/ miércoles 22 de junio de 2022

“En este país todos somos hijos de Pedro Páramo”

En La cabeza de mi padre la escritora mexicana, Alma Delia Murillo, narra el viaje emprendido por ella y su familia en 2016 para buscar a su progenitor, mientras reflexiona sobre su infancia, las mujeres de su familia y la crianza sin figura paterna

“Mi abuela podía oler a una mujer embarazada en el minuto dos de la gestación; era agudísima. Y desde luego estaba convencida de que el aborto es un asesinato, un pecado capital. No imagino ni remotamente a mi madre pensando en ello. Aunque tal vez me sorprendería si pudiera mirar en su interior. Mi padre, en cambio, sí abortó. ¿O no? Porque, bien visto, al menos en este país, son los hombres quienes abortan masivamente; son los hombres quienes abortan de facto a sus hijos, legiones de padres renuncian a millones de hijos y no tuvieron que arriesgar el cuerpo en una clínica insalubre, nada. Abdico de todo cuidado paternal”, este es sólo un fragmento del libro La cabeza de mi padre, publicado por la periodista y escritora Alma Delia Murillo este 2022, y en el que cuenta el relato más personal que ha escrito hasta ahora.

A través de 191 páginas, Alma Delia cuenta la experiencia vivida en 2016, cuando ella y su familia, emprendieron un viaje a través de las venas del país, desde la Ciudad de México hasta Michoacán, para encontrar a su padre, un tal Porfirio Murillo, quien los había abandonado cuando ella tenía siete años de edad.

El frenético deseo de encontrarse con su padre, sorprendió una noche a la escritora originaria de la Ciudad de México, quien en sueños vió a un búho que le decía “tu padre va a morir”. Aquella pesadilla penetró tanto su mente y corazón, que habló con su madre y sus hermanos para contarles que quisieran o no, saldría a buscar al padre ausente.

Para su sorpresa, su madre y algunos de sus siete hermanos decidieron acompañarla en la travesía, subieron todos a una misma camioneta y comenzaron una búsqueda que en tan sólo dos meses daría frutos.

La cabeza de mi padre lleva ese título en honor a la única foto del padre de Alma Delia, en la que se aprecia el cuerpo de aquel hombre, aunque sin cabeza, ésta fue arrancada por decisión de la madre de familia para que no quede huella del hombre que abandonó a su mujer y a sus ocho hijos.

En este relato la autora se posiciona como el personaje principal, el que cuenta detalles del viaje, pero también el que reflexiona sobre su infancia en Ecatepec, donde ella y su familia vivían en vecindades y con múltiples carencias, mientras su madre trabajaba limpiando casas de familias mejor acomodadas.

Entre estos recuerdos de su infancia, Alma comparte sus primeras experiencias sexuales durante la adolescencia, el temor constante a los embarazos adolescentes, el fervor religioso de su madre, la labor de partera de su abuela, pero sobre todo, abunda en la figura del padre ausente, en la mentira que repitió una y otra vez hasta el cansancio para ahorrarse explicaciones; cuando alguien le preguntaba por su padre, ella decía con facilidad “mi padre está muerto”. Sin embargo, varias décadas después, aquella mentira tendría que caer, y el padre ausente tendría por fin un rostro.

“Vuelvo mi padre. Pienso en mi padre al que voy a conocer. Ahora tendré un padre, ahora tendremos un padre. Estaremos completos. Madre y padre. Hombre y mujer. (...) Traicioné la leyenda de aquel padre muerto cuando traje la certeza de aquel padre vivo”, señala.

En palabras de la autora, este libro publicado por la editorial Alfaguara, cuenta una historia muy personal, pero al mismo tiempo muy poco ordinaria, pues lamentablemente, en México se registran 12 millones de hogares sin padre.

Foto: Cortesía | @penguinrandomhousegrupoeditorial

“Apostaría con el Diablo que muchos de quienes me leen ahora mismo están haciendo su propio relato, el del padre ausente, desconocido, mitificado. Lo digo porque la ausencia también tiene datos. Según el relato de los números oficiales, en México hay doce millones de hogares sin padre. Unos veintiséis millones de hijos sin padre”.

