/ lunes 18 de diciembre de 2017

Sin miedo a China

AMEALCO DE BONFIL, Qro.- Las muñecas otomíes son especiales, producidas por el grupo Hñähñü, que significa “Los que hablan con el aliento”, estas artesanías condensan el trabajo de toda una comunidad, en la que destaca el esfuerzo femenino, llevan bordada su cultura.

Hace unos días se dio a conocer que una tienda departamental ofrecía copias chinas de las muñecas otomíes, lo que puso en riesgo el trabajo de las mujeres originarias de San Ildefonso Tultepec, aunque ellas muestran su seguridad porque saben que la calidad en los productos no es la misma.

“Lo que nosotros hacemos es artesanía tradicional, mi trabajo tiene mi identidad, mi cultura, mis tradiciones y ellos lo hacen de manera industrializada, ya nos lo copiaron, pero no tiene esa tradición”, opina Genoveva Pérez Pascual, una mujer que ha sido reconocida por numerosas instituciones como una empresaria ejemplar que impulsa la economías de más de 50 miembros de su comunidad.

DE LA TRADICIÓN A LOS ESCAPARATES

Crecer en la comunidad de San Ildefonso Tultepec antes de los años dos mil significaba estar sujeta a las condiciones de pobreza y pobreza extrema, tener como lengua madre el Hñähñü, una barrera frente a las mayorías, que hablan español y obligan a los miembros de esta demarcación a aprender el idioma para seguirle el paso a la modernidad.

Ese es el contexto en el que creció Genoveva, sin grandes posibilidades para acceder a cualquier lujo, pero son justamente las condiciones que originaron una tradición que en la actualidad ha sido valorada dentro y fuera de México.

“Desde chicas hacemos muñecas, mi abuelita le hizo una muñeca tradicional a mi mamá para que jugara y mi mamá me hizo una muñeca a mí. La muñeca que a mí me hicieron, porque no teníamos juguetes antes, eran de tela y no era para comercializar, era sólo para jugar, pero como se le ha dado publicidad a nuestro trabajo, ya nos dedicamos a venderlo”, comparte.

A pesar de que los integrantes de la comunidad solían elaborar muñecas con materiales sintéticos, no lo veían como una oportunidad para hacer crecer su economía, pues los clientes las pagaban en 15 pesos.

Todo cambió en el 2005, cuando llegaron a San Ildefonso los representantes del que solía ser el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), quienes hicieron un diagnóstico durante un año y les sugirieron que hicieran las muñecas con estambre y tela de algodón.

“Antes las hacíamos con material sintético, pero nos dijeron que nos traerían material para hacer bien el trabajo y una maestra para que nos capacitara, luego nos invitaron a una expo en México y desde ahí vimos que el trabajo sí se vendía como ellos nos dijeron”.

Desde entonces las mujeres de San Ildefonso hacen muñecas y han comenzado a elaborar otras artesanías como caminos de mesas, manteles, guayaberas, tortilleros, secadores, ropa típica de la comunidad y cojines, las que comercializan con la marca “Artesanías de San Ildefonso Tultepec” y el sello distintivo “Manos indígenas, calidad mexicana”.

Entregan el material a más de 50 mujeres que se dedican a hacer el bordado desde sus casas para no descuidar a su familia, posteriormente Genoveva y sus hermanas generan los productos finales con estas piezas.

DESDE SAN ILDEFONSO, PARA EL MUNDO

Gracias a  la vestimenta tradicional, las costumbres, las artesanías y tradiciones de este pueblo, varias instituciones gubernamentales han invitado a Genoveva a otros países para dar a conocer estos aspectos, la primera vez fue en el 2006, cuando Genoveva se fue a Venezuela, luego a Chile, Milán, Estambul, Madrid, Turquía, entre otros países.

Esa primera vez que su trabajo fue valorado fuera de México y su comunidad, Genoveva se percató de que en todo el mundo hay personas indígenas y artesanías que merecen ser apreciadas.

“Cuando fui a Estambul, vi sus artesanías muy similares a las nuestras, sólo que nosotros lo hacemos con aguja y ellos lo hacen en telar y pegándole para que queden las figuras de los bordados; ellos lo hacen en tapetes y nosotros para nuestra vestimenta o caminos de mesa”.

Genoveva Pérez nunca se imaginó que su cultura y sus artesanías le gustara a las personas de otros países, “ahora me doy cuenta que lo que tenemos es mucho, pero faltan muchas manos para trabajar”, relata en el taller en el que ella y sus siete hermanas dan los toques finales a las artesanías en las que trabajan más de 50 mujeres desde sus hogares.

Respecto a los próximos proyectos y salidas a otros países, Genoveva no confirmó nada, pero sí compartió “Las oportunidades que le da la vida se dan cuando tienen que estar y mientras haya vida pueden hacer muchas cosas”.

