Eran las cuatro de la mañana y Edith seguía con los ojos abiertos. Esa fue una de tantas noches, desde que inició el confinamiento, en las que tuvo problemas para conciliar el sueño; otros días, despertó en medio de la oscuridad, con taquicardia.
“Me daban como las 4 de la mañana y yo seguía con los ojos abiertos”, recuerda Edith, profesionista de 27 años que a raíz del encierro por el Covid-19, además de experimentar insomnio, presentó cansancio crónico y cantidades mayores de estrés en su trabajo.
La rutina para Edith, antes de la contingencia, iniciaba a las 6 de la mañana. Tomaba un baño, el desayuno y se trasladaba a su trabajo, que implica tanto labores de oficina como estar jornadas de todo el día, en la calle y en contacto con otras personas.
Al caer la tarde, regresaba a su casa, también tomaba clases de pole dance y el cansancio de todo el día provocaba que el sueño llegara en unos minutos. Con el confinamiento, Edith debe alternar entre el trabajo en su casa, habilitada como oficina, y las actividades de calle, que ahora deben realizarse con las medidas de protección sanitaria.
“En un inicio fue muy complicado, porque es estar más tiempo en casa y, de repente, el no tener una certeza de qué es lo que tienes que hacer (…) llega un punto donde te gana la ansiedad y empecé a tener episodios de no poder dormir. Me sentía fatigada todo el tiempo; me llegué a sentir de malas, me llegué a sentir triste”, recuerda.
Tras experimentar estos síntomas Edith buscó ayuda psicológica, vía telefónica, y distribuyó su rutina. “Me enfoqué más en hacer ejercicio, mantenerme creativa”, expone.
ANSIEDAD Y DEPRESIÓN LOS MÁS RECURRENTES
A raíz del confinamiento impuesto para prevenir los contagios de Covid-19, especialistas han advertido sobre las consecuencias que tendrá en la salud mental.
Angélica María Aguado Hernández, maestra en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) y líder del proyecto de atención psicológica en línea, expone que durante esta contingencia sanitaria, han atendido a más de 150 personas. Las llamadas más recurrentes son casos de ansiedad, depresión, o incluso, de personas con ideas suicidas o que sufren violencia familiar.
La especialista explica que muchas de las atenciones en línea se brindaron a personas que ya presentaban situaciones previas y, el confinamiento, solo detonó su necesidad de que sean escuchados por un profesional.
“Nos preocupa, evidentemente, las personas con rasgos de depresión mayor, porque también en este camino, nos hemos encontrado que hay mucha gente adulta mayor que vive abandono social”, agrega.
JORNADAS LABORALES EXTENSAS
El trabajo a distancia ha provocado cambios en la rutina de Edith. Aunque puede levantarse más tarde, al eliminar sus trayectos a la oficina las horas que pasa frente a su computadora o atendiendo asuntos laborales se han extendido.
A veces sus jornadas laborales han alcanzado entre 10 y 12 horas, cifra superior a las 8 que acostumbraba y que marca la ley.
“Siento que estar en casa, para los jefes es: estás en tu casa, pero tienes que sacar esto y esto y esto… estoy desarrollando tareas que anteriormente no desarrollaba (…) sé que es parte de mi trabajo, pero siento que se está pasando (…) No tengo una certeza en mis horarios”, reconoce.
Aunque el fin del confinamiento podría estar cerca, Edith además de lidiar con las situaciones emocionales y laborales, reconoce que cuando el encierro acabe, teme que la población no tome las medidas sanitarias necesarias y, de levantarse la contingencia, exista un repunte en los contagios.
“Yo creo que sí va haber un cambio muy importante. Por ejemplo, estoy temerosa que, si tengo un evento con mucha gente, la gente no tome su sana distancia, que no tenga las medidas”, apunta.
NECESARIO SEGUIR RUTINAS
Para evitar el desgaste psicológico con la contingencia, la especialista señala que es importante mantener una rutina y evitar desvelos, ya que generan un agotamiento físico y mental.
Además de no sobrecargarse de información sobre el virus, cuidar la alimentación y, procurar, salir al patio o abrir las ventanas para ver el exterior. “Es importante que miren el cielo”, añade.
“El hecho de mantener una rutina hace que, evidentemente nuestro cerebro que estaba acostumbrado a algo, lo siga manteniendo”, agrega.
En caso de requerir ayuda, Aguado Hernández insiste en comunicarse con los profesionales de la salud de la UAQ, a la línea de atención 44 26 28 90 00 y que tiene un horario de 8:00 a 20 horas, de lunes a viernes, y el sábado de 9:00 a 13:00 horas.