Y refiriéndose al clásico de Juan Rulfo, Pedro Páramo, en el que también se busca al padre ausente, señala:

“Un ejército de Juanes y Juanas Preciado. Algunos lo están buscando, otros no. Puedo entender bien la elección del carpetazo: abandonar también al que abandonó primero, si tú no me quieres pues yo a ti tampoco. Pero yo busco, yo soy de las que buscan”, refiere en el libro.

En entrevista para Suplemento Barroco, Alma Delia Murillo, también autora de Cuentos de maldad y uno que otro maldito (editorial Alfaguara, 2020), El niño que fuimos (editorial Alfaguara, 2018), Las noches habitadas (Editorial Planeta, 2015), y Damas de Caza (editorial Plaza y Valdés, 2011), habla de éste que es su libro más reciente, y lo que significa para ella mostrarse al mundo con una historia tan íntima.

¿Cómo decidiste plasmar esta experiencia personal en el libro?

Es lo más íntimo que he escrito hasta ahora, porque de mis cuatro libros anteriores sí están todos a través del artilugio narrativo de la ficción, hay personajes, los cuentos están llenos de personajes ficticios, niños fantasmas, mesas que hablan, repartidores de comida rápida, vendedores de tamales, y pues el libro anterior El niño que fuimos y Las noches habitadas tienen personajes, pero esta es la primera vez que escribo en este registro autobiográfico y que la narradora se llama Alma Delia y que va contando una historia muy personal y al mismo tiempo poco extraordinaria, soy una mas de tantas hijas e hijos en este país que buscamos a nuestro padre porque un día se fue y nunca volvió, eso es un factor que ocurre muchísimo en México y en otros lugares del mundo, no nada más aquí, es mi historia. Primero me decían que mi padre había muerto, eso nos decía mi mamá y luego que siempre no, luego que sí nos quería pero que sí nos quería pero que se había ido por tal motivo; además no había en mi casa manera de ponerle rostro a ese personaje, porque la única foto que había, le habían arrancado la cabeza.

Un día, sabiendo que sí existía, que no estaba muerto y yo cerca de cumplir los 40 años tuve este sueño intenso con el que arrancó la novela en el que recibía el mensaje de un búho que me decia ‘tu padre va a morir’ y yo me quedé con eso en la entraña sintiendo que si no seguía la intuición posiblemente pasaría y yo iba a lamentar no haber visto a mi padre nunca en mi vida de adulto; así emprendimos el viaje a buscarlo, sin nada más que la foto de su hermano, la novela es ese relato.

¿Ahora que el mundo conoce tu historia, cómo te sientes?

No fue fácil, esta historia sucedió en diciembre del 2016, y el desenlace ocurrió muy pronto, dos meses después, y pasaron 5 años hasta que yo por fin pude escribirlo; terminé la novela en enero del 2021, más de un año. No me arrepiento, pero sigo sintiéndome muy incómoda. De repente releo pasajes y aún me cuesta, estoy muy expuesta, hasta hace un par de semanas soñaba que iba desnuda por las calles, no ha sido fácil, tiene un componente emocional muy delicado.

Foto: Cortesía | @almadelia.mx

En el libro mencionas algunos datos sobre los hogares sin padre en México, 12 millones. ¿Ya habías dimensionado estas cifras o también fue una sorpresa para ti?

No me sorprendí, está es mi herida, es como cuando te compras un coche azul, antes no veías coches azules pero ahora ves coches azules en todos lados, es ese punto de vista que forma parte de tu identidad, por eso digo que en este país todos somos hijos de Pedro Páramo y habemos un ejército de Juanas y Juanes preciado que andamos buscando al padre. Además, tengo amigos y amigas en esta misma situación, lo que sí me sorprende es la cantidad de gente que me dice: “Yo también”, “yo como tú, tengo un padre se fue”. Esto es tremendo, creces sintiéndote anormal, inadecuada, me faltaba un padre, pero con los años me voy dando cuenta que no, que la anomalía es esa familia completa: mamá, papá, perro, gato, jardín precioso”.

