/ miércoles 15 de febrero de 2023

¡Amor tras las rejas!

Tienen que pasar meses para que un reo pueda recibir una visita conyugal


Estar privado de la libertad no te impide recibir un poco de amor, y el 14 de febrero dentro del Centro Penitenciario del Estado de Querétaro si bien pasó como un día no tan especial para algunos no fue así, ya que tuvieron la oportunidad de recibir su visita conyugal después de meses de solicitarla.

Tal es el caso de Karla, quien tras dos años y tres meses de tener a su marido en prisión, pudo visitarlo y tener ese encuentro íntimo que anhelaban desde su encierro. “Mi marido lo agarraron casi al iniciar la pandemia y en ese tiempo no podíamos verlo, luego se hizo por medio de interlocutorios y últimamente es que comenzaron las visitas aunque ahora es por citas. Mi marido pidió desde diciembre poder tener la visita íntima y hasta hoy me dieron el permiso”.

Y es que ingresar al Centro Penitenciario varonil y femenil es una odisea pues actualmente se requiere realizar un registro previo, acudir a una plática informativa de primera vez y obtener un folio con código QR para poder visitar al interno, los días destinados a la convivencia son escalonados y cada mes familiares de internos llevan artículos de higiene, medicamentos prescrito y algunos otros artículos de primera necesidad para sus familiares privados de la libertad.

Atrás quedaron las filas donde familia, amigos y parejas esperaban para ingresar con regalos a visitar a sus seres queridos, hoy el Centro no permite pasar ningún artículo a las visitas, “estos se dejan cada mes en Trabajo Social, la visita es aparte y está agendada”, cuenta Rosenda quien plática que tiene a su hijo preso desde hace 5 años.

Sin embargo, casualidad o no, en el marco de los festejos del Día de San Valentín, coincidió con la visita conyugal, la cual para muchas parejas, era muy esperada y según se menciona este momento íntimo, está permitido como uno de los pocos derechos qué se conservan en prisión.

Tras poco más de tres horas y media desde su ingreso, finalmente Karla sale y nos cuenta su experiencia, “todo está muy limpio (…), tenía miedo por todo lo que te dicen que te hacen cuando ingresas; si me revisaron pero normal”, cuenta mientras bebe agua, pues menciona que no les es permitido tomar nada.

“Me lo imaginé más feo, pero son unos cuartitos hasta con balcón, mi marido llevó las sábanas, cobijas, papel de baño, toalla, jabón y preservativos, estos creo se los dan en la misma cárcel”, agregó.

Según Karla el tiempo que estuvieron juntos trataron de aprovecharlo al máximo, “hicimos promesas, pero no sé si se lleguen a cumplir, aunque el abogado dice que puede reducir condena, sinceramente no sé si lo esperaré, son ocho años y todo puede pasar” dice la joven de 30 años mientras se despide, pues pidió permiso en su trabajo y debe reponer las horas de ausencia.

Para realizar las visitas conyugales al Centro Penitenciario se requiere primeramente que este derecho sea solicitado por el interno, -abogados aconsejan a los presos, pedir desde el momento de su llegada a prisión, pues el tiempo de espera para ser aprobada es largo-. Generalmente se da a personas casadas legítimamente, que estén en concubinato, con hijos o que comiencen una relación ya privados de la libertad por lo menos de seis meses.

“Los hombres generalmente son quienes piden tener este acercamiento, con las mujeres son pocas las que lo solicitan a menos que el novio o marido estén de igual manera privados de la libertad en otro penal”, explica una trabajadora social quien pide omitir su nombre.

Los requisitos van desde revisión médica, estudios para determinar si existe alguna enfermedad psicofísica, si padecen o no alguna enfermedad infectocontagiosa, tanto visitante como el recluso.

Aunque las personas homosexuales pueden también acceder a este derecho y solicitar la visita de su pareja, son mínimos quienes lo solicitan y según datos de la trabajadora social al parecer dentro del Centro Penitenciario del Estado de Querétaro, nadie lo ha solicitado, aunque sí reconoce que hay internos con otras preferencias sexuales dentro de la población.

Hasta donde pudimos indagar en ese día, -14 de febrero-, ninguna de las visitas era para mujeres, todas las personas que acudirán era para ingresar al reclusorio varonil, y es qué, datos de asociaciones de apoyo y contención a mujeres privadas de su libertad, indican que estas son olvidadas, “pocos son los familiares quienes les brindan apoyo y son duramente juzgadas por la sociedad”, indica el colectivo Inserta.

“Cuando estuve en prisión jamás nadie me visitó, perdí todo completamente (…) mi familia, incluidos mis hijos, se olvidaron de mí”, plática Nancy quien comentó que estuvo encarcelada por diez años, hoy ya tiene dos afuera, aunque refiere que integrarse a la sociedad no ha sido fácil y ha tenido que sortear varios obstáculos para siquiera poder subsistir.


