/ martes 21 de noviembre de 2023

En Querétaro, se puede hacer más en turismo: Isaac Dehesa

Despegue industrial, el Centro de Congresos y la pandemia han sido los parteaguas del sector hotelero los últimos 20 años

“La pandemia marcó un parteaguas total; cambió completamente la manera de hacer negocios de los hoteles en Querétaro. Antes de la pandemia, las ocupaciones hoteleras, con sus variaciones, se conformaban por un 80 por ciento de turismo de negocios, un diez por ciento de eventos y convenciones, y otro diez por ciento de turistas que venían a conocer Querétaro. Eso cambió con la pandemia, porque la gente de negocios bajó muchísimo su presencia, el mercado de congresos está tomando un buen ritmo y el mercado de turismo también; yo creo que ya tenemos como un veinte por ciento”.

Quien así lo afirma es Isaac Dehesa Brito, con una larga trayectoria en el medio hotelero y presidente de la Asociación de Hoteles Boutique en el Estado, y quien actualmente dirige tres de estos hoteles en la ciudad.

Reconoce que la pandemia descubrió a los grandes directivos industriales a que las juntas son más eficientes, y el gasto de traslados y hospedajes se anula, utilizando la tecnología, y dejando este tipo de inversiones sólo para quienes requieren hacer revisiones físicas o presenciales. De la crisis, sin embargo, se está saliendo gracias al esfuerzo realizado por la Secretarías de Turismo y por los mismos empresarios hoteleros.

“Estamos cerca de la recuperación”, asegura quien también ha sido presidente, en varias ocasiones, de la Asociación Queretana de Hoteleros y vicepresidente de la Canaco. “El año pasado todavía fue bastante caótico y el primer semestre de este año andamos entre el 45 o 50 por ciento de ocupación, cuando antes en la ciudad teníamos entre 55 y 70. Este último trimestre ya estamos en niveles de antes de la pandemia, así que confiamos que el próximo ya se haya recuperado bastante”.

Dehesa llegó a Querétaro hace 29 años, invitado por don Roberto Zapata Gil y por los señores Torres Landa para dirigir el hotel Misión Juriquilla, a cuyo frente estuvo por 12 años. Lo respalda una amplia preparación en materia turística y hotelera, pues estudió Administración Hotelera en el Politécnico Nacional, cuenta con una especialidad en Planeación y Desarrollo Turístico y con un diplomado en Alta Dirección por el Tec de Monterrey, además de ser egresado del AD-2 del Ipade.

“Realmente el gran detonante para el crecimiento de los hoteles en los últimos veinte años ha sido la llegada de la industria, pero yo marcaría varios parteaguas muy significativos”, reflexiona cuando le preguntamos sobre el desarrollo de la industria sin chimeneas en la entidad: “La construcción del Centro de Congresos, cuando se empiezan a mover un poco los segmentos, y luego la pandemia”.

Foto: Hugo Arciniega | Diario de Querétaro


También es crítico en sus reflexiones cuando asegura que no hemos explotado adecuadamente el patrimonio turístico con el que Querétaro cuenta, o se nos puede ir de las manos, como es el caso de la “explosión turística interesante” de Bernal, “ya casi fuera de control”. Podrían hacerse las cosas mejor, y para sostenerlo pone el ejemplo del sitio arqueológico de El Cerrito, en Corregidora: “Lugares como la pirámide han sido realmente poco explotados; es la pirámide más grande de México, viniendo del norte al sur; podría ser tan significativa como ha sido Cholula, donde sí supieron explotar turísticamente ese patrimonio”.

“Si bien la ciudad es patrimonio cultural de la humanidad, y se ha cuidado, creo que se puede hacer mejor”, reconoce, advirtiendo que el centro histórico queretano está descuidado en su limpieza, aunque resalta las ventajas de nuestra ciudad: la seguridad, las vías de comunicación, el aeropuerto, un gran centro de congresos, e infraestructura de primera, como el estadio, las haciendas, los campos de golf o los viñedos. “Se ha hecho un gran esfuerzo con la Secretaría de Turismo. También se está rescatando mucho todo lo que es el mercado de bodas, donde tenemos un gran potencial”.

“Si quieres tener una ciudad de clase mundial, necesitas también tener hotelería de clase mundial”, sentencia, poniendo énfasis en las carencias. “Tuvimos mucho tiempo clientes comerciales que dan mucho volumen, pero que pagan mucho menos y que no te permiten hacer algo más grande. Si organizáramos un congreso de líderes mundiales, por ejemplo, no hay manera de hospedarlos aquí. A Querétaro le hace falta un hotel de marca mundial. Hubo varios anteproyectos para eso, pero la pandemia los acabó”.

Otro tema en el que creo hay que echarle ganas todos, es la gastronomía. En lugares como Oaxaca, Puebla, Mérida, o incluso San Miguel de Allende, hay restaurantes icónicos para comer; Querétaro no los tiene; hay buenos restaurantes, pero no atraen al turismo específicamente para comer en ellos”, recalca. “Querétaro no es un destino gastronómico”.

