategias que fortalecieran su vida desde el enfoque de la salud mental. Definitivamente no me encontraba ante una nueva elucubración frívola dentro del inmenso catálogo de la Superación Personal.

Vale Villa es, desde hace 17 años, psicoterapeuta individual y de pareja. Su orientación metodológica pertenece a la corriente sistémica-narrativa. Admira a Freud, a Winnicott, a Coetzee y a Paz, aunque por sus referencias estoy seguro de que siente lo propio por Michael White y Adam Phillips. Además de lectora convulsiva, es chilanga, corredora y nadadora. Siempre quiere ir al cine.

Tanto en El Financiero como en La Razón, y a través de su blog personal (valevilla.com), Vale Villa nos presenta los temas que para ella, dentro de su consultorio, le parecen importar y doler más: “la soledad, con sus bondades y sus retos; los fantasmas del pasado que nos aterran a todos, porque simbolizan nuestros miedos a repetir en nuestra vida adulta lo que de niños nos lastimó; las rupturas amorosas, la separación y el divorcio, nuevas perspectivas para entender la infidelidad amorosa y sexual, y muchos otros temas relacionados con el amor de pareja, que sigue obsesionando a muchos creyendo que en él encontrarán la realización, la compañía, la aceptación incondicional y la reparación de todas las heridas; escribí muchas columnas sobre el cambio, intentando dejar claro que transformarnos en las personas que queremos ser es un proceso doloroso y lento, que requiere valentía y paciencia”[1].

Un segundo aspecto que llamó poderosamente mi atención es que en sus columnas no percibí en absoluto una postura normativa, sino más bien una oportunidad. En cada columna se presenta una invitación al autoconocimiento a partir de una orientación individual. Más que referirse a un lector ideal y genérico (suponiendo que eso exista), con una gran intuición, Vale Villa acude a un lector in fabula (Umberto Eco, dixit) en donde la apertura diáfana de sus textos y la cooperación que propicia con el lector establecen un proceso de reflexión de carácter hermenéutico y comprensivo: el texto como propuesta, no como imposición.

Hace poco más de un año que Vale Villa presentó su libro El misterio de la mente y las emociones (Harper Collins, 2018), producto de sus casi 20 de años de trabajo como psicoterapeuta, Se trata de una compilación de los temas que con mayor frecuencia motivan a la gente a buscar la intervención de un especialista. No se trata de una colección de lugares comunes; tampoco de una antología de conceptos (el consejo no es la esencia de la psicoterapia, advierte la autora). Al estar dirigido al lector in fabula, se trata de una reflexión acompañada, guiada, que nos orienta para que nosotros mismos encontremos las respuestas en nuestro interior, con la finalidad de “incrementar la capacidad para enfrentar todas las circunstancias con mayor conciencia y dirección” a decir de la autora.

El libro se compone de once capítulos y un epílogo, a través de los cuales se abordan temas como la autoestima, la frustración, la ansiedad, la pareja, la familia, la separación, entre otros. El libro es un pequeño manual de vida que no pretende convencer, sino proponer una visión autocritica de nosotros mismos.

Con un tratamiento sucinto, elocuente y preciso se diferencia –por ejemplo– a la ansiedad del estrés: la primera se vincula con la preocupación y la intranquilidad; el segundo produce enojo, genera frustración. Manejada adecuadamente, la ansiedad puede funcionar como un motor para estimular la productividad y el desarrollo, aunque eventualmente, sin moderación, la ansiedad deviene en síntoma de depresión.

Entre las causas frecuentes de los pacientes de psicoterapia destacan la insatisfacción en el trabajo, el maltrato como estilo de liderazgo (sí, existe ese tipo de liderazgo), las exigencias de perfección y de hacerlo todo bien todo el tiempo (no, no eres el único que siente eso), las cuales propician el desarrollo de enfermedades psicosomáticas, cuadros de ansiedad y depresión, crisis existenciales y vocacionales, agotamiento crónico e incapacidad para tomar decisiones. Quizás es momento de ver a nuestra preocupación como una forma en la que nuestras dudas se expresan. ¿Pero de qué dudamos? Quizás de nuestras capacidades y de lo que hemos sido capaces de construir a lo largo del tiempo.

No obstante, decir de Adam Phillips, cita Vale Villa, “las preocupaciones son creaciones de la imaginación; pequeñas, pero épicas, historias de fracaso personal y catástrofes anticipadas”. En nuestro afán por anteponernos/ sobreponernos a nuestras propias dudas, recurrimos a los inventos de la mente. Aunque quizás esta misma preocupación sirva para dotarnos de cierta tranquilidad, puesto que “cualquier desgracia inventada es menos mala que un futuro inimaginable”.

“Nerviosismo, intolerancia, agotamiento, insomnio, enfermedades psicosomáticas, dificultad para alejarse, prisa inespecífica, sobrepeso, consumo excesivo de alcohol y otras drogas” son distintas formas a través de las cuales se manifiesta la angustia. Ante esta quimera no basta con el voluntarismo alcahuete de ‘echarle ganas’ tan sobado en nuestras relaciones interpersonales. Para entender el origen de nuestra angustia es necesario establecer una reflexión y diálogo interior, pero para esto necesitamos ser capaces de “trazar mamas de los hechos de nuestra vida y de buscar conexiones del pasado con el presente”. Por supuesto que esto no es sencillo. Además de un plan personal para optimizar nuestro estilo de vida (establecimiento de hábitos saludables en nuestra alimentación, ejercicio y sueño) es necesario iniciar con un entrenamiento de nuestra mente que nos ayude a ser capaces de mantener los pensamientos en el aquí y ahora, en el momento presente.

La lectura de este libro me dotó de un estoicismo que hasta hace poco se mantenía aletargado, y reorientó mi egoísmo (refiriéndome en el sentido que propone Jon Elster, en donde el interés personal individual es el motivo real de toda acción consciente) hacia una forma sofisticada de epicureísmo: disfruto mejor, duermo mejor, amo mejor. Pero, lo más importante, me otorgó la certeza de saberme susceptible a entablar una cita con mi psicoterapeuta, con la misma regularidad y naturalidad de quien acude al dentista.

El misterio de la mente y las emociones es un libro pertinente, que ya ocupa un lugar destacado en la divulgación de la salud mental contemporánea. Afortunado aquél que lo regale; máxime quien lo reciba como regalo.

@doctorsimulacro

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