Los datos dicen que son 26 millones de personas en esa situación, y es la cifra más conservadora, otros datos dicen que el 40% de los hogares mexicanos no hay papá, que no lo veo tan descabellado.

¿Crees que hablar del padre que se va y abandona a su familia es un tema reciente de discusión? ¿o siempre hemos hablado de esto?

Yo creo que se ha hablado muy poco de eso, y lo poco que se ha hablado es siempre como un punto de vista estadístico, frio, sin emociones: “Tal porcentaje de hogares mexicanos no hay padre”, es tan permisivo el mensaje social de que los padres se pueden ir, que se ha normalizado; pero además, lo que yo intento es contar la historia desde lo humano, yo no soy un número más de los millones que vemos ahí, soy un ser humano que creció con un montón de situaciones complejas, otras sutiles y otras bestias, por no tener un padre.

Creo que en la literatura hace falta que seamos las hijas, las escritoras, las mujeres, quienes abordemos este tema, este es el tema más común y a la vez el más novedoso.

Algunos consideran que este es un libro sobre el triunfo de las mujeres, ¿tú lo crees así?

Desde luego el otro gran personaje de esta historia es mi madre, que pasó lo que pasan miles de mujeres, que vivieron solas la crianza de los hijos y otras cosas. Sí es una manera de mirarlas a ellas, pero yo intenté hablar de ella como mujer, no como una santa madre, tengo acercamientos de los momentos violentos que ella pasó, sus momentos de enamoramiento y otras situaciones, y que ahora la veo con otros ojos, la veo como una mujer, antes que como una madre, y desde luego la presencia de mi abuela, doña Paz, que era una partera cabrona, pero considero un peligro que se diga esta es una novela feminista, solo es una novela que está escribiendo una mujer. No me gusta la palabra triunfo, porque creo que la experiencia humana no se puede limitar a triunfadores y perdedores, lo que sí creo es que sobreviví al naufragio, y ya que llegué a la orilla, es que puedo contar la historia.

“Mi abuela podía oler a una mujer embarazada en el minuto dos de la gestación; era agudísima. Y desde luego estaba convencida de que el aborto es un asesinato, un pecado capital. No imagino ni remotamente a mi madre pensando en ello. Aunque tal vez me sorprendería si pudiera mirar en su interior. Mi padre, en cambio, sí abortó. ¿O no? Porque, bien visto, al menos en este país, son los hombres quienes abortan masivamente; son los hombres quienes abortan de facto a sus hijos, legiones de padres renuncian a millones de hijos y no tuvieron que arriesgar el cuerpo en una clínica insalubre, nada. Abdico de todo cuidado paternal”, este es sólo un fragmento del libro La cabeza de mi padre, publicado por la periodista y escritora Alma Delia Murillo este 2022, y en el que cuenta el relato más personal que ha escrito hasta ahora.

A través de 191 páginas, Alma Delia cuenta la experiencia vivida en 2016, cuando ella y su familia, emprendieron un viaje a través de las venas del país, desde la Ciudad de México hasta Michoacán, para encontrar a su padre, un tal Porfirio Murillo, quien los había abandonado cuando ella tenía siete años de edad.

El frenético deseo de encontrarse con su padre, sorprendió una noche a la escritora originaria de la Ciudad de México, quien en sueños vió a un búho que le decía “tu padre va a morir”. Aquella pesadilla penetró tanto su mente y corazón, que habló con su madre y sus hermanos para contarles que quisieran o no, saldría a buscar al padre ausente.

Para su sorpresa, su madre y algunos de sus siete hermanos decidieron acompañarla en la travesía, subieron todos a una misma camioneta y comenzaron una búsqueda que en tan sólo dos meses daría frutos.

