/ miércoles 1 de junio de 2022

El Cerrito, joya arqueológica en la ciudad

A tan solo 15 minutos de la capital queretana, se ubicada en el municipio de Corregidora y resguarda importantes hallazgos prehispánicos de más de mil años de historia

Se calcula que en 1940, una estela de piedra con la imagen de Itzpapálotl (mariposa de obsidiana) fue encontrada en la punta de la pirámide del Gran Cué, o como muchos la conocen, la pirámide de El Cerrito, en el municipio de Corregidora.

Tal vez la estela de piedra parece una pieza ordinaria que podría verse en cualquier museo de arqueología. Sin embargo, no es una pieza común, pues han sido encontradas muy pocas de estas estelas en el país, y debido a su rareza, es una de las piezas más importantes exhibidas en el Museo de Sitio el Cerrito, que abrió sus puertas en 2019 y que exhibe alrededor de 170 hallazgos de la zona arqueológica.

El arqueólogo Daniel Valencia, quien desde hace más de 20 años ha descubierto las caras de la pirámide y resguardado lo hallazgos, sospecha que la estela de piedra fue encontrada por el dueño de la antigua Hacienda del Cerrito, y quien también era dueño del fortín que todos hemos visto en la cima de la pirámide.

“Casi te lo podría afirmar que la estela de piedra es una pieza que se recuperó en el año de 1940, cuando el entonces dueño de la Hacienda el Cerrito había realizado una serie de excavaciones y en ese momento aflora una cantidad interesante de piezas arqueológicas, entre estas la escultura de piedra”, dice el arqueólogo.

Esta pieza esculpida en una placa de basalto rectangular, con dimensiones de 98.5 centímetros de alto, por 34 centímetros de ancho en su parte superior, 33 centímetros de ancho en su parte inferior y cuatro centímetros en promedio de espesor, muestra importantes elementos iconográficos de la cultura tolteca en los que destacan rombos, flores, un disco solar, la imagen de un guerrero águila y por supuesto, la Diosa Itzpapálotl (mariposa de obsidiana).

“Es una pieza muy importante porque representa la forma en que los toltecas-chichimecas entendían el cosmos, no era decorar nada más por decorar, tenía una carga simbólica muy fuerte. Vemos a la diosa Itzpapálotl, quien era la diosa protectora del guerrero, y vemos también la imagen de un sacerdote o un guerrero bajo la protección de la diosa”.

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

Al momento de su descubrimiento, la pieza no fue debidamente resguardada, por lo que ingresó a los laboratorios del INAH en 1990, previo a su montaje en la entonces Sala Permanente de Arqueología, en el Museo Regional de Querétaro.

Durante varios años el arqueólogo Daniel Valencia luchó por qué la pieza regresara al lugar donde fue encontrada, y fue en 2019 cuando la estela ingresó finalmente al Museo de Sitio de El Cerrito, donde se encuentra actualmente.

Para el arqueólogo, la estela de piedra o “Estela Guerrero Águila” como fue catalogada, es la pieza más valiosa del museo de sitio, debido que es la única estela en todo Mesoamérica que tiene la imagen de la mariposa de obsidiana.

“Es una pieza única, no se puede encontrar algo igual en Mesoamérica, los toltecas casi no hacían estelas y menos con esta finura”, señala.

Otra de las piezas valiosas en el Museo de Sitio, de acuerdo al arqueólogo Daniel Valencia, son los llamados coronamientos, piezas que fueron encontradas fraccionadas hasta en 17 partes y que fueron nuevamente ensambladas por los restauradores del INAH.

Hasta ahora se han encontrado cuatro tipos de coronamientos elaborados en toba volcánica como materia prima, estos han sido llamados: dardos cruzados, dardo solar, cola de Xiucóatl y caracol cortado.

Los coronamientos, explica el arqueólogo, fueron esculturas decorativas de distintas salas y templos, por lo que su función fue meramente ornamental, pero con una fuerte carga simbólica y religiosa para los toltecas.

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

“Los coronamientos también tenían una función ornamental, tienen representaciones asignadas a distintos dioses y que estaban en la parte alta de los edificios o construcciones, todos estos coronamientos los encontramos fraccionados, fueron restaurados por el personal del INAH, en algunos de estos coronamientos tardaron hasta un año en terminar su restauración. Estos coronamientos los encontramos en 1999”.

