/ jueves 26 de enero de 2023

Los calendarios, tradición y modernidad

Cartografía del tiempo y la memoria

Que otros acudan a la astrología / judiciaria, al compás y al astrolabio, / para saber que son. Yo soy los astros.

J. L. Borges.


Goce estético, tarjeta de presentación. En los albores del siglo XX reaparecen en los calendarios las inmaculadas, los santos y “héroes de la patria”, tiples, actrices de la zarzuela –el género chico-, del vodevil y la carpa; toreros y actores ofrecen la cerveza como sustituto del pulque. El cigarro la invitación para estar en el “buen tono”, es decir, en la moda de un grupo “selecto” –con todo su mensaje subliminal de pertenencia–. Los calendarios colgados en estanquillos, loncherías; de igual manera en el espacio de carniceros, peluqueros, sastres y costureras. Adornaban también el cuarto multiusos (recámara, sala, comedor) de la familia durante un año y en ocasiones las litografías y cromos formaban parte del decorado por muchos años. Los calendarios a la mitad del siglo XX adquieren un espacio físico en negocios, oficinas privadas y públicas, así como en los domicilios particulares. Son la “tarjeta” de presentación de las negociaciones de toda índole que se obsequia a clientes “distinguidos”. Artistas plásticos y fotógrafos profesionales son los encargados de recrear paisajes campiranos y urbanos. Rancheros apuestos con sus sombreros de fiesta, pistola enfundada y rancheritas con mejillas coloradas ataviadas con coloridas y lustrosas prendas, acicalados cabellos trenzados, cuello y muñecas aderezadas con abalorios. Se acude al estereotipo de magueyales y casitas blancas. Aparecen también las fotografías de la arquitectura modernista, orgánica, estructuralista y Art Decó que alude a un país en vías de desarrollo. Lo mismo se encuentran artistas nacionales y extranjeros, “de cine, radio y televisión”, así como toreros consagrados en “tardes de gloria”, abundan temáticas nacionalistas, La Leyenda de los Volcanes, el Martirio de Cuauhtémoc, El Descubrimiento del Pulque; entre otros. En los calendarios se anunciaban desde grandes corporaciones cementeras, cerveceras, cigarreras, vinateras, refresqueras y tequileras, así como introductores de radios y televisores; las tiendas de abarrotes y especializadas en línea blanca, carnicerías, misceláneas. En fin, hasta las tienditas de la esquina. El nombre de la negociación y de los sucesores de la misma, hijos, hermanos, viuda de… es el sello que distingue y publicita por un largo año.

Expresiones mercantiles queretanas. Aquellas épocas del trato directo, personal al menudeo fueron cambiados de forma drástica debido al mercado de consumo orientado al marketing global y al concepto de tienda departamental. Los hábitos alimenticios, de diversión, de uso del tiempo libre se transformaron creando otros intereses y filiaciones. Desaparecieron las tiendas y comercios que fueron regenteadas por generaciones, ante la avalancha de un mercado y tráfico de mercancías inequitativo. Las riendas de conveniencia y los grandes almacenes. Se cambiaron las tortillas del comal, por el pan blanco, las “aguas de golondrina”, las fórmulas preparadas para “los espíritus”, el “empacho” y los remedios caseros por las pomadas 666, de la Campana y las aspirinas, hasta los “productos milagro”. Se dejó el agua por las bebidas carbonatadas.

Sin embargo, queda el registro de aquellos negocios del Querétaro de ayer, algunos son referencias lejanas por la publicidad inserta en los calendarios o por el recuerdo de los viejos… A finalizar el siglo XIX, Ignacio Muñoz Flores anunciaba sus servicios como fotógrafo “a precios módicos”, atendiendo con “elegancia y esmero”, en la calle de las Malfajadas, (Hoy Independencia entre J. Vergara y L. Pasteur); la Gran tienda y vinatería La Concordia, ubicada en la calle de la Alhóndiga Núm. 5 (Hoy B. Juárez entre M. Hidalgo y 16 de Septiembre) publicitaba “abundante surtido de vinos generosos como moscatel, Pedro Jiménez, Pajarete y Jerez”. Se vendían conservas, cristal y loza; petróleo y papel. González & Compañía, que era una tlapalería, ferretería, droguería, imprenta y librería de C. Bouret; vendía además máquinas de coser “La Nueva Americana”; “muebles austriacos” y era agencia de Comisiones para México y Veracruz. A principio del siglo XX, otras negociaciones fueron: El Pavo Real, El Incendio, el Hotel Jardín, la cantina El Gato Negro, establecimientos situados en la calle del Portal de Carmelitas, (hoy costado Pte. Del jardín Zenea, calle B. Juárez entre Fco. I. Madero y 16 de septiembre). En las décadas de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo: La Ciudad de México “Luis Proal e Hijos, S. A., que vendía “Ropa y Novedades” en la esquina de Madero y Juárez; La Casa Miguel, negociación de Miguel Sais, situada en la esquina de Juárez e Hidalgo, Ferretería Azteca “La casa de confianza” atendida por J. Refugio Barrón, donde “encontrarás tus juguetes soñados ven… visítanos y te convencerás”. Se encontraba en la esquina de 16 de Septiembre y Corregidora. Por otra parte, para comprar aparatos de radio, TV, consolas y relojes estaba la Proveedora del Hogar, (Juárez Nte. 77); La Casa Colorada “con los mejores precios” donde había surtido de vinos y licores nacionales y extranjeros, con servicio a domicilio, (Juárez Nte. 90); La Mariposa, dulcería-nevería-cafetería y servicio de restaurante, se ha distinguido hasta la fecha por los calendarios con temas queretanos.

