/ sábado 27 de abril de 2024

El problema de los tres cuerpos

El libro de cabecera


Me aventuré a leer El problema de los tres cuerpos (Nova, 2016) por simple curiosidad y terminé completamente cautivado. Liu Cixin nos ofrece ciencia ficción pura, sin adornos ni posturas políticamente correctas. Aunque no he visto la serie en Netflix, sospecho que el libro supera con creces su adaptación, de la misma manera que ocurrió con la decente adaptación cinematográfica de Ready Player One de Ernest Cline (2011), por ejemplo.

En el auge de la Revolución Cultural china, mientras Estados Unidos y la Unión Soviética se embarcan en búsquedas de vida extraterrestre, China despliega su propia iniciativa, el proyecto Costa Roja, en una base militar secreta en los bosques del norte del país. La astrofísica Ye Wenjie es una figura central en este proyecto, cuya misión es buscar exoplanetas y observar el movimiento del Sol y otros planetas en busca de signos de vida más allá de la Tierra:

“Entonces oyó una especie de aullido, grave y poderoso, que parecía fusionarse con el universo. Era el sonido de una enorme antena parabólica contra el viento. Al acercarse a ella, sintió su inmensidad”.

El trauma personal marca profundamente a Ye Wenjie cuando presencia el asesinato de su padre, Ye Zhetai, a manos de los guardias rojos durante la Revolución Cultural. Este evento despiadado alimenta su desilusión con la humanidad, llevándola a buscar respuestas más allá de nuestro planeta: «Era, por tanto, posible que todos los actos de la humanidad en su conjunto fueran malignos, que la maldad fuera la esencia del hombre y que cada individuo sólo la reconociera bajo ciertas formas».

Mientras observa el Sol a través de un telescopio, Ye Wenjie descubre un efecto reflexivo que permite amplificar las señales de radio, abriendo la posibilidad de comunicarse con civilizaciones distantes. Impulsada por su desilusión y esperanza en una intervención extraterrestre, envía un mensaje al sistema Alfa Centauri: “¡Vengan! Yo los ayudaré a conquistar este mundo. Nuestra civilización ya no es capaz de resolver los problemas por sí misma. Necesitamos la intervención de su fuerza”.

Paralelamente, en el lejano planeta Trisolaris, sus habitantes están inmersos en una crisis existencial, planeando una migración interestelar para escapar de la inminente destrucción de su mundo. Bajo el yugo de un emperador despótico, la supervivencia es la única meta que los guía.

Cuatro años después, un astrónomo trisolariano, movido por ideales pacifistas, intercepta el mensaje de Ye Wenjie y decide responder, advirtiendo a la humanidad sobre las consecuencias de contactar con Trisolaris. Sin embargo, su mensaje de paz lo conduce al destierro.

Finalmente, Ye Wenjie recibe la respuesta del astrónomo trisolariano, marcando el inicio de un intrigante intercambio entre dos mundos dispares, cada uno enfrentando dilemas morales y existenciales propios.

El problema de los tres cuerpos es el primer libro de la trilogía conocida como El recuerdo del pasado de la Tierra, aunque comúnmente los lectores chinos, y los de todos el mundo, se refieren a la serie por el título de esta primera entrega. El título mismo alude al desafío del mismo nombre en el ámbito de la mecánica orbital, un problema complejo que desempeña un papel significativo en la trama.

Originalmente, la novela fue publicada por entregas en 2006 en la revista Science Fiction World, capturando rápidamente la atención del público chino y estableciéndose como una de las novelas de ciencia ficción más populares en China. Posteriormente, en 2008, la obra fue lanzada en formato de libro, consolidando su estatus como un fenómeno literario en el género.

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La traducción al inglés de la novela, llevada a cabo por el renombrado escritor Ken Liu para Tor Books en 2014, no solo logró capturar la esencia y complejidad de la historia original sino que también recibió el reconocimiento de la crítica y los lectores. Esta traducción fue honrada con el prestigioso premio Hugo (considerado el Nobel de la Ciencia Ficción) a la mejor novela en 2015 y estuvo nominada para el premio Nébula a la mejor novela, destacando su impacto y resonancia en el ámbito internacional.

En 2016, la obra finalmente llegó al público hispanohablante con su publicación en español por Ediciones B, formando parte de su aclamada colección Nova. Esta adaptación al español permitió que una nueva audiencia nos sumergiéramos en la fascinante y compleja narrativa de Liu Cixin, explorando las profundidades de la ciencia ficción china y su rica tapeza de ideas sobre la humanidad, el universo y nuestro lugar en él.

Este libro me dejó impactado gracias a los elementos clásicos de la ciencia ficción, el planteamiento magistral del conflicto, la construcción simbólica y alegórica del juego y la estructura de la trama. Liu Cixin hace gala de una imaginación desbordante.
El ritmo es implacable y las sorpresas no cesan. Con abundantes giros narrativos y un manejo lúcido del suspense, la novela se nos muestra como una lectura fascinante, profunda y estimulante, abordando ciencia, política, filosofía, historia, con algunos guiños intertextuales muy efectivos, como Liberación animal (1975) de Peter Singer o Primavera silenciosa (1962) de Rachel Carson, entre otros.
Es una celebración a la ciencia ficción pura, aquella que coloca la ciencia en el centro de la trama y la celebra sin reservas. No hay trucos, ni posicionamientos políticamente correctos, ni magia barata. Todos los puntos que se plantean se explican eventualmente a través de la ciencia de una manera que tiene total sentido. Si rehuyes de la ciencia a la menor provocación, este libro no es para ti.


