/ lunes 18 de diciembre de 2017

Prefieren parodia que tradiciones

Las piñatas son parte de las tradiciones mexicanas, sobre todo a finales de año, cuando se suelen romper en posadas y festejos, pero entre los queretanos ha nacido además el ritual de pegarle a los personajes políticos y las figuras públicas, consentidas u odiadas, todas reciben palazos hasta soltar el botín.

Elizabeth Briseño es una fabricante de piñatas que desde hace año y medio ha innovado en la parodia y aquellas figuras públicas que se popularizaron en su negocio son el alcalde capitalino Marcos Aguilar, el mandatario estatal “Pancho Domínguez”, el presidente de la República Enrique Peña Nieto, el presidente de Estados Unidos Donald Trump o el narcotraficante “El Chapo”.

Es popularmente sabido que las piñatas navideñas cuentan con siete picos, que se relacionan con cada uno de los pecados capitales, la lujuria, la pereza, la avaricia, la gula, la envidia, la ira y la soberbia; aunque Elizabeth Briseño vende las piñatas de siete picos desde hace mucho tiempo, en la actualidad las más exitosas son las de personajes.

“Sí les gusta mucho, han venido chicos y me traen la foto de la suegra. Los chicos de la UAQ, los del ITQ, para hacer la fiesta de mecánica, me piden que haga las mojigangas con la cara de los profesores consentidos o no tan consentidos”, refiere Elizabeth Briseño.

UNA ANTIGUA TRADICIÓN

“Regalos y más” es un pequeño local que inició hace 15 años sobre avenida Tecnológico, en el Centro Histórico, estaba dedicado precisamente a la venta de regalos para fiestas, pero con el paso del tiempo, Elizabeth, la propietaria, comenzó a recibir solicitudes para la venta de globos, decoración y piñatas.

Desde hace 10 años aquí se pueden encontrar las piñatas tradicionales de siete picos que llegaron a México junto a la evangelización y se volvieron parte fundamental en las tradiciones y la cultura de los mexicanos.

“Siento que mis piñatas llevan el toque personal, todas pasan por mi mano, es un negocio familiar y se nota cuando lo haces con gusto, yo creo que por ello se da la preferencia de mis clientes, porque cada año regresan”, comenta Elizabeth.

Para hacer una piñata de cinco o siete picos se tarda tres días, mientras que para hacer una de personajes infantiles o parodias necesita una semana; las piñatas de personajes que más le piden son las relacionadas con los estrenos de películas, refritos de superhéroes y princesas.

Los precios oscilan entre los 70 y los 400 pesos y para cumplir con estos encargos a veces Elizabeth recurre al apoyo de sus hijos; “Si ellos en un futuro quieren dedicarse a esto, ya tienen las armas, ya es cuestión de que ellos lo decidan”, indicó.

A HACER PARODIA

Hace año y medio que incursionó en las piñatas de parodia, que se procuran elaborar lo más parecido posible a los personajes aludidos y sabe de primera mano que éstas se suelen rellenar con dulces y futas tradicionales, pero en ocasiones se emplean cigarros, condones y “churritos”.

“Tratamos que no sea un personaje en caricatura, como los tradicionales, sino que vaya lo más parecido a la persona, obvio, exagerando algunas características o defectos físicos. Los coches hasta se paran en el tráfico a tomar la foto”.

La parodia se dio debido a su alianza con un conocido que estudió artes plásticas y empezaron con el primer reto y la primera escultura, la figura de El Chapo; luego de tres meses Elizabeth continuó con el trabajo en solitario porque su compañero debía atender otras ocupaciones.

Las piñatas de Elizabeth Briseño se han ido a la India, China y Canadá, todas con el objetivo de divertir, pero su creadora comparte lo difícil que le resultó el tener que aceptar el final de sus piñatas.

“Antes me costaba mucho trabajo ver que toda la dedicación de una semana, todo el esfuerzo y el detallado tenía que irse cuando la rompieran en un ratito, decía yo, que no la rompan, pero ahora digo, la que sigue”.

Lo que más vende son las piñatas de personajes, porque a veces los clientes buscan piñatas de siete picos, pero ven que a los niños les gustan más los personajes y se convencen de comprar estas propuestas.

“Nunca he roto una de mis piñatas, he estado muy cerca y lo he visto con familiares y amigos. No me gustaría hacerlo, me duele, siento que le pego a mis hijos”, comparte Elizabeth entre discretas carcajadas.

Antes de despedirse Elizabeth expresa “Espero que no se pierda esa tradición, porque como fabricante considero que es una buena terapia”; sus piñatas se pueden encontrar en avenida Tecnológico 38 norte, en “Regalos y más”, en un horario de nueve a ocho de la noche todos los días.

