/ miércoles 20 de febrero de 2019

Thich Nhat Hanh, el Buda viviente III. La Conciencia plena

Vitral

En la revisión y atención profunda de los pequeños actos podemos darnos cuenta de qué tan conscientes o inconscientes somos y estamos. Por ejemplo, el maestro Thay, propone la revisión de la forma en que comemos. Hay quienes no han terminado aún un bocado, cuando ya están introduciendo otro en la boca. Esta situación, si lo observamos bien, refleja un sinnúmero de circunstancias tales como: ansiedad, inconsciencia, gula, falta de atención.

El Mindfullness, la conciencia plena, nos enseña a estar conscientemente en el aquí y el ahora. En los tiempos que corren estamos acostumbrados a permanecer distraídos, o a realizar varias cosas al mismo tiempo. Esto dificulta estar conscientes, y ejercicios tan sencillos como lavar los trastes con plena atención -nos dice el maestro zen Thich Nhat-, nos pueden enseñar a permanecer con plena conciencia en cada momento que vivimos. Al no estar pensando en otras cosas, al concentrarnos suave, fácil y plenamente en lo que hacemos, combatimos ese comportamiento contrario a la calma. La llamada multitask -estar realizando diversas tareas al mismo tiempo-, es una de las más fuertes generadoras de estrés.

Otro ejemplo: muchos intentan dieta tras dieta buscando adelgazar. Si se dieran cuenta de que comer conscientemente es la mejor forma de alimentarse, esto repercutiría en el logro de su objetivo. Además, seguramente, estarían más sanos. Desafortunadamente, se come de manera inconsciente. Mientras lo hacemos estamos platicando, viendo la televisión, con el celular, con la tableta, y prestamos poca atención al hecho de comer, de que el alimento es la fuente de nuestra vida, de que perdemos ese maravilloso encuentro con los sabores, sus combinaciones, y la conciencia de saber el beneficio que cada uno trae para nosotros. Mindfulness nos enseña a comer correctamente, calmados, sabiendo el por qué y para qué comemos. Todo ello repercutirá en un mejor estado del organismo, en salud y en un mejor desempeño en nuestras labores diarias.

Con la práctica de los ejercicios tan simples que propone el mindfulness vamos adquiriendo pleno dominio de nuestro ser y de nuestra circunstancia. Es un trabajo permanente, no de un día. Es una práctica para la vida cotidiana, y su ejercicio continuo se vuelve una manera de ser en el mundo. Se trata de hacer todo conscientemente: estudiar, comer, trabajar, lavar los trastes, amar. Con ello vemos la vida en forma diferente, permite profundizar más y más en cada hecho hasta lograr una comprensión mayor.

El mindfulness se opone al pensamiento mecanizado, se opone a proceder como un ser inconsciente que hace todo al ay se va, al aventón, a como salga. Propone otra manera de actuar. Con este camino descubres todas las maravillas existentes, desde lo más pequeño hasta lo más grande. Porque como dice el maestro Thay: todo es un milagro. Fíjate bien que puedes caminar, ver, palpar; tienes tu casa, la sonrisa de tus hijos, los ojos de tu esposa, el plato que te alimenta, el salario para vivir, y si hay alguna circunstancia con la que no estés de acuerdo, la plena conciencia te permite cambiar tu situación, transformarla, por una en donde estés más contento, feliz, a gusto, más consciente.

Intentemos a diario detener las prisas que nos mantienen en la inconsciencia. Hay que darse tiempo para uno mismo, para calmarse, relajarse, para apreciar la infinidad de bellezas que nos rodean, para ver el cielo, para mirar como camina una nube, para contemplar a nuestros perros y a nuestros gatos, para maravillarnos. Hay que ejercitarnos para poder detener nuestra aceleración. Y si piensas que no tienes tiempo para practicar el Mindfullness, el maestro Thay dice que lo apliques en lo que estés haciendo. Si tienes mucho trabajo ahí es el lugar para practicar. La Conciencia plena “es el milagro que nos permite ser dueños de nosotros mismos y recuperar la plenitud”, (p. 30). Ser plenamente consciente es ser dueño de uno mismo. La cuestión es liberarnos de la tensión y la dispersión mental.

A la mente sin control se le ha comparado con un monito que corre como loco de un lado a otro brincando, saltando, gritando, golpeando sin control alguno. Para una mente descontrolada Thay recomienda practicar del Sutra de la respiración: inhalar con suavidad, consciente de que estás inhalando, y exhalar sabiendo que estás exhalando. Esto calma la mente, y entre más se practique más habilidad se tendrá. Es en las situaciones difíciles, en las más agobiantes, en donde es más pertinente practicar la plena conciencia. Aunque es un reto enorme, es ahí en donde puede rendir los mejores frutos, y donde podemos palpar su eficiencia y resultados. Si se aprende a controlar la respiración observando la inhalación y la exhalación, con el tiempo se llega a controlar al cuerpo y a la mente.

