/ miércoles 25 de septiembre de 2019

A deslizarse por el arte; laboratorio de creación y narrativas sociales

A diez años de su primera exhibición, el colectivo The Board Dripper celebra su tradicional festival artístico con exposición de carteles conmemorativos en serigrafía, de exvotos patinetos, además de talleres y conciertos con los que buscan generar procesos de participación comunitaria y el desarrollo de análisis artísticos

Era la noche del 5 de junio del 2009, Ezequiel Frías “Cheke” e Irene Gutiérrez, dos egresados de la carrera en Artes Visuales de la Universidad Autónoma de Querétaro, estaban por inaugurar una muestra colectiva en el Museo de la Ciudad, con la que celebraban su egreso, y a toda una generación de jóvenes interesados en el graffiti, el street art, la música y el skateboard.

Para su sorpresa, cientos de personas –incluyendo medios de comunicación y policía local– atendieron al llamado, luego de que días antes, los organizadores se dedicaran a pegar por toda la ciudad cientos de posters, cuya leyenda, además de la fecha y el lugar del evento, rezaba: “Doin’the Board Dripper”.

“La gente pensó que iba a ocurrir una demostración de skate, que iban a venir ‘pros’… generó mucha especulación la ilustración en el cartel: una tabla [de skate] chorreada con tinta fosforescente. Así que cuando llegaron y sólo se encontraron con una exposición de tablas dijeron: ‘¿ah? ¿sólo se trata de esto?’. Eso sí, nunca se había reunido tanta banda como en ese momento; uno de ellos incluso soltó: ‘¿y cuando se armará la próxima?’”, recuerda Gutiérrez sobre esta muestra colectiva, cuya exhibición de arte objeto con skateboards rotos, cimentaría a la postre, las bases de este encuentro anual de arte y comunidad.

“Cuando egresas de la carrera está cabrón darte cuenta que no va a ser fácil encontrar un campo de trabajo o un mercado que demande servicios de arte, de diseño, de cultura; por ello, [pensar en el encuentro] era como asegurar la creación, pese a todo”, agrega Irene.

A 10 años de esta primera exposición, el colectivo The Board Dripper vuelve a congregarse para celebrar, y dar lugar a una nueva edición de su tradicional festival artístico y cultural, en el que además de la muestra de arte objeto, inaugurarán una exhibición de carteles conmemorativos en serigrafía y de exvotos patinetos.

También habrá conferencias sobre muralismo y arte público, y se presentarán diez objetos editoriales, que reúnen sus reflexiones e indagaciones estéticas sobre lo hecho a lo largo de esta primera década de trabajo.

Además, contarán con la presencia de artistas brasileños, quienes impartirán talleres gratuitos de dibujo para niños, así como de pigmentación con colores naturales.

La música correrá a cargo de agrupaciones como Lobo Lasser, Powa Sound, Rub a Dub Flower, Nikko y Conteúdo Paraleo (Brasil), así como de OM Crew, Twister, Child y Art Raves, Ok Bye, Loggans, Las ratas suicidas, The Junkie Brothers, Pandita Sonidero, Jack y los tristes, entre otros; quienes con punk, rock, ska, cumbia y música electrónica, cerrarán esta edición, el próximo 27 de septiembre.

Skate Camps son espacios de aprendizaje y de investigación sociocultural, que a partir del gusto por el graffiti, el skate y la calle, cimentan el camino para la organización de proyectos culturales en Amealco y Cadereyta / Cortesía Board Dripper

Fomentar la organización comunitaria

“Es como una fiesta patronal: trabajamos todo el año para este momento”, asevera sobre este festival el escritor y psicólogo social, Luis Arturo Osorno, quien hace no mucho se sumó al colectivo con sus letras.

Junto a Irene, Marcela Hernández y Alonso Bravo –también colaboradores de esta agrupación–, Osorno publicó en 2018 “Anarquitectura y los perros”; un libro en el que a través de “ensayemas” (una fusión entre ensayo y poemas), explora el caos y las contradicciones que habitan en las urbes.

Y es que para el autor, este trabajo fue resultado del intercambio de ideas y la suma de creatividad, “una extraña unidad que sólo se alimenta de lo múltiple”, dice citando al filósofo francés Gilles Deleuzze. La misma definición puede ser empleada para perfilar a Board Dripper en su conjunto, asegura, mencionando que han dedicado un ensayo completo para responder a la interrogación: ¿Qué es Board Dripper?”. Más que un proyecto, sus miembros lo describen como un proceso que transmuta según las circunstancias y la temática central, que es elegida cada año para conceptualizar las acciones realizadas y las actividades subsecuentes.