Otras piezas importantes en este museo son las encontradas en lo que ahora es la Unidad Deportiva del Pueblito, pues al realizar las obras públicas fueron encontradas múltiples piezas que alguna vez formaron parte de una ofrenda dedicada a Itzpapálotl

Actualmente entre las vitrinas del museo se encuentran exhibidos varios de estos hallazgos, como son algunos sahumadores de mano.

Huellas imborrables

Más allá de la antigüedad, la belleza o el perfecto estado de conservación en que se encuentren los hallazgos reunidos en el Museo de Sitio el Cerrito, la verdadera importancia de estas piezas es el testimonio que cada una aporta para comprender aún mejor el centro ceremonial que alguna vez fue, lo que ahora conocemos como Zona Arqueológica de El Cerrito.

En este museo se exhiben alrededor de 170 piezas encontradas en dicha zona, sin embargo, el número total de hallazgos registrados a lo largo de 24 años es incalculable, señala Daniel Valencia.

Todas las piezas exhibidas corresponden al periodo Posclásico (900 a 1,200 d.C.) Los hallazgos son variados, se encuentran objetos de cocina, religiosos, herramientas de trabajo, piezas de ornamento e incluso joyería, en cuyas diminutas cuentas aún se aprecian algunas huellas digitales de quienes fueron los artesanos.

El Museo de Sitio el Cerrito abrió sus puertas en el año 2019 y durante su primer año de operaciones se registraron más de 55 mil visitantes . Sin embargo, con la llegada de la pandemia, inmediatamente un año después de ser inaugurado, las visitas bajaron drásticamente, por lo que la dirección del museo busca despertar nuevamente el interés de los turistas y locales.

Actualmente el Museo de Sitio el Cerrito forma parte de la red de museos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la cual es integrada por 162 recintos, cuya labor es reforzar los conocimientos sobre una localidad, sitio histórico o arqueológico importante.

“Este museo puede competir con cualquier otro museo del país, por lo valioso de los hallazgos de la zona”, señala Valencia.

El museo cuenta con cuatro salas en las que se habla de: El origen tolteca, la Tollan mítica y Chicomózto, Construcción del Espacio Sagrado, La sacralización del Espacio y El uso cotidiano del espacio sagrado.

Foto: Gerardo Tavarez | Diario de Querétaro

Descubrimiento de la pirámide

El museo de sitio no podría existir sin la pirámide de El Cerrito, llamada así por los lugareños, quienes creían que se trataba de un cerro natural, ya que se encontraba cubierta por maleza, tierra y basura.

Fue en 1998 cuando un equipo de arqueólogos y arquitectos, dirigidos por Daniel Valencia, comenzaron las labores de descubrimiento de la pirámide y el resguardo de los hallazgos. Ahora se sabe que el basamento piramidal mide 83 metros por lado y casi 30 metros de altura, tiene cuatro caras y 13 cuerpos escalonados. Es una de las pirámides más grandes del país, incluso más grande que la pirámide Kukulcán en Chichén Itzá.

La zona arqueológica además de la pirámide y otras plazas descubiertas en el mismo perímetro, ofrece a los visitantes una muestra de fauna y vegetación real, es decir, se mantienen las mismas especies de árboles y matorrales que existieron en el periodo posclásico.

De igual forma, si se presta atención, puede verse cruzar a algunos zorros, ardillas o tlacuaches, animales que desde hace miles de años habitan la zona y que ahora han hecho del sitio un santuario, donde son incluso alimentados por personal de la zona arqueológica y del museo, por instrucciones del arqueólogo Daniel Valencia.

Foto: Gerardo Tavarez | Diario de Querétaro

Entre las diez favoritas

De acuerdo con la Dirección de Operaciones de Sitios del INAH, la zona arqueológica de El Cerrito se encuentra entre las 10 más visitadas en todo el país, de un total de 162 zonas.

Tan solo en el Equinoccio de Primavera 2022, se calcula la visita de 6 mil 928 personas, lo que la coloca en el décimo puesto de las más concurridas al lado de Teotihuacan (Estado de México), Chichén-Itzá (Yucatán), Tula (Hidalgo), El Tajín (Veracruz), Tulum (Quintana Roo), Calixtlahuaca (Estado de México), Cacaxtla-Xochitécatl (Tlaxcala), Cholula (Puebla) y Monte Albán (Oaxaca).