La cabeza de mi padre lleva ese título en honor a la única foto del padre de Alma Delia, en la que se aprecia el cuerpo de aquel hombre, aunque sin cabeza, ésta fue arrancada por decisión de la madre de familia para que no quede huella del hombre que abandonó a su mujer y a sus ocho hijos.

En este relato la autora se posiciona como el personaje principal, el que cuenta detalles del viaje, pero también el que reflexiona sobre su infancia en Ecatepec, donde ella y su familia vivían en vecindades y con múltiples carencias, mientras su madre trabajaba limpiando casas de familias mejor acomodadas.

Entre estos recuerdos de su infancia, Alma comparte sus primeras experiencias sexuales durante la adolescencia, el temor constante a los embarazos adolescentes, el fervor religioso de su madre, la labor de partera de su abuela, pero sobre todo, abunda en la figura del padre ausente, en la mentira que repitió una y otra vez hasta el cansancio para ahorrarse explicaciones; cuando alguien le preguntaba por su padre, ella decía con facilidad “mi padre está muerto”. Sin embargo, varias décadas después, aquella mentira tendría que caer, y el padre ausente tendría por fin un rostro.

“Vuelvo mi padre. Pienso en mi padre al que voy a conocer. Ahora tendré un padre, ahora tendremos un padre. Estaremos completos. Madre y padre. Hombre y mujer. (...) Traicioné la leyenda de aquel padre muerto cuando traje la certeza de aquel padre vivo”, señala.

En palabras de la autora, este libro publicado por la editorial Alfaguara, cuenta una historia muy personal, pero al mismo tiempo muy poco ordinaria, pues lamentablemente, en México se registran 12 millones de hogares sin padre.

Foto: Cortesía | @penguinrandomhousegrupoeditorial

“Apostaría con el Diablo que muchos de quienes me leen ahora mismo están haciendo su propio relato, el del padre ausente, desconocido, mitificado. Lo digo porque la ausencia también tiene datos. Según el relato de los números oficiales, en México hay doce millones de hogares sin padre. Unos veintiséis millones de hijos sin padre”.

Y refiriéndose al clásico de Juan Rulfo, Pedro Páramo, en el que también se busca al padre ausente, señala:

“Un ejército de Juanes y Juanas Preciado. Algunos lo están buscando, otros no. Puedo entender bien la elección del carpetazo: abandonar también al que abandonó primero, si tú no me quieres pues yo a ti tampoco. Pero yo busco, yo soy de las que buscan”, refiere en el libro.

En entrevista para Suplemento Barroco, Alma Delia Murillo, también autora de Cuentos de maldad y uno que otro maldito (editorial Alfaguara, 2020), El niño que fuimos (editorial Alfaguara, 2018), Las noches habitadas (Editorial Planeta, 2015), y Damas de Caza (editorial Plaza y Valdés, 2011), habla de éste que es su libro más reciente, y lo que significa para ella mostrarse al mundo con una historia tan íntima.

¿Cómo decidiste plasmar esta experiencia personal en el libro?

Es lo más íntimo que he escrito hasta ahora, porque de mis cuatro libros anteriores sí están todos a través del artilugio narrativo de la ficción, hay personajes, los cuentos están llenos de personajes ficticios, niños fantasmas, mesas que hablan, repartidores de comida rápida, vendedores de tamales, y pues el libro anterior El niño que fuimos y Las noches habitadas tienen personajes, pero esta es la primera vez que escribo en este registro autobiográfico y que la narradora se llama Alma Delia y que va contando una historia muy personal y al mismo tiempo poco extraordinaria, soy una mas de tantas hijas e hijos en este país que buscamos a nuestro padre porque un día se fue y nunca volvió, eso es un factor que ocurre muchísimo en México y en otros lugares del mundo, no nada más aquí, es mi historia. Primero me decían que mi padre había muerto, eso nos decía mi mamá y luego que siempre no, luego que sí nos quería pero que sí nos quería pero que se había ido por tal motivo; además no había en mi casa manera de ponerle rostro a ese personaje, porque la única foto que había, le habían arrancado la cabeza.