“Las cosas que no podemos experimentar en esta vida normal o formal, lo hemos hecho aquí”, afirma Gutiérrez, asegurando que todas las actividades emprendidas a lo largo de cada año, como la creación de espacios de discusión e intercambios de ideas; la promoción de talleres y residencias artísticas; la creación de pinturas murales y productos literarios; eventos de skateboarding y conciertos de música, son encaminados siempre hacia el ejercicio artístico y de análisis sociocultural.

Más que un proyecto, Board Dripper es descrito por sus miembros como un proceso que transmuta según las circunstancias y la temática central, que es elegida cada año para conceptualizar las acciones realizadas y las actividades subsecuentes / Donna Oliveros

Crecimiento y evolución

De acuerdo con el colectivo, la historia de Board Dripper podría leerse a través del nombre de sus diferentes ediciones: Doin the Board Dripper (2009), Transposición (2011), Collage (2012), Barrio (2013), Nómada (2014), Rizoma (2015), Fricción- Ruta (2016), Fricción- Mapeo (2017) y Entropías (2018); cada una de ellas representa una síntesis de experiencias, reflexiones y cuestionamientos de los años anteriores.

Tras su primera exhibición de arte objeto sobre skateboards, en 2011 el colectivo decidió dar un paso firme hacia la consolidación de un festival que alentara la creación y el intercambio artístico en la entidad.

“Veíamos documentales, comprábamos revistas y nos decíamos: ‘Imagínate que este wey viniera a pintar ¡imagínate!’, así fue como decidimos irlos a buscar hasta sus estudios; sacamos unas visas y fuimos hasta los Ángeles a tocar puertas para que vinieran a contarnos qué pedo con su chamba. [La presencia de estos artistas] empezó a llamar a otra gente, incluso banda de Querétaro; generaciones más antañas con más experiencia en el grafitti. Recordemos que en Querétaro existió una escena súper vigorosa de graffiti en los noventa, había muchos crews”, relata Gutiérrez, mencionando a “Los del Colectivo Buque” de Mazatlán, como la primera agrupación nacional con la que establecieron el primer diálogo creativo.

En 2012 se agregaron al Festival de Cultura Urbana y Arte Emergente otras manifestaciones artísticas como la música, el cine, la literatura y el video, y al siguiente año se incluyeron talleres y conferencias, así como un proyecto de crónicas sobre los barrios de Querétaro, con el objetivo de que los artistas extranjeros contaran con referentes culturales e históricos más amplios para la elaboración de sus murales.

A través de esta edición, ocho artistas de Canadá, Coahuila, Guadalajara, Mazatlán y Querétaro intervinieron las cortinas de acero de los locales del Mercado de la Cruz, para que al final de la jornada, el espacio se convirtiera en una auténtica galería extramuros.

Bajo el concepto Nómada, en 2014 Board Dripper estableció lazos de colaboración con Emergente Crew –organizadores del encuentro mural “Cal control”–, y Se Hace Tarde Temprano, en Cadereyta; así como con la comunidad de La D –por invitación del antropólogo con especialidad en derechos indígenas, Sergio Ugalde–, donde realizaron una intervención mural sobre la fiesta del Señor de Chalmita.

Gracias a esta experiencia, que les permitió analizar cómo el arte puede generar procesos de participación para el bien común, la edición Rizoma fue encaminada hacia el impulso de diferentes ejercicios de creación colectiva y de residencias artísticas, siendo una de ellas en Oaxaca, donde a través del taller de artes Bambú, el colectivo tomó clases intensivas de gráfica.

Siguiendo esta línea, en Fricción- Ruta los artistas realizaron un trayecto de aprendizaje por ciudades en México (Oaxaca, Guadalajara y Tijuana), además de Suecia y Brasil, que derivó en una serie de alianzas y colaboraciones artísticas, así como residencias, talleres, proyectos de pintura mural y la creación de museografías participativas.

Al siguiente año, con Fricción- Mapeo, Board Dripper se aproximó al pueblo de Carrillo Puerto a través de la Casa de Vinculación Social; con el objetivo de colaborar y dar impulso a proyectos de arte popular y callejero, dirigidos hacia la participación y la organización comunitaria.

Finalmente con Entropías, los artistas marcaron una nueva ruta por la cultura y la ciudad; las relaciones humanas y los movimientos sociales, a través de la creación de Skate Camps: espacios de aprendizaje y de investigación sociocultural, que a partir del gusto por el graffiti, el skate y la calle, cimentan el camino para la organización de proyectos culturales en Amealco y Cadereyta.