Para profundizar en todos estos conceptos recomendamos la lectura del libro El milagro del Mindfullness, de Thich Nhat Hanh. Ahí encontrarán respuestas a las dudas, y podrán estudiar y repasar, cuantas veces quieran, todos los conceptos y los ejercicios. Cuando te encuentres disperso, enojado, inquieto, celoso, deprimido, triste, práctica el Sutra de la respiración. Observa profundamente el sentimiento que tengas y respira, que junto a la compasión y el amor te calmarán, y serás capaz de superar la emoción que te invade.

Estando conscientes de cada acto, el que sea, éste se vuelve una meditación, se vuelve ligero, claro, poderoso. Porque ese momento es el más importante de nuestra vida.

Siempre andamos a las prisas, todo es rápido. La plena conciencia nos invita a proceder calmada y relajadamente. Es increíble toda la ansiedad y tensión que se encierra en unas simples palabras: ¡rápido, rápido, rápido! Esto es resultado del tipo de vida que llevamos actualmente, en donde se supone que hay más progreso y desarrollo, pero también más nerviosismo, estrés y angustia, las cuales causan muchas enfermedades además de desasosiego, falta de atención y disminución de las facultades humanas.

La respiración es la clave de todo el proceso. Dice el maestro Thay que: “ Nuestra respiración también es como un delgado hilo. Pero en cuanto sabemos usarla, se convierte en una herramienta maravillosa que nos ayuda a superar una situaciones que de lo contrario nos parecería insuperables. La respiración es el puente a través del cual el cuerpo se conecta con la mente, el elemento que los concilia a ambos y que permite que sean una unidad”. Ilumina a los dos, y les da paz y calma.

Sin caer en reduccionismos, una buena receta para la vida es la práctica de la Conciencia plena y de la meditación. Con ellas se logrará un corazón tranquilo y una mente clara. Es cuestión de tiempo y de práctica para atestiguar los resultados. A fin de cuentas, todas estas técnicas van encaminadas a finalizar con el sufrimiento, y a generar nuevos ambientes llenos de compasión, amor y solidaridad con los demás. Y, como ya lo dijimos antes, no es necesario convertirse al budismo, de hecho este sistema de pensamiento no hace proselitismo, cuando menos directo. Estas prácticas van encaminadas a que seamos capaces de reconocer que la vida es un tesoro infinitamente valioso y misterioso. Van orientadas a dejar de engañarnos, de mentirnos y mentir a los demás. Buscan construir otro tipo de vida. Parece una utopía, pero son muchos los seres, en el pasado y el presente, que han demostrado con hechos que es posible otro camino, y uno de estos maestros es el que hemos llamado el Buda viviente, el maestro Thich Nhat Hanh. Namasté. (Fin).

https://escritosdeaft.blogspot.com

En la revisión y atención profunda de los pequeños actos podemos darnos cuenta de qué tan conscientes o inconscientes somos y estamos. Por ejemplo, el maestro Thay, propone la revisión de la forma en que comemos. Hay quienes no han terminado aún un bocado, cuando ya están introduciendo otro en la boca. Esta situación, si lo observamos bien, refleja un sinnúmero de circunstancias tales como: ansiedad, inconsciencia, gula, falta de atención.

El Mindfullness, la conciencia plena, nos enseña a estar conscientemente en el aquí y el ahora. En los tiempos que corren estamos acostumbrados a permanecer distraídos, o a realizar varias cosas al mismo tiempo. Esto dificulta estar conscientes, y ejercicios tan sencillos como lavar los trastes con plena atención -nos dice el maestro zen Thich Nhat-, nos pueden enseñar a permanecer con plena conciencia en cada momento que vivimos. Al no estar pensando en otras cosas, al concentrarnos suave, fácil y plenamente en lo que hacemos, combatimos ese comportamiento contrario a la calma. La llamada multitask -estar realizando diversas tareas al mismo tiempo-, es una de las más fuertes generadoras de estrés.

Otro ejemplo: muchos intentan dieta tras dieta buscando adelgazar. Si se dieran cuenta de que comer conscientemente es la mejor forma de alimentarse, esto repercutiría en el logro de su objetivo. Además, seguramente, estarían más sanos. Desafortunadamente, se come de manera inconsciente. Mientras lo hacemos estamos platicando, viendo la televisión, con el celular, con la tableta, y prestamos poca atención al hecho de comer, de que el alimento es la fuente de nuestra vida, de que perdemos ese maravilloso encuentro con los sabores, sus combinaciones, y la conciencia de saber el beneficio que cada uno trae para nosotros. Mindfulness nos enseña a comer correctamente, calmados, sabiendo el por qué y para qué comemos. Todo ello repercutirá en un mejor estado del organismo, en salud y en un mejor desempeño en nuestras labores diarias.

Con la práctica de los ejercicios tan simples que propone el mindfulness vamos adquiriendo pleno dominio de nuestro ser y de nuestra circunstancia. Es un trabajo permanente, no de un día. Es una práctica para la vida cotidiana, y su ejercicio continuo se vuelve una manera de ser en el mundo. Se trata de hacer todo conscientemente: estudiar, comer, trabajar, lavar los trastes, amar. Con ello vemos la vida en forma diferente, permite profundizar más y más en cada hecho hasta lograr una comprensión mayor.

