/ jueves 30 de noviembre de 2023

Narciso III (final)

Vitral


Mi amigo Narciso logró captar momentos en su vida de cómo algunas de estas conductas narcisistas se gestaron mientras estaban en la mesa, comiendo con papá y mamá, aparentemente vacilando y riéndose, pero a costa de una persona: la madre, quizá por su condición de mujer, por no tener estudios, porque siempre había sido utilizada, y ahora ya qué. Así se van conformando hechos y situaciones a las que se les va cabalgando como se puede para que no se salgan de control, pero no es posible engañar a todos toda la vida. Los conflictos están ahí soterrados, enterrados, y van a sacar las garras tarde o temprano, se van a manifestar de una o de otra forma, pero tú ya no recordarás nada, ya te habrás inventado una fantasía que tú mismo te creerás, y serás incapaz de distinguir en tu conducta actual algo perturbador o con un origen anormal, enfermizo.

Y me comenta mi amigo: “No vayas a creer que nada más entre los hombres hay narcisos, también hay entre las mujeres. Por todos lados he conocido mujeres gandallas, autoritarias, manipuladoras, mentirosas, mamertas, dominantes y presumidas. No nada más por el hecho de ser mujeres ya son sacrosantas y benévolas, en todos los ámbitos hay de todo, personas buenas y personas canijas. Pobrecitos seres humanos, cada uno se cree tan especial, tan maravilloso, y no se dan cuenta de que no son más que un punto gris, todos hechos bola en una masa de puntos grises en donde todos se copian unos a otros acríticamente, son como borregos, lo que hace uno lo hace el otro, la música que escucha uno la escucha el otro, siguen a los mismos youtubers y se ríen con las mismas tonterías. El hombre masa se cree especial, y hace lo mismo que todos.”

Ahí le comenté a mi amigo Narciso de la existencia de un libro maravilloso que cuestiona precisamente eso, se titula Escucha pequeño hombrecito, lo escribió hace muchos años, en 1946, el psiquiatra y psicoanalista Wilhelm Reich. Y ahí analiza ese fenómeno del hombre masificado, gregario, ya sea hombre o sea mujer, no hay distinción por sexo.

¿Cómo se puede sanar sanar de la condición narcisista -le pregunto a mi amigo-, qué se puede hacer, tiene solución el problema? Me responde que según él sí, “pero todo depende de cada persona, de que se dé cuenta que tiene un problema, pero esto es un poco difícil porque quién puede aceptar tan fácilmente que es un soberbio, acomplejado; quién puede tener la humildad suficiente, la capacidad de autocrítica o ya no digamos una filosofía más profunda que le permita ver las situaciones desde la perspectiva de la compasión, la misericordia, el amor, la humildad, la solidaridad, la empatía. Casi estamos pidiendo un milagro, pero no es imposible, por supuesto, sé que es posible porque conozco gente que está trabajando en ese camino con avances importantes.”

Me comenta mi amigo, con gran énfasis, que no se trata de caer en un juego de acusaciones para ver quién es más Narciso. Para poder superar el problema primero hay que reconocerlo, y después buscar soluciones. Todas éstas pasan por una firme determinación de dejar de creerse el centro del mundo, y para ello hay que pensar en los otros, escucharlos, ayudarlos, porque si lo dejamos en un juego de acusaciones no se avanza en absoluto. Se requiere de una gran dosis de humildad, y porqué no, de apoyarse en libros de autoayuda, psicólogos, psiquiatras, un buen amigo, un profesor, un coach profesional, un consejero espiritual, y en una gran determinación que ayude a la transformación.

Mi amigo cree que el narcisismo sí tiene solución, al contrario de lo que opinan muchos especialistas, pero no se trata de una solución mágica o de buena onda, sino de un trabajo con mucha conciencia, claridad, rigurosa autobservación y una voluntad firme.

El problema es que Narciso ni siquiera se da cuenta de su condición y mucho menos actúa, y eso lo lleva a generar infiernos brutales en su entorno familiar, laboral o incluso a nivel del poder político, en donde los pueblos padecen sus megalomanías.