Ese mismo año, la agrupación llevó talleres de participación colectiva a Ecuador y tomó rumbo hacia Chicago con el proyecto “Ofrendas”, donde además realizó una serie de intervenciones en gran formato, en el barrio mexicano de Pilsen.

Era la noche del 5 de junio del 2009, Ezequiel Frías “Cheke” e Irene Gutiérrez, dos egresados de la carrera en Artes Visuales de la Universidad Autónoma de Querétaro, estaban por inaugurar una muestra colectiva en el Museo de la Ciudad, con la que celebraban su egreso, y a toda una generación de jóvenes interesados en el graffiti, el street art, la música y el skateboard.

Para su sorpresa, cientos de personas –incluyendo medios de comunicación y policía local– atendieron al llamado, luego de que días antes, los organizadores se dedicaran a pegar por toda la ciudad cientos de posters, cuya leyenda, además de la fecha y el lugar del evento, rezaba: “Doin’the Board Dripper”.

“La gente pensó que iba a ocurrir una demostración de skate, que iban a venir ‘pros’… generó mucha especulación la ilustración en el cartel: una tabla [de skate] chorreada con tinta fosforescente. Así que cuando llegaron y sólo se encontraron con una exposición de tablas dijeron: ‘¿ah? ¿sólo se trata de esto?’. Eso sí, nunca se había reunido tanta banda como en ese momento; uno de ellos incluso soltó: ‘¿y cuando se armará la próxima?’”, recuerda Gutiérrez sobre esta muestra colectiva, cuya exhibición de arte objeto con skateboards rotos, cimentaría a la postre, las bases de este encuentro anual de arte y comunidad.

“Cuando egresas de la carrera está cabrón darte cuenta que no va a ser fácil encontrar un campo de trabajo o un mercado que demande servicios de arte, de diseño, de cultura; por ello, [pensar en el encuentro] era como asegurar la creación, pese a todo”, agrega Irene.

A 10 años de esta primera exposición, el colectivo The Board Dripper vuelve a congregarse para celebrar, y dar lugar a una nueva edición de su tradicional festival artístico y cultural, en el que además de la muestra de arte objeto, inaugurarán una exhibición de carteles conmemorativos en serigrafía y de exvotos patinetos.

También habrá conferencias sobre muralismo y arte público, y se presentarán diez objetos editoriales, que reúnen sus reflexiones e indagaciones estéticas sobre lo hecho a lo largo de esta primera década de trabajo.

Además, contarán con la presencia de artistas brasileños, quienes impartirán talleres gratuitos de dibujo para niños, así como de pigmentación con colores naturales.

La música correrá a cargo de agrupaciones como Lobo Lasser, Powa Sound, Rub a Dub Flower, Nikko y Conteúdo Paraleo (Brasil), así como de OM Crew, Twister, Child y Art Raves, Ok Bye, Loggans, Las ratas suicidas, The Junkie Brothers, Pandita Sonidero, Jack y los tristes, entre otros; quienes con punk, rock, ska, cumbia y música electrónica, cerrarán esta edición, el próximo 27 de septiembre.

Skate Camps son espacios de aprendizaje y de investigación sociocultural, que a partir del gusto por el graffiti, el skate y la calle, cimentan el camino para la organización de proyectos culturales en Amealco y Cadereyta / Cortesía Board Dripper

Fomentar la organización comunitaria

“Es como una fiesta patronal: trabajamos todo el año para este momento”, asevera sobre este festival el escritor y psicólogo social, Luis Arturo Osorno, quien hace no mucho se sumó al colectivo con sus letras.

Junto a Irene, Marcela Hernández y Alonso Bravo –también colaboradores de esta agrupación–, Osorno publicó en 2018 “Anarquitectura y los perros”; un libro en el que a través de “ensayemas” (una fusión entre ensayo y poemas), explora el caos y las contradicciones que habitan en las urbes.

Y es que para el autor, este trabajo fue resultado del intercambio de ideas y la suma de creatividad, “una extraña unidad que sólo se alimenta de lo múltiple”, dice citando al filósofo francés Gilles Deleuzze. La misma definición puede ser empleada para perfilar a Board Dripper en su conjunto, asegura, mencionando que han dedicado un ensayo completo para responder a la interrogación: ¿Qué es Board Dripper?”. Más que un proyecto, sus miembros lo describen como un proceso que transmuta según las circunstancias y la temática central, que es elegida cada año para conceptualizar las acciones realizadas y las actividades subsecuentes.