Las piñatas son parte de las tradiciones mexicanas, sobre todo a finales de año, cuando se suelen romper en posadas y festejos, pero entre los queretanos ha nacido además el ritual de pegarle a los personajes políticos y las figuras públicas, consentidas u odiadas, todas reciben palazos hasta soltar el botín.

Elizabeth Briseño es una fabricante de piñatas que desde hace año y medio ha innovado en la parodia y aquellas figuras públicas que se popularizaron en su negocio son el alcalde capitalino Marcos Aguilar, el mandatario estatal “Pancho Domínguez”, el presidente de la República Enrique Peña Nieto, el presidente de Estados Unidos Donald Trump o el narcotraficante “El Chapo”.

Es popularmente sabido que las piñatas navideñas cuentan con siete picos, que se relacionan con cada uno de los pecados capitales, la lujuria, la pereza, la avaricia, la gula, la envidia, la ira y la soberbia; aunque Elizabeth Briseño vende las piñatas de siete picos desde hace mucho tiempo, en la actualidad las más exitosas son las de personajes.

“Sí les gusta mucho, han venido chicos y me traen la foto de la suegra. Los chicos de la UAQ, los del ITQ, para hacer la fiesta de mecánica, me piden que haga las mojigangas con la cara de los profesores consentidos o no tan consentidos”, refiere Elizabeth Briseño.

UNA ANTIGUA TRADICIÓN

“Regalos y más” es un pequeño local que inició hace 15 años sobre avenida Tecnológico, en el Centro Histórico, estaba dedicado precisamente a la venta de regalos para fiestas, pero con el paso del tiempo, Elizabeth, la propietaria, comenzó a recibir solicitudes para la venta de globos, decoración y piñatas.

Desde hace 10 años aquí se pueden encontrar las piñatas tradicionales de siete picos que llegaron a México junto a la evangelización y se volvieron parte fundamental en las tradiciones y la cultura de los mexicanos.

“Siento que mis piñatas llevan el toque personal, todas pasan por mi mano, es un negocio familiar y se nota cuando lo haces con gusto, yo creo que por ello se da la preferencia de mis clientes, porque cada año regresan”, comenta Elizabeth.

Para hacer una piñata de cinco o siete picos se tarda tres días, mientras que para hacer una de personajes infantiles o parodias necesita una semana; las piñatas de personajes que más le piden son las relacionadas con los estrenos de películas, refritos de superhéroes y princesas.

Los precios oscilan entre los 70 y los 400 pesos y para cumplir con estos encargos a veces Elizabeth recurre al apoyo de sus hijos; “Si ellos en un futuro quieren dedicarse a esto, ya tienen las armas, ya es cuestión de que ellos lo decidan”, indicó.

A HACER PARODIA

Hace año y medio que incursionó en las piñatas de parodia, que se procuran elaborar lo más parecido posible a los personajes aludidos y sabe de primera mano que éstas se suelen rellenar con dulces y futas tradicionales, pero en ocasiones se emplean cigarros, condones y “churritos”.

“Tratamos que no sea un personaje en caricatura, como los tradicionales, sino que vaya lo más parecido a la persona, obvio, exagerando algunas características o defectos físicos. Los coches hasta se paran en el tráfico a tomar la foto”.

La parodia se dio debido a su alianza con un conocido que estudió artes plásticas y empezaron con el primer reto y la primera escultura, la figura de El Chapo; luego de tres meses Elizabeth continuó con el trabajo en solitario porque su compañero debía atender otras ocupaciones.

Las piñatas de Elizabeth Briseño se han ido a la India, China y Canadá, todas con el objetivo de divertir, pero su creadora comparte lo difícil que le resultó el tener que aceptar el final de sus piñatas.

“Antes me costaba mucho trabajo ver que toda la dedicación de una semana, todo el esfuerzo y el detallado tenía que irse cuando la rompieran en un ratito, decía yo, que no la rompan, pero ahora digo, la que sigue”.

Lo que más vende son las piñatas de personajes, porque a veces los clientes buscan piñatas de siete picos, pero ven que a los niños les gustan más los personajes y se convencen de comprar estas propuestas.

“Nunca he roto una de mis piñatas, he estado muy cerca y lo he visto con familiares y amigos. No me gustaría hacerlo, me duele, siento que le pego a mis hijos”, comparte Elizabeth entre discretas carcajadas.

Antes de despedirse Elizabeth expresa “Espero que no se pierda esa tradición, porque como fabricante considero que es una buena terapia”; sus piñatas se pueden encontrar en avenida Tecnológico 38 norte, en “Regalos y más”, en un horario de nueve a ocho de la noche todos los días.

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