Foto: Cortesía | Museo del sitio El Cerrito

¿Cuándo visitar el museo?

El Museo de Sitio el Cerrito se ubica en Avenida Hidalgo s/n, colonia Emiliano Zapata, municipio de Corregidora. Puede visitarse de miércoles a domingo en un horario de 9:00 a 15:00 horas; mientras la zona arqueológica (donde se encuentra la pirámide) puede visitarse igualmente de miércoles a domingo en un horario de 9:00 a 16:00 horas.

El acceso tiene un costo de 65 pesos; los maestros, estudiantes y adultos mayores con credencial vigente, tienen entrada libre. Pueden pedirse informes al número 442 225 1132.

Se calcula que en 1940, una estela de piedra con la imagen de Itzpapálotl (mariposa de obsidiana) fue encontrada en la punta de la pirámide del Gran Cué, o como muchos la conocen, la pirámide de El Cerrito, en el municipio de Corregidora.

Tal vez la estela de piedra parece una pieza ordinaria que podría verse en cualquier museo de arqueología. Sin embargo, no es una pieza común, pues han sido encontradas muy pocas de estas estelas en el país, y debido a su rareza, es una de las piezas más importantes exhibidas en el Museo de Sitio el Cerrito, que abrió sus puertas en 2019 y que exhibe alrededor de 170 hallazgos de la zona arqueológica.

El arqueólogo Daniel Valencia, quien desde hace más de 20 años ha descubierto las caras de la pirámide y resguardado lo hallazgos, sospecha que la estela de piedra fue encontrada por el dueño de la antigua Hacienda del Cerrito, y quien también era dueño del fortín que todos hemos visto en la cima de la pirámide.

“Casi te lo podría afirmar que la estela de piedra es una pieza que se recuperó en el año de 1940, cuando el entonces dueño de la Hacienda el Cerrito había realizado una serie de excavaciones y en ese momento aflora una cantidad interesante de piezas arqueológicas, entre estas la escultura de piedra”, dice el arqueólogo.

Esta pieza esculpida en una placa de basalto rectangular, con dimensiones de 98.5 centímetros de alto, por 34 centímetros de ancho en su parte superior, 33 centímetros de ancho en su parte inferior y cuatro centímetros en promedio de espesor, muestra importantes elementos iconográficos de la cultura tolteca en los que destacan rombos, flores, un disco solar, la imagen de un guerrero águila y por supuesto, la Diosa Itzpapálotl (mariposa de obsidiana).

“Es una pieza muy importante porque representa la forma en que los toltecas-chichimecas entendían el cosmos, no era decorar nada más por decorar, tenía una carga simbólica muy fuerte. Vemos a la diosa Itzpapálotl, quien era la diosa protectora del guerrero, y vemos también la imagen de un sacerdote o un guerrero bajo la protección de la diosa”.

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

Al momento de su descubrimiento, la pieza no fue debidamente resguardada, por lo que ingresó a los laboratorios del INAH en 1990, previo a su montaje en la entonces Sala Permanente de Arqueología, en el Museo Regional de Querétaro.

Durante varios años el arqueólogo Daniel Valencia luchó por qué la pieza regresara al lugar donde fue encontrada, y fue en 2019 cuando la estela ingresó finalmente al Museo de Sitio de El Cerrito, donde se encuentra actualmente.

Para el arqueólogo, la estela de piedra o “Estela Guerrero Águila” como fue catalogada, es la pieza más valiosa del museo de sitio, debido que es la única estela en todo Mesoamérica que tiene la imagen de la mariposa de obsidiana.

“Es una pieza única, no se puede encontrar algo igual en Mesoamérica, los toltecas casi no hacían estelas y menos con esta finura”, señala.

Otra de las piezas valiosas en el Museo de Sitio, de acuerdo al arqueólogo Daniel Valencia, son los llamados coronamientos, piezas que fueron encontradas fraccionadas hasta en 17 partes y que fueron nuevamente ensambladas por los restauradores del INAH.

Hasta ahora se han encontrado cuatro tipos de coronamientos elaborados en toba volcánica como materia prima, estos han sido llamados: dardos cruzados, dardo solar, cola de Xiucóatl y caracol cortado.

Los coronamientos, explica el arqueólogo, fueron esculturas decorativas de distintas salas y templos, por lo que su función fue meramente ornamental, pero con una fuerte carga simbólica y religiosa para los toltecas.