El mindfulness se opone al pensamiento mecanizado, se opone a proceder como un ser inconsciente que hace todo al ay se va, al aventón, a como salga. Propone otra manera de actuar. Con este camino descubres todas las maravillas existentes, desde lo más pequeño hasta lo más grande. Porque como dice el maestro Thay: todo es un milagro. Fíjate bien que puedes caminar, ver, palpar; tienes tu casa, la sonrisa de tus hijos, los ojos de tu esposa, el plato que te alimenta, el salario para vivir, y si hay alguna circunstancia con la que no estés de acuerdo, la plena conciencia te permite cambiar tu situación, transformarla, por una en donde estés más contento, feliz, a gusto, más consciente.

Intentemos a diario detener las prisas que nos mantienen en la inconsciencia. Hay que darse tiempo para uno mismo, para calmarse, relajarse, para apreciar la infinidad de bellezas que nos rodean, para ver el cielo, para mirar como camina una nube, para contemplar a nuestros perros y a nuestros gatos, para maravillarnos. Hay que ejercitarnos para poder detener nuestra aceleración. Y si piensas que no tienes tiempo para practicar el Mindfullness, el maestro Thay dice que lo apliques en lo que estés haciendo. Si tienes mucho trabajo ahí es el lugar para practicar. La Conciencia plena “es el milagro que nos permite ser dueños de nosotros mismos y recuperar la plenitud”, (p. 30). Ser plenamente consciente es ser dueño de uno mismo. La cuestión es liberarnos de la tensión y la dispersión mental.

A la mente sin control se le ha comparado con un monito que corre como loco de un lado a otro brincando, saltando, gritando, golpeando sin control alguno. Para una mente descontrolada Thay recomienda practicar del Sutra de la respiración: inhalar con suavidad, consciente de que estás inhalando, y exhalar sabiendo que estás exhalando. Esto calma la mente, y entre más se practique más habilidad se tendrá. Es en las situaciones difíciles, en las más agobiantes, en donde es más pertinente practicar la plena conciencia. Aunque es un reto enorme, es ahí en donde puede rendir los mejores frutos, y donde podemos palpar su eficiencia y resultados. Si se aprende a controlar la respiración observando la inhalación y la exhalación, con el tiempo se llega a controlar al cuerpo y a la mente.

Para profundizar en todos estos conceptos recomendamos la lectura del libro El milagro del Mindfullness, de Thich Nhat Hanh. Ahí encontrarán respuestas a las dudas, y podrán estudiar y repasar, cuantas veces quieran, todos los conceptos y los ejercicios. Cuando te encuentres disperso, enojado, inquieto, celoso, deprimido, triste, práctica el Sutra de la respiración. Observa profundamente el sentimiento que tengas y respira, que junto a la compasión y el amor te calmarán, y serás capaz de superar la emoción que te invade.

Estando conscientes de cada acto, el que sea, éste se vuelve una meditación, se vuelve ligero, claro, poderoso. Porque ese momento es el más importante de nuestra vida.

Siempre andamos a las prisas, todo es rápido. La plena conciencia nos invita a proceder calmada y relajadamente. Es increíble toda la ansiedad y tensión que se encierra en unas simples palabras: ¡rápido, rápido, rápido! Esto es resultado del tipo de vida que llevamos actualmente, en donde se supone que hay más progreso y desarrollo, pero también más nerviosismo, estrés y angustia, las cuales causan muchas enfermedades además de desasosiego, falta de atención y disminución de las facultades humanas.

La respiración es la clave de todo el proceso. Dice el maestro Thay que: “ Nuestra respiración también es como un delgado hilo. Pero en cuanto sabemos usarla, se convierte en una herramienta maravillosa que nos ayuda a superar una situaciones que de lo contrario nos parecería insuperables. La respiración es el puente a través del cual el cuerpo se conecta con la mente, el elemento que los concilia a ambos y que permite que sean una unidad”. Ilumina a los dos, y les da paz y calma.

Sin caer en reduccionismos, una buena receta para la vida es la práctica de la Conciencia plena y de la meditación. Con ellas se logrará un corazón tranquilo y una mente clara. Es cuestión de tiempo y de práctica para atestiguar los resultados. A fin de cuentas, todas estas técnicas van encaminadas a finalizar con el sufrimiento, y a generar nuevos ambientes llenos de compasión, amor y solidaridad con los demás. Y, como ya lo dijimos antes, no es necesario convertirse al budismo, de hecho este sistema de pensamiento no hace proselitismo, cuando menos directo. Estas prácticas van encaminadas a que seamos capaces de reconocer que la vida es un tesoro infinitamente valioso y misterioso. Van orientadas a dejar de engañarnos, de mentirnos y mentir a los demás. Buscan construir otro tipo de vida. Parece una utopía, pero son muchos los seres, en el pasado y el presente, que han demostrado con hechos que es posible otro camino, y uno de estos maestros es el que hemos llamado el Buda viviente, el maestro Thich Nhat Hanh. Namasté. (Fin).

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