También aborda el tema cultural o artístico, que mueve al turismo, y que va más allá de los muchas bellas e históricas edificaciones con las que contamos:Hace falta un buen festival. Guanajuato tiene su Cervantino, Morelia tiene el de cine y uno de música extraordinario; Guadalajara, la consolidada Feria Internacional del Libro… Aquí hay muchos festivales, pero no de categoría mundial”.

Foto: Hugo Arciniega | Diario de Querétaro


Mientras degusta un café en una de las mesas del restaurante del Mesón de la Merced, uno de los tres hoteles boutique que dirige en el centro histórico de Querétaro, nos habla de esa especialidad de la hotelería: “Hicimos un censo y concluimos que en el estado hay aproximadamente cincuenta hoteles boutique".

¿Cuál es la diferencia de un hotel boutique con respecto al resto de hoteles?, le preguntamos, pues como él mismo reconoce, hay establecimientos que así se etiquetan sin serlo en realidad.

“No hay una definición oficial mundial”, responde, “pero básicamente son hoteles de no más de treinta habitaciones de cinco estrellas, o de lujo, ubicados en edificios especiales, ya sea casonas históricas o un lugar de diseño, y con servicio de conserjería o recepción 24 por 7, en donde se pueda pagar con tarjeta y que cuente con los servicios básicos de los grandes hoteles, aunque no necesita tener alberca o restaurante”.

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Para Isaac Dehesa la industria del turismo es, además de la profesión que cobija desde hace décadas y como se reconoce en cuanto toma la palabra, una pasión que ha desarrollado en Querétaro por tres décadas. Sabe de lo que habla y reconoce siempre que cualquier esfuerzo en la materia conlleva recursos económicos, tiempo, y la convergencia de esfuerzos entre la iniciativa privada y el gobierno. “Aquí ha habido continuidad en las políticas públicas de la Secretaría de Desarrollo Económico y en la de Turismo. Le han dado continuidad al tema, y eso ayuda; no ha habido borrón y cuenta nueva como en otros sitios”.

Y remata, para concluir nuestra conversación, con un dato que puede resultar ilustrativo: Mientras en Nueva York, por ejemplo, la tarifa promedio de hotel andará por los 300 dólares, en Querétaro es de 1,312 pesos, unos ochenta dólares. Un sector, el hotelero, que ha crecido con la industria, cada vez más amplia, que aquí se ha instalado, respondiendo a sus necesidades de capacidad y precio. Una industria que aún requiere de ciertos elementos para colocarse en el mapa mundial.


“La pandemia marcó un parteaguas total; cambió completamente la manera de hacer negocios de los hoteles en Querétaro. Antes de la pandemia, las ocupaciones hoteleras, con sus variaciones, se conformaban por un 80 por ciento de turismo de negocios, un diez por ciento de eventos y convenciones, y otro diez por ciento de turistas que venían a conocer Querétaro. Eso cambió con la pandemia, porque la gente de negocios bajó muchísimo su presencia, el mercado de congresos está tomando un buen ritmo y el mercado de turismo también; yo creo que ya tenemos como un veinte por ciento”.

Quien así lo afirma es Isaac Dehesa Brito, con una larga trayectoria en el medio hotelero y presidente de la Asociación de Hoteles Boutique en el Estado, y quien actualmente dirige tres de estos hoteles en la ciudad.

Reconoce que la pandemia descubrió a los grandes directivos industriales a que las juntas son más eficientes, y el gasto de traslados y hospedajes se anula, utilizando la tecnología, y dejando este tipo de inversiones sólo para quienes requieren hacer revisiones físicas o presenciales. De la crisis, sin embargo, se está saliendo gracias al esfuerzo realizado por la Secretarías de Turismo y por los mismos empresarios hoteleros.

“Estamos cerca de la recuperación”, asegura quien también ha sido presidente, en varias ocasiones, de la Asociación Queretana de Hoteleros y vicepresidente de la Canaco. “El año pasado todavía fue bastante caótico y el primer semestre de este año andamos entre el 45 o 50 por ciento de ocupación, cuando antes en la ciudad teníamos entre 55 y 70. Este último trimestre ya estamos en niveles de antes de la pandemia, así que confiamos que el próximo ya se haya recuperado bastante”.

Dehesa llegó a Querétaro hace 29 años, invitado por don Roberto Zapata Gil y por los señores Torres Landa para dirigir el hotel Misión Juriquilla, a cuyo frente estuvo por 12 años. Lo respalda una amplia preparación en materia turística y hotelera, pues estudió Administración Hotelera en el Politécnico Nacional, cuenta con una especialidad en Planeación y Desarrollo Turístico y con un diplomado en Alta Dirección por el Tec de Monterrey, además de ser egresado del AD-2 del Ipade.