Uno de los caminos que más ayudan para que las personas salgan del narcisismo es la espiritualidad, porque ésta va directo a los mecanismos profundos de la conciencia, al fundamento del ser. Y no se necesita ser precisamente religioso, se puede uno acercar, por ejemplo, al cristianismo o al budismo, o a cualquier otra línea, sin que por ello se convierta a una religión, salvo los que ya estén en ella. A quien no le interese la religiosidad puede tomar laicamente el fundamento de las enseñanzas de Cristo o de Buda para encontrar un camino de sanación para la enfermedad emocional del narcisismo, ahí encontrará una base bien estructurada y probada milenariamente, y puede comprobar su efectividad en la práctica concreta, diaria.

Para atender el padecimiento del narcisismo hay que ir hasta el fondo, al origen, que generalmente se ubica en la familia. Creo que Freud dijo por ahí que la familia era la fuente de todos los problemas. Madre sobreprotectora, padre ausente, parece ser la fórmula perfecta que da origen a muchas enfermedades emocionales. Ir al fondo significa comprender el origen del padecimiento recordando situaciones pasadas, no para regodearse en ellas de manera anecdótica, sino para encontrar los tesoros que guardan y poder regresar al presente, a la luz de los conocimientos adquiridos, para sanar. No se trata de acusaciones, de reclamos, sino de ubicar la fuente del problema y hacerse responsable en el presente de sus actos. La sanación pasa por el camino del perdón, el amor y la compasión.

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Es justo también señalar que en el entorno de un sistema social que promueve la competencia despiadada, el individualismo a ultranza, el ego, la fantasía narcisista y la soberbia, todo esto no coopera mucho a la salud emocional. Otro mal ejemplo lo tenemos en el narcisismo digital, en donde la búsqueda de likes en las redes sociales, a partir de exponer la vida personal, se considera como lo máximo.

Me dice mi amigo: “Seguiré buscando la puerta de salida de este infierno. Sí, porque el narcisismo es un infierno. No importa cuántas recaídas, cuántas equivocaciones, retrocesos tenga, seguiré buscando, informándome y sobre todo practicando. El cambio lo notaré en el espejo que se da en el trato con los otros.”


https://escritosdealfonsofrancotiscareno.blogspot.com



Mi amigo Narciso logró captar momentos en su vida de cómo algunas de estas conductas narcisistas se gestaron mientras estaban en la mesa, comiendo con papá y mamá, aparentemente vacilando y riéndose, pero a costa de una persona: la madre, quizá por su condición de mujer, por no tener estudios, porque siempre había sido utilizada, y ahora ya qué. Así se van conformando hechos y situaciones a las que se les va cabalgando como se puede para que no se salgan de control, pero no es posible engañar a todos toda la vida. Los conflictos están ahí soterrados, enterrados, y van a sacar las garras tarde o temprano, se van a manifestar de una o de otra forma, pero tú ya no recordarás nada, ya te habrás inventado una fantasía que tú mismo te creerás, y serás incapaz de distinguir en tu conducta actual algo perturbador o con un origen anormal, enfermizo.

Y me comenta mi amigo: “No vayas a creer que nada más entre los hombres hay narcisos, también hay entre las mujeres. Por todos lados he conocido mujeres gandallas, autoritarias, manipuladoras, mentirosas, mamertas, dominantes y presumidas. No nada más por el hecho de ser mujeres ya son sacrosantas y benévolas, en todos los ámbitos hay de todo, personas buenas y personas canijas. Pobrecitos seres humanos, cada uno se cree tan especial, tan maravilloso, y no se dan cuenta de que no son más que un punto gris, todos hechos bola en una masa de puntos grises en donde todos se copian unos a otros acríticamente, son como borregos, lo que hace uno lo hace el otro, la música que escucha uno la escucha el otro, siguen a los mismos youtubers y se ríen con las mismas tonterías. El hombre masa se cree especial, y hace lo mismo que todos.”

Ahí le comenté a mi amigo Narciso de la existencia de un libro maravilloso que cuestiona precisamente eso, se titula Escucha pequeño hombrecito, lo escribió hace muchos años, en 1946, el psiquiatra y psicoanalista Wilhelm Reich. Y ahí analiza ese fenómeno del hombre masificado, gregario, ya sea hombre o sea mujer, no hay distinción por sexo.

