¿Alguna vez te has detenido a preguntarte por qué un insulto es un insulto? ¿Qué le da poder a una palabra? ¿Por qué nos lastima? ¿Por qué dedicamos parte de nuestras vidas a huir de la mofa? ¿Por qué nos debería importar lo que extraños opinen de uno? Todas esas preguntas son las que impulsaron a investigadores como Judith Butler –una de las teóricas fundacionales de la Teoría Queer– a indagar en lo que le da poder al lenguaje al grado de que una palabra pueda denigrar a una persona o a una comunidad.
Dentro de esta línea de investigación se ha hablado de los procesos de reapropiación como una forma de empoderamiento por parte de las comunidades afectadas –usualmente mujeres, personas de color, comunidades originarias y disidentes sexuales. “Para Butler, tomar la palabra y autodefinirse como queer supone instalarse en las fallas del sistema heterocentrado, es invertir la fuerza performativa con la que el lenguaje sanciona la diferencia. Butler propondrá este intervalo de recodificación y resignificación, este margen de intervención entre las palabras y sus efectos performativos como un espacio de resistencia y confrontación política en el interior de los discursos dominantes”, expresa Javier Sáez y Beatriz Preciado dentro del prólogo del libro Lenguaje, poder e identidad de Judith Butler.
¿Qué quiere decir esto? Que una forma de “combatir” el insulto es resignificarlo y transformarlo. Ejemplos de esto ha acontecido a lo largo de la historia. Palabras como queer (cuir), joto, gay, puñal, machorra o marimacha han sido transformados por la comunidad LGBTQI+ como una forma de señalar al elefante de la habitación y decir: sí, eso soy, ¿y qué?.
Bajo ese mismo criterio, Lechedevirgen Trimegisto –artista de performance radicado en Querétaro– considera relevante el voltear a ver lo que las dark queens están haciendo dentro del género del horror al interior de la comunidad drag.
“Yo siento que es lógico que exista una fuerte insistencia a los temas oscuros, o al terror, desde el drag o desde las disidencias sexuales y de género, porque usualmente ocupamos ese tipo de imaginario. O sea, para las sociedades más tradicionales, nuestras experiencias y expresiones, nuestros saberes y prácticas están englobados desde lo monstruoso, en algo que no alcanza la calidad del humano”, señala el artista en una entrevista con BARROCO.
Para el también artista del performance, este imaginario no responde a una época en específico, sino a algo que se ha observado de forma histórica. “Por lo general a lo que se cataloga como diferente, como extraño, es señalado y sentenciado. Esto ha ocurrido en diferentes culturas, en la antigüedad y en la modernidad. Siempre ha habido, al menos desde el nacimiento de las colonias, un rechazo por las expresiones no normativas o que se salen de lo cisgénero, de lo heterosexual. Así que gran parte de la historia hemos sido representados como monstruos”, asevera.
Lechedevirgen ha dedicado gran parte de su carrera dentro del performance a tocar temas sociales y políticos, y de hacer visible lo invisible; por lo que para el artista, resulta importante que los proyectos que se desenvuelven dentro de la intersección del horror y lo LGBTQI+ trabajen sobre la resignificación de “los monstruos”. “Siento que estamos devolviendo este discurso bajo nuestros propios términos y estamos creando otras cosas desde lo prohibido y oscuro, además de que nos hemos tomado la libertad de trabajar otro tipo de estéticas y formas de expresión. Por eso mismo considero relevante la comunión entre estas corrientes como forma de un posicionamiento político y de un proceso de resignificación”, puntualizó.
Más que un performance
Dentro del drag existen diferentes exponentes que utilizan esta plataforma como un medio de expresión y protesta. Por ejemplo el artista drag Yovska Martínez Moreno –conocido profesionalmente solo como Yovska– quien se destaca por utilizar las figuras monstruosas y alienígenas como una metáfora a la experiencia de ser un inmigrante queer.
El artista originario de México, pero radicado en Canadá, impactó en las redes sociales al participar en la serie documental Canada’s a Drag del canal CBC Gem. Parte de su expresión con lo paranormal recae en cómo la religión se expresa sobre las identidades queer y en el cómo los inmigrantes son vistos como “gente fuera del planeta”.
Para darle una plataforma a performers como Yovska, fue que los hermanos Boulet produjeron el programa Los hermanos Boulet Dragula, una serie televisiva de telerrealidad estadounidense que originalmente había nacido en YouTube para posteriormente llegar a plataformas como Netflix, Amazon Prime, entre otras.
Su propuesta sigue la de otros programas de desafíos en donde 11 artistas drag de diferentes partes del mundo se suman a competir en un estilo clandestino de competencia drag. ¿Cuál es la remuneración? Un incentivo económico y la corona de Dragula –el honor de ser coronado como el drag super monstruo del mundo.
A Querétaro llegará un exparticipante de este programa llamado Orkgotik. Este artista colombiano del drag se presentará por primera vez en nuestro país este 2024, y su recorrido comenzará en nuestra capital. Nos visitará el 2 de abril a las 21:00 horas en el Foro Escénico del Museo de la Ciudad.
Su propuesta juega con elementos de la ciencia ficción y del horror. Su espectáculo se realiza como parte del primer evento de Vestidas para Matar de este año y se encuentra acompañado de los artistas Ambrose Lugosi, Hécate L’Oziko y Lechedevirgen (host). La cuota de recuperación para asistir a esta noche de performance drag y travestismo es de 200 pesos y se puede adquirir directamente en taquilla.
Vestidas para matar es un evento impulsado por la agencia creativa Magia Prieta, que celebra la diversidad y busca reivindicar lo drag como otra forma artística.
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“Mucho tiempo en nuestro país y en Latinoamérica, el travestismo ha estado oculto en los bares, en espacios nocturnos y siempre se ha visto como un entretenimiento de segunda categoría; como que nunca van a poner en la misma cartelera a una travesti que a alguien que salió del Cenadac (Centro Nacional de Danza Contemporánea) ”, dijo Lechedevirgen en una entrevista anterior.
Y no porque haya algo malo con los bares, aclaró, “sino porque al darles la oportunidad de presentarse en un espacio artístico, con todo lo que implica técnicamente un foro, les posibilita crecer exponencialmente; comienzan a pensar en video, iluminación, escenario y en otras posibilidades que un bar no les brinda, y creo que eso también tiene que ver con dignificar su trabajo”, agregó
Vestidas para matar también es un espacio de encuentro de las disidencias sexuales y de género, “un bacanal de travestis terroristas, rituales de desobediencia subversiva, comedia ácida, parodias del mundo heteropatriarcal y otras estrategias creativas” .