“Las cosas que no podemos experimentar en esta vida normal o formal, lo hemos hecho aquí”, afirma Gutiérrez, asegurando que todas las actividades emprendidas a lo largo de cada año, como la creación de espacios de discusión e intercambios de ideas; la promoción de talleres y residencias artísticas; la creación de pinturas murales y productos literarios; eventos de skateboarding y conciertos de música, son encaminados siempre hacia el ejercicio artístico y de análisis sociocultural.

Más que un proyecto, Board Dripper es descrito por sus miembros como un proceso que transmuta según las circunstancias y la temática central, que es elegida cada año para conceptualizar las acciones realizadas y las actividades subsecuentes / Donna Oliveros

Crecimiento y evolución

De acuerdo con el colectivo, la historia de Board Dripper podría leerse a través del nombre de sus diferentes ediciones: Doin the Board Dripper (2009), Transposición (2011), Collage (2012), Barrio (2013), Nómada (2014), Rizoma (2015), Fricción- Ruta (2016), Fricción- Mapeo (2017) y Entropías (2018); cada una de ellas representa una síntesis de experiencias, reflexiones y cuestionamientos de los años anteriores.

Tras su primera exhibición de arte objeto sobre skateboards, en 2011 el colectivo decidió dar un paso firme hacia la consolidación de un festival que alentara la creación y el intercambio artístico en la entidad.

“Veíamos documentales, comprábamos revistas y nos decíamos: ‘Imagínate que este wey viniera a pintar ¡imagínate!’, así fue como decidimos irlos a buscar hasta sus estudios; sacamos unas visas y fuimos hasta los Ángeles a tocar puertas para que vinieran a contarnos qué pedo con su chamba. [La presencia de estos artistas] empezó a llamar a otra gente, incluso banda de Querétaro; generaciones más antañas con más experiencia en el grafitti. Recordemos que en Querétaro existió una escena súper vigorosa de graffiti en los noventa, había muchos crews”, relata Gutiérrez, mencionando a “Los del Colectivo Buque” de Mazatlán, como la primera agrupación nacional con la que establecieron el primer diálogo creativo.

En 2012 se agregaron al Festival de Cultura Urbana y Arte Emergente otras manifestaciones artísticas como la música, el cine, la literatura y el video, y al siguiente año se incluyeron talleres y conferencias, así como un proyecto de crónicas sobre los barrios de Querétaro, con el objetivo de que los artistas extranjeros contaran con referentes culturales e históricos más amplios para la elaboración de sus murales.

A través de esta edición, ocho artistas de Canadá, Coahuila, Guadalajara, Mazatlán y Querétaro intervinieron las cortinas de acero de los locales del Mercado de la Cruz, para que al final de la jornada, el espacio se convirtiera en una auténtica galería extramuros.

Bajo el concepto Nómada, en 2014 Board Dripper estableció lazos de colaboración con Emergente Crew –organizadores del encuentro mural “Cal control”–, y Se Hace Tarde Temprano, en Cadereyta; así como con la comunidad de La D –por invitación del antropólogo con especialidad en derechos indígenas, Sergio Ugalde–, donde realizaron una intervención mural sobre la fiesta del Señor de Chalmita.

Gracias a esta experiencia, que les permitió analizar cómo el arte puede generar procesos de participación para el bien común, la edición Rizoma fue encaminada hacia el impulso de diferentes ejercicios de creación colectiva y de residencias artísticas, siendo una de ellas en Oaxaca, donde a través del taller de artes Bambú, el colectivo tomó clases intensivas de gráfica.

Siguiendo esta línea, en Fricción- Ruta los artistas realizaron un trayecto de aprendizaje por ciudades en México (Oaxaca, Guadalajara y Tijuana), además de Suecia y Brasil, que derivó en una serie de alianzas y colaboraciones artísticas, así como residencias, talleres, proyectos de pintura mural y la creación de museografías participativas.

Al siguiente año, con Fricción- Mapeo, Board Dripper se aproximó al pueblo de Carrillo Puerto a través de la Casa de Vinculación Social; con el objetivo de colaborar y dar impulso a proyectos de arte popular y callejero, dirigidos hacia la participación y la organización comunitaria.

Finalmente con Entropías, los artistas marcaron una nueva ruta por la cultura y la ciudad; las relaciones humanas y los movimientos sociales, a través de la creación de Skate Camps: espacios de aprendizaje y de investigación sociocultural, que a partir del gusto por el graffiti, el skate y la calle, cimentan el camino para la organización de proyectos culturales en Amealco y Cadereyta.

Ese mismo año, la agrupación llevó talleres de participación colectiva a Ecuador y tomó rumbo hacia Chicago con el proyecto “Ofrendas”, donde además realizó una serie de intervenciones en gran formato, en el barrio mexicano de Pilsen.

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