¿Cómo se puede sanar sanar de la condición narcisista -le pregunto a mi amigo-, qué se puede hacer, tiene solución el problema? Me responde que según él sí, “pero todo depende de cada persona, de que se dé cuenta que tiene un problema, pero esto es un poco difícil porque quién puede aceptar tan fácilmente que es un soberbio, acomplejado; quién puede tener la humildad suficiente, la capacidad de autocrítica o ya no digamos una filosofía más profunda que le permita ver las situaciones desde la perspectiva de la compasión, la misericordia, el amor, la humildad, la solidaridad, la empatía. Casi estamos pidiendo un milagro, pero no es imposible, por supuesto, sé que es posible porque conozco gente que está trabajando en ese camino con avances importantes.”

Me comenta mi amigo, con gran énfasis, que no se trata de caer en un juego de acusaciones para ver quién es más Narciso. Para poder superar el problema primero hay que reconocerlo, y después buscar soluciones. Todas éstas pasan por una firme determinación de dejar de creerse el centro del mundo, y para ello hay que pensar en los otros, escucharlos, ayudarlos, porque si lo dejamos en un juego de acusaciones no se avanza en absoluto. Se requiere de una gran dosis de humildad, y porqué no, de apoyarse en libros de autoayuda, psicólogos, psiquiatras, un buen amigo, un profesor, un coach profesional, un consejero espiritual, y en una gran determinación que ayude a la transformación.

Mi amigo cree que el narcisismo sí tiene solución, al contrario de lo que opinan muchos especialistas, pero no se trata de una solución mágica o de buena onda, sino de un trabajo con mucha conciencia, claridad, rigurosa autobservación y una voluntad firme.

El problema es que Narciso ni siquiera se da cuenta de su condición y mucho menos actúa, y eso lo lleva a generar infiernos brutales en su entorno familiar, laboral o incluso a nivel del poder político, en donde los pueblos padecen sus megalomanías.

Uno de los caminos que más ayudan para que las personas salgan del narcisismo es la espiritualidad, porque ésta va directo a los mecanismos profundos de la conciencia, al fundamento del ser. Y no se necesita ser precisamente religioso, se puede uno acercar, por ejemplo, al cristianismo o al budismo, o a cualquier otra línea, sin que por ello se convierta a una religión, salvo los que ya estén en ella. A quien no le interese la religiosidad puede tomar laicamente el fundamento de las enseñanzas de Cristo o de Buda para encontrar un camino de sanación para la enfermedad emocional del narcisismo, ahí encontrará una base bien estructurada y probada milenariamente, y puede comprobar su efectividad en la práctica concreta, diaria.

Para atender el padecimiento del narcisismo hay que ir hasta el fondo, al origen, que generalmente se ubica en la familia. Creo que Freud dijo por ahí que la familia era la fuente de todos los problemas. Madre sobreprotectora, padre ausente, parece ser la fórmula perfecta que da origen a muchas enfermedades emocionales. Ir al fondo significa comprender el origen del padecimiento recordando situaciones pasadas, no para regodearse en ellas de manera anecdótica, sino para encontrar los tesoros que guardan y poder regresar al presente, a la luz de los conocimientos adquiridos, para sanar. No se trata de acusaciones, de reclamos, sino de ubicar la fuente del problema y hacerse responsable en el presente de sus actos. La sanación pasa por el camino del perdón, el amor y la compasión.

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Es justo también señalar que en el entorno de un sistema social que promueve la competencia despiadada, el individualismo a ultranza, el ego, la fantasía narcisista y la soberbia, todo esto no coopera mucho a la salud emocional. Otro mal ejemplo lo tenemos en el narcisismo digital, en donde la búsqueda de likes en las redes sociales, a partir de exponer la vida personal, se considera como lo máximo.

Me dice mi amigo: “Seguiré buscando la puerta de salida de este infierno. Sí, porque el narcisismo es un infierno. No importa cuántas recaídas, cuántas equivocaciones, retrocesos tenga, seguiré buscando, informándome y sobre todo practicando. El cambio lo notaré en el espejo que se da en el trato con los otros.”


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