AMEALCO DE BONFIL, Qro.- Las muñecas otomíes son especiales, producidas por el grupo Hñähñü, que significa “Los que hablan con el aliento”, estas artesanías condensan el trabajo de toda una comunidad, en la que destaca el esfuerzo femenino, llevan bordada su cultura.

Hace unos días se dio a conocer que una tienda departamental ofrecía copias chinas de las muñecas otomíes, lo que puso en riesgo el trabajo de las mujeres originarias de San Ildefonso Tultepec, aunque ellas muestran su seguridad porque saben que la calidad en los productos no es la misma.

“Lo que nosotros hacemos es artesanía tradicional, mi trabajo tiene mi identidad, mi cultura, mis tradiciones y ellos lo hacen de manera industrializada, ya nos lo copiaron, pero no tiene esa tradición”, opina Genoveva Pérez Pascual, una mujer que ha sido reconocida por numerosas instituciones como una empresaria ejemplar que impulsa la economías de más de 50 miembros de su comunidad.

DE LA TRADICIÓN A LOS ESCAPARATES

Crecer en la comunidad de San Ildefonso Tultepec antes de los años dos mil significaba estar sujeta a las condiciones de pobreza y pobreza extrema, tener como lengua madre el Hñähñü, una barrera frente a las mayorías, que hablan español y obligan a los miembros de esta demarcación a aprender el idioma para seguirle el paso a la modernidad.

Ese es el contexto en el que creció Genoveva, sin grandes posibilidades para acceder a cualquier lujo, pero son justamente las condiciones que originaron una tradición que en la actualidad ha sido valorada dentro y fuera de México.

“Desde chicas hacemos muñecas, mi abuelita le hizo una muñeca tradicional a mi mamá para que jugara y mi mamá me hizo una muñeca a mí. La muñeca que a mí me hicieron, porque no teníamos juguetes antes, eran de tela y no era para comercializar, era sólo para jugar, pero como se le ha dado publicidad a nuestro trabajo, ya nos dedicamos a venderlo”, comparte.

A pesar de que los integrantes de la comunidad solían elaborar muñecas con materiales sintéticos, no lo veían como una oportunidad para hacer crecer su economía, pues los clientes las pagaban en 15 pesos.

Todo cambió en el 2005, cuando llegaron a San Ildefonso los representantes del que solía ser el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), quienes hicieron un diagnóstico durante un año y les sugirieron que hicieran las muñecas con estambre y tela de algodón.

“Antes las hacíamos con material sintético, pero nos dijeron que nos traerían material para hacer bien el trabajo y una maestra para que nos capacitara, luego nos invitaron a una expo en México y desde ahí vimos que el trabajo sí se vendía como ellos nos dijeron”.

Desde entonces las mujeres de San Ildefonso hacen muñecas y han comenzado a elaborar otras artesanías como caminos de mesas, manteles, guayaberas, tortilleros, secadores, ropa típica de la comunidad y cojines, las que comercializan con la marca “Artesanías de San Ildefonso Tultepec” y el sello distintivo “Manos indígenas, calidad mexicana”.

Entregan el material a más de 50 mujeres que se dedican a hacer el bordado desde sus casas para no descuidar a su familia, posteriormente Genoveva y sus hermanas generan los productos finales con estas piezas.

DESDE SAN ILDEFONSO, PARA EL MUNDO

Gracias a  la vestimenta tradicional, las costumbres, las artesanías y tradiciones de este pueblo, varias instituciones gubernamentales han invitado a Genoveva a otros países para dar a conocer estos aspectos, la primera vez fue en el 2006, cuando Genoveva se fue a Venezuela, luego a Chile, Milán, Estambul, Madrid, Turquía, entre otros países.

Esa primera vez que su trabajo fue valorado fuera de México y su comunidad, Genoveva se percató de que en todo el mundo hay personas indígenas y artesanías que merecen ser apreciadas.

“Cuando fui a Estambul, vi sus artesanías muy similares a las nuestras, sólo que nosotros lo hacemos con aguja y ellos lo hacen en telar y pegándole para que queden las figuras de los bordados; ellos lo hacen en tapetes y nosotros para nuestra vestimenta o caminos de mesa”.

Genoveva Pérez nunca se imaginó que su cultura y sus artesanías le gustara a las personas de otros países, “ahora me doy cuenta que lo que tenemos es mucho, pero faltan muchas manos para trabajar”, relata en el taller en el que ella y sus siete hermanas dan los toques finales a las artesanías en las que trabajan más de 50 mujeres desde sus hogares.

Respecto a los próximos proyectos y salidas a otros países, Genoveva no confirmó nada, pero sí compartió “Las oportunidades que le da la vida se dan cuando tienen que estar y mientras haya vida pueden hacer muchas cosas”.

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