Un día, sabiendo que sí existía, que no estaba muerto y yo cerca de cumplir los 40 años tuve este sueño intenso con el que arrancó la novela en el que recibía el mensaje de un búho que me decia ‘tu padre va a morir’ y yo me quedé con eso en la entraña sintiendo que si no seguía la intuición posiblemente pasaría y yo iba a lamentar no haber visto a mi padre nunca en mi vida de adulto; así emprendimos el viaje a buscarlo, sin nada más que la foto de su hermano, la novela es ese relato.

¿Ahora que el mundo conoce tu historia, cómo te sientes?

No fue fácil, esta historia sucedió en diciembre del 2016, y el desenlace ocurrió muy pronto, dos meses después, y pasaron 5 años hasta que yo por fin pude escribirlo; terminé la novela en enero del 2021, más de un año. No me arrepiento, pero sigo sintiéndome muy incómoda. De repente releo pasajes y aún me cuesta, estoy muy expuesta, hasta hace un par de semanas soñaba que iba desnuda por las calles, no ha sido fácil, tiene un componente emocional muy delicado.

Foto: Cortesía | @almadelia.mx

En el libro mencionas algunos datos sobre los hogares sin padre en México, 12 millones. ¿Ya habías dimensionado estas cifras o también fue una sorpresa para ti?

No me sorprendí, está es mi herida, es como cuando te compras un coche azul, antes no veías coches azules pero ahora ves coches azules en todos lados, es ese punto de vista que forma parte de tu identidad, por eso digo que en este país todos somos hijos de Pedro Páramo y habemos un ejército de Juanas y Juanes preciado que andamos buscando al padre. Además, tengo amigos y amigas en esta misma situación, lo que sí me sorprende es la cantidad de gente que me dice: “Yo también”, “yo como tú, tengo un padre se fue”. Esto es tremendo, creces sintiéndote anormal, inadecuada, me faltaba un padre, pero con los años me voy dando cuenta que no, que la anomalía es esa familia completa: mamá, papá, perro, gato, jardín precioso”.

Los datos dicen que son 26 millones de personas en esa situación, y es la cifra más conservadora, otros datos dicen que el 40% de los hogares mexicanos no hay papá, que no lo veo tan descabellado.

¿Crees que hablar del padre que se va y abandona a su familia es un tema reciente de discusión? ¿o siempre hemos hablado de esto?

Yo creo que se ha hablado muy poco de eso, y lo poco que se ha hablado es siempre como un punto de vista estadístico, frio, sin emociones: “Tal porcentaje de hogares mexicanos no hay padre”, es tan permisivo el mensaje social de que los padres se pueden ir, que se ha normalizado; pero además, lo que yo intento es contar la historia desde lo humano, yo no soy un número más de los millones que vemos ahí, soy un ser humano que creció con un montón de situaciones complejas, otras sutiles y otras bestias, por no tener un padre.

Creo que en la literatura hace falta que seamos las hijas, las escritoras, las mujeres, quienes abordemos este tema, este es el tema más común y a la vez el más novedoso.

Algunos consideran que este es un libro sobre el triunfo de las mujeres, ¿tú lo crees así?

Desde luego el otro gran personaje de esta historia es mi madre, que pasó lo que pasan miles de mujeres, que vivieron solas la crianza de los hijos y otras cosas. Sí es una manera de mirarlas a ellas, pero yo intenté hablar de ella como mujer, no como una santa madre, tengo acercamientos de los momentos violentos que ella pasó, sus momentos de enamoramiento y otras situaciones, y que ahora la veo con otros ojos, la veo como una mujer, antes que como una madre, y desde luego la presencia de mi abuela, doña Paz, que era una partera cabrona, pero considero un peligro que se diga esta es una novela feminista, solo es una novela que está escribiendo una mujer. No me gusta la palabra triunfo, porque creo que la experiencia humana no se puede limitar a triunfadores y perdedores, lo que sí creo es que sobreviví al naufragio, y ya que llegué a la orilla, es que puedo contar la historia.

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