Calendario de 1932. Foto: Cortesía | Edgardo Moreno

Otros tiempos. Los calendarios evolucionaron hasta las propuestas de mujeres desnudas y la mercadotecnia de seudo artistas para ofrecer el “sexacional calendario”, pero los hubo también de las más diversas temáticas, ecología, cultura, etnias y rostros, trajes típicos, arquitectura, fotos antiguas, obras de artistas plásticos y más. Los talleres, vulcanizadoras, peluquerías, billares, torterías, cantinas, tiendas de abarrotes, la sala, el comedor, las habitaciones de las casas fueron el espacio del cromo usado como agenda y adorno; muchos cromos fueron enmarcados con su paspartú y vidrio para servir como imagen del altar familiar, ennegrecido por las velas de rogativas y votos. Algunos bodegones, motivos florales o de “La última Cena” formaron parte de los recibidores o del comedor, entre las fotos de matrimonio y el estudio de caritas del bebé. Otros fueron al consultorio del médico o al despacho del tinterillo cobra-letras, entre diplomas, fotografías que perpetúan el saludo a un político prominente.

Lectura del pasado y del futuro. El tiempo subjetivo, relativo, inexistente no obstante se detuvo en los viejos calendarios ilustrados por diversas expresiones del arte; neoclásico, expresionismo, romanticismo, modernismo, art-Noveau. Art-decó; estéticas contemporáneas. Expresiones artísticas y culturales se encuentran implícitas en los calendarios a través de las décadas. Desde aquellas litografías, los cromos, la revolución del offset hasta la era digital, los calendarios han sido testigo de las épocas y de cambios sustanciales de nuestro país. Son ahora tesoro de coleccionistas, piezas de museo por sus tipos de imprenta, viñetas estampas litografiadas, son el testimonio de las mentalidades, aspiraciones, sueños y vindicaciones. Imaginario colectivo sintetizado.

En las primeras décadas del siglo XXI, otras son los usos para organizar el tiempo. La agenda y calendarios digitales, los dispositivos electrónicos y sus aplicaciones; de igual manera la mercadotecnia contemporánea ha dejado casi en desuso los calendarios impresos. El Museo de Calendario ubicado en el Centro Histórico de la ciudad de Querétaro; exhibe como un recurso de la nostalgia, los viejos y nuevos cromos que han sido un referente en hogares y ámbitos laborales de los queretanos y por supuesto la historia de la vida cultural, social y política. Pero también refleja las prácticas cotidianas de esas sociedades y sus apropiaciones en los fenómenos de tradición-modernidad. Por otra parte, el trabajo metódico de los investigadores que trabajan en la región han encontrado referencias importantes para la arque astronomía. Donde se conciben asentamientos regulados por la medición de fenómenos estelares. Desde Querétaro se generará la Hora Oficial para los Estados Unidos Mexicanos, toda vez que el reloj atómico CsF-1, es uno de los relojes más exactos del mundo. El reloj está instalado en el CENAM-Querétaro, elaborado por un grupo multidisciplinario de científicos mexicanos.

Sirvan pues estas digresiones para saludar a las nuevas construcciones y arreglos del tiempo en medio del caos y la incertidumbre, hay que parafrasear a Heráclito y su río interminable o recurrir a Borges para decir con él: “Llueve / ¿En qué ayer, en que patios de Cartago / Cae también esta lluvia? / J.L. Borges.

Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Enero de MMXXIII.

¿Un museo del calendario?

  • De la mano de Calendarios Landin, en 2015 se creó en Querétaro el Museo del calendario
  • Cuenta con una colección que reúne fechas desde 1903 hasta el 2017
  • A lo largo de 19 salas se aboda la historia del calendario
  • Se exhibe más de 200 piezas
  • Se ubica en Madero 91, Centro Histórico

Calendario “Poco a Poquito”. 1940. Foto: Cortesía | Edgardo Moreno


Que otros acudan a la astrología / judiciaria, al compás y al astrolabio, / para saber que son. Yo soy los astros.