“Realmente el gran detonante para el crecimiento de los hoteles en los últimos veinte años ha sido la llegada de la industria, pero yo marcaría varios parteaguas muy significativos”, reflexiona cuando le preguntamos sobre el desarrollo de la industria sin chimeneas en la entidad: “La construcción del Centro de Congresos, cuando se empiezan a mover un poco los segmentos, y luego la pandemia”.

Foto: Hugo Arciniega | Diario de Querétaro


También es crítico en sus reflexiones cuando asegura que no hemos explotado adecuadamente el patrimonio turístico con el que Querétaro cuenta, o se nos puede ir de las manos, como es el caso de la “explosión turística interesante” de Bernal, “ya casi fuera de control”. Podrían hacerse las cosas mejor, y para sostenerlo pone el ejemplo del sitio arqueológico de El Cerrito, en Corregidora: “Lugares como la pirámide han sido realmente poco explotados; es la pirámide más grande de México, viniendo del norte al sur; podría ser tan significativa como ha sido Cholula, donde sí supieron explotar turísticamente ese patrimonio”.

“Si bien la ciudad es patrimonio cultural de la humanidad, y se ha cuidado, creo que se puede hacer mejor”, reconoce, advirtiendo que el centro histórico queretano está descuidado en su limpieza, aunque resalta las ventajas de nuestra ciudad: la seguridad, las vías de comunicación, el aeropuerto, un gran centro de congresos, e infraestructura de primera, como el estadio, las haciendas, los campos de golf o los viñedos. “Se ha hecho un gran esfuerzo con la Secretaría de Turismo. También se está rescatando mucho todo lo que es el mercado de bodas, donde tenemos un gran potencial”.

“Si quieres tener una ciudad de clase mundial, necesitas también tener hotelería de clase mundial”, sentencia, poniendo énfasis en las carencias. “Tuvimos mucho tiempo clientes comerciales que dan mucho volumen, pero que pagan mucho menos y que no te permiten hacer algo más grande. Si organizáramos un congreso de líderes mundiales, por ejemplo, no hay manera de hospedarlos aquí. A Querétaro le hace falta un hotel de marca mundial. Hubo varios anteproyectos para eso, pero la pandemia los acabó”.

Otro tema en el que creo hay que echarle ganas todos, es la gastronomía. En lugares como Oaxaca, Puebla, Mérida, o incluso San Miguel de Allende, hay restaurantes icónicos para comer; Querétaro no los tiene; hay buenos restaurantes, pero no atraen al turismo específicamente para comer en ellos”, recalca. “Querétaro no es un destino gastronómico”.

También aborda el tema cultural o artístico, que mueve al turismo, y que va más allá de los muchas bellas e históricas edificaciones con las que contamos:Hace falta un buen festival. Guanajuato tiene su Cervantino, Morelia tiene el de cine y uno de música extraordinario; Guadalajara, la consolidada Feria Internacional del Libro… Aquí hay muchos festivales, pero no de categoría mundial”.

Foto: Hugo Arciniega | Diario de Querétaro


Mientras degusta un café en una de las mesas del restaurante del Mesón de la Merced, uno de los tres hoteles boutique que dirige en el centro histórico de Querétaro, nos habla de esa especialidad de la hotelería: “Hicimos un censo y concluimos que en el estado hay aproximadamente cincuenta hoteles boutique".

¿Cuál es la diferencia de un hotel boutique con respecto al resto de hoteles?, le preguntamos, pues como él mismo reconoce, hay establecimientos que así se etiquetan sin serlo en realidad.

“No hay una definición oficial mundial”, responde, “pero básicamente son hoteles de no más de treinta habitaciones de cinco estrellas, o de lujo, ubicados en edificios especiales, ya sea casonas históricas o un lugar de diseño, y con servicio de conserjería o recepción 24 por 7, en donde se pueda pagar con tarjeta y que cuente con los servicios básicos de los grandes hoteles, aunque no necesita tener alberca o restaurante”.

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Para Isaac Dehesa la industria del turismo es, además de la profesión que cobija desde hace décadas y como se reconoce en cuanto toma la palabra, una pasión que ha desarrollado en Querétaro por tres décadas. Sabe de lo que habla y reconoce siempre que cualquier esfuerzo en la materia conlleva recursos económicos, tiempo, y la convergencia de esfuerzos entre la iniciativa privada y el gobierno. “Aquí ha habido continuidad en las políticas públicas de la Secretaría de Desarrollo Económico y en la de Turismo. Le han dado continuidad al tema, y eso ayuda; no ha habido borrón y cuenta nueva como en otros sitios”.

Y remata, para concluir nuestra conversación, con un dato que puede resultar ilustrativo: Mientras en Nueva York, por ejemplo, la tarifa promedio de hotel andará por los 300 dólares, en Querétaro es de 1,312 pesos, unos ochenta dólares. Un sector, el hotelero, que ha crecido con la industria, cada vez más amplia, que aquí se ha instalado, respondiendo a sus necesidades de capacidad y precio. Una industria que aún requiere de ciertos elementos para colocarse en el mapa mundial.


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