Estar privado de la libertad no te impide recibir un poco de amor, y el 14 de febrero dentro del Centro Penitenciario del Estado de Querétaro si bien pasó como un día no tan especial para algunos no fue así, ya que tuvieron la oportunidad de recibir su visita conyugal después de meses de solicitarla.

Tal es el caso de Karla, quien tras dos años y tres meses de tener a su marido en prisión, pudo visitarlo y tener ese encuentro íntimo que anhelaban desde su encierro. “Mi marido lo agarraron casi al iniciar la pandemia y en ese tiempo no podíamos verlo, luego se hizo por medio de interlocutorios y últimamente es que comenzaron las visitas aunque ahora es por citas. Mi marido pidió desde diciembre poder tener la visita íntima y hasta hoy me dieron el permiso”.

Y es que ingresar al Centro Penitenciario varonil y femenil es una odisea pues actualmente se requiere realizar un registro previo, acudir a una plática informativa de primera vez y obtener un folio con código QR para poder visitar al interno, los días destinados a la convivencia son escalonados y cada mes familiares de internos llevan artículos de higiene, medicamentos prescrito y algunos otros artículos de primera necesidad para sus familiares privados de la libertad.

Atrás quedaron las filas donde familia, amigos y parejas esperaban para ingresar con regalos a visitar a sus seres queridos, hoy el Centro no permite pasar ningún artículo a las visitas, “estos se dejan cada mes en Trabajo Social, la visita es aparte y está agendada”, cuenta Rosenda quien plática que tiene a su hijo preso desde hace 5 años.

Sin embargo, casualidad o no, en el marco de los festejos del Día de San Valentín, coincidió con la visita conyugal, la cual para muchas parejas, era muy esperada y según se menciona este momento íntimo, está permitido como uno de los pocos derechos qué se conservan en prisión.

Tras poco más de tres horas y media desde su ingreso, finalmente Karla sale y nos cuenta su experiencia, “todo está muy limpio (…), tenía miedo por todo lo que te dicen que te hacen cuando ingresas; si me revisaron pero normal”, cuenta mientras bebe agua, pues menciona que no les es permitido tomar nada.

“Me lo imaginé más feo, pero son unos cuartitos hasta con balcón, mi marido llevó las sábanas, cobijas, papel de baño, toalla, jabón y preservativos, estos creo se los dan en la misma cárcel”, agregó.

Según Karla el tiempo que estuvieron juntos trataron de aprovecharlo al máximo, “hicimos promesas, pero no sé si se lleguen a cumplir, aunque el abogado dice que puede reducir condena, sinceramente no sé si lo esperaré, son ocho años y todo puede pasar” dice la joven de 30 años mientras se despide, pues pidió permiso en su trabajo y debe reponer las horas de ausencia.

Para realizar las visitas conyugales al Centro Penitenciario se requiere primeramente que este derecho sea solicitado por el interno, -abogados aconsejan a los presos, pedir desde el momento de su llegada a prisión, pues el tiempo de espera para ser aprobada es largo-. Generalmente se da a personas casadas legítimamente, que estén en concubinato, con hijos o que comiencen una relación ya privados de la libertad por lo menos de seis meses.

“Los hombres generalmente son quienes piden tener este acercamiento, con las mujeres son pocas las que lo solicitan a menos que el novio o marido estén de igual manera privados de la libertad en otro penal”, explica una trabajadora social quien pide omitir su nombre.

Los requisitos van desde revisión médica, estudios para determinar si existe alguna enfermedad psicofísica, si padecen o no alguna enfermedad infectocontagiosa, tanto visitante como el recluso.

Aunque las personas homosexuales pueden también acceder a este derecho y solicitar la visita de su pareja, son mínimos quienes lo solicitan y según datos de la trabajadora social al parecer dentro del Centro Penitenciario del Estado de Querétaro, nadie lo ha solicitado, aunque sí reconoce que hay internos con otras preferencias sexuales dentro de la población.

Hasta donde pudimos indagar en ese día, -14 de febrero-, ninguna de las visitas era para mujeres, todas las personas que acudirán era para ingresar al reclusorio varonil, y es qué, datos de asociaciones de apoyo y contención a mujeres privadas de su libertad, indican que estas son olvidadas, “pocos son los familiares quienes les brindan apoyo y son duramente juzgadas por la sociedad”, indica el colectivo Inserta.

“Cuando estuve en prisión jamás nadie me visitó, perdí todo completamente (…) mi familia, incluidos mis hijos, se olvidaron de mí”, plática Nancy quien comentó que estuvo encarcelada por diez años, hoy ya tiene dos afuera, aunque refiere que integrarse a la sociedad no ha sido fácil y ha tenido que sortear varios obstáculos para siquiera poder subsistir.

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