Me aventuré a leer El problema de los tres cuerpos (Nova, 2016) por simple curiosidad y terminé completamente cautivado. Liu Cixin nos ofrece ciencia ficción pura, sin adornos ni posturas políticamente correctas. Aunque no he visto la serie en Netflix, sospecho que el libro supera con creces su adaptación, de la misma manera que ocurrió con la decente adaptación cinematográfica de Ready Player One de Ernest Cline (2011), por ejemplo.

En el auge de la Revolución Cultural china, mientras Estados Unidos y la Unión Soviética se embarcan en búsquedas de vida extraterrestre, China despliega su propia iniciativa, el proyecto Costa Roja, en una base militar secreta en los bosques del norte del país. La astrofísica Ye Wenjie es una figura central en este proyecto, cuya misión es buscar exoplanetas y observar el movimiento del Sol y otros planetas en busca de signos de vida más allá de la Tierra:

“Entonces oyó una especie de aullido, grave y poderoso, que parecía fusionarse con el universo. Era el sonido de una enorme antena parabólica contra el viento. Al acercarse a ella, sintió su inmensidad”.

El trauma personal marca profundamente a Ye Wenjie cuando presencia el asesinato de su padre, Ye Zhetai, a manos de los guardias rojos durante la Revolución Cultural. Este evento despiadado alimenta su desilusión con la humanidad, llevándola a buscar respuestas más allá de nuestro planeta: «Era, por tanto, posible que todos los actos de la humanidad en su conjunto fueran malignos, que la maldad fuera la esencia del hombre y que cada individuo sólo la reconociera bajo ciertas formas».

Mientras observa el Sol a través de un telescopio, Ye Wenjie descubre un efecto reflexivo que permite amplificar las señales de radio, abriendo la posibilidad de comunicarse con civilizaciones distantes. Impulsada por su desilusión y esperanza en una intervención extraterrestre, envía un mensaje al sistema Alfa Centauri: “¡Vengan! Yo los ayudaré a conquistar este mundo. Nuestra civilización ya no es capaz de resolver los problemas por sí misma. Necesitamos la intervención de su fuerza”.

Paralelamente, en el lejano planeta Trisolaris, sus habitantes están inmersos en una crisis existencial, planeando una migración interestelar para escapar de la inminente destrucción de su mundo. Bajo el yugo de un emperador despótico, la supervivencia es la única meta que los guía.

Cuatro años después, un astrónomo trisolariano, movido por ideales pacifistas, intercepta el mensaje de Ye Wenjie y decide responder, advirtiendo a la humanidad sobre las consecuencias de contactar con Trisolaris. Sin embargo, su mensaje de paz lo conduce al destierro.

Finalmente, Ye Wenjie recibe la respuesta del astrónomo trisolariano, marcando el inicio de un intrigante intercambio entre dos mundos dispares, cada uno enfrentando dilemas morales y existenciales propios.

El problema de los tres cuerpos es el primer libro de la trilogía conocida como El recuerdo del pasado de la Tierra, aunque comúnmente los lectores chinos, y los de todos el mundo, se refieren a la serie por el título de esta primera entrega. El título mismo alude al desafío del mismo nombre en el ámbito de la mecánica orbital, un problema complejo que desempeña un papel significativo en la trama.

Originalmente, la novela fue publicada por entregas en 2006 en la revista Science Fiction World, capturando rápidamente la atención del público chino y estableciéndose como una de las novelas de ciencia ficción más populares en China. Posteriormente, en 2008, la obra fue lanzada en formato de libro, consolidando su estatus como un fenómeno literario en el género.

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La traducción al inglés de la novela, llevada a cabo por el renombrado escritor Ken Liu para Tor Books en 2014, no solo logró capturar la esencia y complejidad de la historia original sino que también recibió el reconocimiento de la crítica y los lectores. Esta traducción fue honrada con el prestigioso premio Hugo (considerado el Nobel de la Ciencia Ficción) a la mejor novela en 2015 y estuvo nominada para el premio Nébula a la mejor novela, destacando su impacto y resonancia en el ámbito internacional.

En 2016, la obra finalmente llegó al público hispanohablante con su publicación en español por Ediciones B, formando parte de su aclamada colección Nova. Esta adaptación al español permitió que una nueva audiencia nos sumergiéramos en la fascinante y compleja narrativa de Liu Cixin, explorando las profundidades de la ciencia ficción china y su rica tapeza de ideas sobre la humanidad, el universo y nuestro lugar en él.

Este libro me dejó impactado gracias a los elementos clásicos de la ciencia ficción, el planteamiento magistral del conflicto, la construcción simbólica y alegórica del juego y la estructura de la trama. Liu Cixin hace gala de una imaginación desbordante.
El ritmo es implacable y las sorpresas no cesan. Con abundantes giros narrativos y un manejo lúcido del suspense, la novela se nos muestra como una lectura fascinante, profunda y estimulante, abordando ciencia, política, filosofía, historia, con algunos guiños intertextuales muy efectivos, como Liberación animal (1975) de Peter Singer o Primavera silenciosa (1962) de Rachel Carson, entre otros.
Es una celebración a la ciencia ficción pura, aquella que coloca la ciencia en el centro de la trama y la celebra sin reservas. No hay trucos, ni posicionamientos políticamente correctos, ni magia barata. Todos los puntos que se plantean se explican eventualmente a través de la ciencia de una manera que tiene total sentido. Si rehuyes de la ciencia a la menor provocación, este libro no es para ti.

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