J. L. Borges.


Goce estético, tarjeta de presentación. En los albores del siglo XX reaparecen en los calendarios las inmaculadas, los santos y “héroes de la patria”, tiples, actrices de la zarzuela –el género chico-, del vodevil y la carpa; toreros y actores ofrecen la cerveza como sustituto del pulque. El cigarro la invitación para estar en el “buen tono”, es decir, en la moda de un grupo “selecto” –con todo su mensaje subliminal de pertenencia–. Los calendarios colgados en estanquillos, loncherías; de igual manera en el espacio de carniceros, peluqueros, sastres y costureras. Adornaban también el cuarto multiusos (recámara, sala, comedor) de la familia durante un año y en ocasiones las litografías y cromos formaban parte del decorado por muchos años. Los calendarios a la mitad del siglo XX adquieren un espacio físico en negocios, oficinas privadas y públicas, así como en los domicilios particulares. Son la “tarjeta” de presentación de las negociaciones de toda índole que se obsequia a clientes “distinguidos”. Artistas plásticos y fotógrafos profesionales son los encargados de recrear paisajes campiranos y urbanos. Rancheros apuestos con sus sombreros de fiesta, pistola enfundada y rancheritas con mejillas coloradas ataviadas con coloridas y lustrosas prendas, acicalados cabellos trenzados, cuello y muñecas aderezadas con abalorios. Se acude al estereotipo de magueyales y casitas blancas. Aparecen también las fotografías de la arquitectura modernista, orgánica, estructuralista y Art Decó que alude a un país en vías de desarrollo. Lo mismo se encuentran artistas nacionales y extranjeros, “de cine, radio y televisión”, así como toreros consagrados en “tardes de gloria”, abundan temáticas nacionalistas, La Leyenda de los Volcanes, el Martirio de Cuauhtémoc, El Descubrimiento del Pulque; entre otros. En los calendarios se anunciaban desde grandes corporaciones cementeras, cerveceras, cigarreras, vinateras, refresqueras y tequileras, así como introductores de radios y televisores; las tiendas de abarrotes y especializadas en línea blanca, carnicerías, misceláneas. En fin, hasta las tienditas de la esquina. El nombre de la negociación y de los sucesores de la misma, hijos, hermanos, viuda de… es el sello que distingue y publicita por un largo año.

Expresiones mercantiles queretanas. Aquellas épocas del trato directo, personal al menudeo fueron cambiados de forma drástica debido al mercado de consumo orientado al marketing global y al concepto de tienda departamental. Los hábitos alimenticios, de diversión, de uso del tiempo libre se transformaron creando otros intereses y filiaciones. Desaparecieron las tiendas y comercios que fueron regenteadas por generaciones, ante la avalancha de un mercado y tráfico de mercancías inequitativo. Las riendas de conveniencia y los grandes almacenes. Se cambiaron las tortillas del comal, por el pan blanco, las “aguas de golondrina”, las fórmulas preparadas para “los espíritus”, el “empacho” y los remedios caseros por las pomadas 666, de la Campana y las aspirinas, hasta los “productos milagro”. Se dejó el agua por las bebidas carbonatadas.

Sin embargo, queda el registro de aquellos negocios del Querétaro de ayer, algunos son referencias lejanas por la publicidad inserta en los calendarios o por el recuerdo de los viejos… A finalizar el siglo XIX, Ignacio Muñoz Flores anunciaba sus servicios como fotógrafo “a precios módicos”, atendiendo con “elegancia y esmero”, en la calle de las Malfajadas, (Hoy Independencia entre J. Vergara y L. Pasteur); la Gran tienda y vinatería La Concordia, ubicada en la calle de la Alhóndiga Núm. 5 (Hoy B. Juárez entre M. Hidalgo y 16 de Septiembre) publicitaba “abundante surtido de vinos generosos como moscatel, Pedro Jiménez, Pajarete y Jerez”. Se vendían conservas, cristal y loza; petróleo y papel. González & Compañía, que era una tlapalería, ferretería, droguería, imprenta y librería de C. Bouret; vendía además máquinas de coser “La Nueva Americana”; “muebles austriacos” y era agencia de Comisiones para México y Veracruz. A principio del siglo XX, otras negociaciones fueron: El Pavo Real, El Incendio, el Hotel Jardín, la cantina El Gato Negro, establecimientos situados en la calle del Portal de Carmelitas, (hoy costado Pte. Del jardín Zenea, calle B. Juárez entre Fco. I. Madero y 16 de septiembre). En las décadas de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo: La Ciudad de México “Luis Proal e Hijos, S. A., que vendía “Ropa y Novedades” en la esquina de Madero y Juárez; La Casa Miguel, negociación de Miguel Sais, situada en la esquina de Juárez e Hidalgo, Ferretería Azteca “La casa de confianza” atendida por J. Refugio Barrón, donde “encontrarás tus juguetes soñados ven… visítanos y te convencerás”. Se encontraba en la esquina de 16 de Septiembre y Corregidora. Por otra parte, para comprar aparatos de radio, TV, consolas y relojes estaba la Proveedora del Hogar, (Juárez Nte. 77); La Casa Colorada “con los mejores precios” donde había surtido de vinos y licores nacionales y extranjeros, con servicio a domicilio, (Juárez Nte. 90); La Mariposa, dulcería-nevería-cafetería y servicio de restaurante, se ha distinguido hasta la fecha por los calendarios con temas queretanos.

Calendario de 1932. Foto: Cortesía | Edgardo Moreno

Otros tiempos. Los calendarios evolucionaron hasta las propuestas de mujeres desnudas y la mercadotecnia de seudo artistas para ofrecer el “sexacional calendario”, pero los hubo también de las más diversas temáticas, ecología, cultura, etnias y rostros, trajes típicos, arquitectura, fotos antiguas, obras de artistas plásticos y más. Los talleres, vulcanizadoras, peluquerías, billares, torterías, cantinas, tiendas de abarrotes, la sala, el comedor, las habitaciones de las casas fueron el espacio del cromo usado como agenda y adorno; muchos cromos fueron enmarcados con su paspartú y vidrio para servir como imagen del altar familiar, ennegrecido por las velas de rogativas y votos. Algunos bodegones, motivos florales o de “La última Cena” formaron parte de los recibidores o del comedor, entre las fotos de matrimonio y el estudio de caritas del bebé. Otros fueron al consultorio del médico o al despacho del tinterillo cobra-letras, entre diplomas, fotografías que perpetúan el saludo a un político prominente.

Lectura del pasado y del futuro. El tiempo subjetivo, relativo, inexistente no obstante se detuvo en los viejos calendarios ilustrados por diversas expresiones del arte; neoclásico, expresionismo, romanticismo, modernismo, art-Noveau. Art-decó; estéticas contemporáneas. Expresiones artísticas y culturales se encuentran implícitas en los calendarios a través de las décadas. Desde aquellas litografías, los cromos, la revolución del offset hasta la era digital, los calendarios han sido testigo de las épocas y de cambios sustanciales de nuestro país. Son ahora tesoro de coleccionistas, piezas de museo por sus tipos de imprenta, viñetas estampas litografiadas, son el testimonio de las mentalidades, aspiraciones, sueños y vindicaciones. Imaginario colectivo sintetizado.

En las primeras décadas del siglo XXI, otras son los usos para organizar el tiempo. La agenda y calendarios digitales, los dispositivos electrónicos y sus aplicaciones; de igual manera la mercadotecnia contemporánea ha dejado casi en desuso los calendarios impresos. El Museo de Calendario ubicado en el Centro Histórico de la ciudad de Querétaro; exhibe como un recurso de la nostalgia, los viejos y nuevos cromos que han sido un referente en hogares y ámbitos laborales de los queretanos y por supuesto la historia de la vida cultural, social y política. Pero también refleja las prácticas cotidianas de esas sociedades y sus apropiaciones en los fenómenos de tradición-modernidad. Por otra parte, el trabajo metódico de los investigadores que trabajan en la región han encontrado referencias importantes para la arque astronomía. Donde se conciben asentamientos regulados por la medición de fenómenos estelares. Desde Querétaro se generará la Hora Oficial para los Estados Unidos Mexicanos, toda vez que el reloj atómico CsF-1, es uno de los relojes más exactos del mundo. El reloj está instalado en el CENAM-Querétaro, elaborado por un grupo multidisciplinario de científicos mexicanos.

Sirvan pues estas digresiones para saludar a las nuevas construcciones y arreglos del tiempo en medio del caos y la incertidumbre, hay que parafrasear a Heráclito y su río interminable o recurrir a Borges para decir con él: “Llueve / ¿En qué ayer, en que patios de Cartago / Cae también esta lluvia? / J.L. Borges.

Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Enero de MMXXIII.

¿Un museo del calendario?

  • De la mano de Calendarios Landin, en 2015 se creó en Querétaro el Museo del calendario
  • Cuenta con una colección que reúne fechas desde 1903 hasta el 2017
  • A lo largo de 19 salas se aboda la historia del calendario
  • Se exhibe más de 200 piezas
  • Se ubica en Madero 91, Centro Histórico

Calendario “Poco a Poquito”. 1940. Foto: Cortesía | Edgardo Moreno


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