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

“Los coronamientos también tenían una función ornamental, tienen representaciones asignadas a distintos dioses y que estaban en la parte alta de los edificios o construcciones, todos estos coronamientos los encontramos fraccionados, fueron restaurados por el personal del INAH, en algunos de estos coronamientos tardaron hasta un año en terminar su restauración. Estos coronamientos los encontramos en 1999”.

Otras piezas importantes en este museo son las encontradas en lo que ahora es la Unidad Deportiva del Pueblito, pues al realizar las obras públicas fueron encontradas múltiples piezas que alguna vez formaron parte de una ofrenda dedicada a Itzpapálotl

Actualmente entre las vitrinas del museo se encuentran exhibidos varios de estos hallazgos, como son algunos sahumadores de mano.

Huellas imborrables

Más allá de la antigüedad, la belleza o el perfecto estado de conservación en que se encuentren los hallazgos reunidos en el Museo de Sitio el Cerrito, la verdadera importancia de estas piezas es el testimonio que cada una aporta para comprender aún mejor el centro ceremonial que alguna vez fue, lo que ahora conocemos como Zona Arqueológica de El Cerrito.

En este museo se exhiben alrededor de 170 piezas encontradas en dicha zona, sin embargo, el número total de hallazgos registrados a lo largo de 24 años es incalculable, señala Daniel Valencia.

Todas las piezas exhibidas corresponden al periodo Posclásico (900 a 1,200 d.C.) Los hallazgos son variados, se encuentran objetos de cocina, religiosos, herramientas de trabajo, piezas de ornamento e incluso joyería, en cuyas diminutas cuentas aún se aprecian algunas huellas digitales de quienes fueron los artesanos.

El Museo de Sitio el Cerrito abrió sus puertas en el año 2019 y durante su primer año de operaciones se registraron más de 55 mil visitantes . Sin embargo, con la llegada de la pandemia, inmediatamente un año después de ser inaugurado, las visitas bajaron drásticamente, por lo que la dirección del museo busca despertar nuevamente el interés de los turistas y locales.

Actualmente el Museo de Sitio el Cerrito forma parte de la red de museos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la cual es integrada por 162 recintos, cuya labor es reforzar los conocimientos sobre una localidad, sitio histórico o arqueológico importante.

“Este museo puede competir con cualquier otro museo del país, por lo valioso de los hallazgos de la zona”, señala Valencia.

El museo cuenta con cuatro salas en las que se habla de: El origen tolteca, la Tollan mítica y Chicomózto, Construcción del Espacio Sagrado, La sacralización del Espacio y El uso cotidiano del espacio sagrado.

Foto: Gerardo Tavarez | Diario de Querétaro

Descubrimiento de la pirámide

El museo de sitio no podría existir sin la pirámide de El Cerrito, llamada así por los lugareños, quienes creían que se trataba de un cerro natural, ya que se encontraba cubierta por maleza, tierra y basura.

Fue en 1998 cuando un equipo de arqueólogos y arquitectos, dirigidos por Daniel Valencia, comenzaron las labores de descubrimiento de la pirámide y el resguardo de los hallazgos. Ahora se sabe que el basamento piramidal mide 83 metros por lado y casi 30 metros de altura, tiene cuatro caras y 13 cuerpos escalonados. Es una de las pirámides más grandes del país, incluso más grande que la pirámide Kukulcán en Chichén Itzá.

La zona arqueológica además de la pirámide y otras plazas descubiertas en el mismo perímetro, ofrece a los visitantes una muestra de fauna y vegetación real, es decir, se mantienen las mismas especies de árboles y matorrales que existieron en el periodo posclásico.

De igual forma, si se presta atención, puede verse cruzar a algunos zorros, ardillas o tlacuaches, animales que desde hace miles de años habitan la zona y que ahora han hecho del sitio un santuario, donde son incluso alimentados por personal de la zona arqueológica y del museo, por instrucciones del arqueólogo Daniel Valencia.

Foto: Gerardo Tavarez | Diario de Querétaro

Entre las diez favoritas

De acuerdo con la Dirección de Operaciones de Sitios del INAH, la zona arqueológica de El Cerrito se encuentra entre las 10 más visitadas en todo el país, de un total de 162 zonas.

Tan solo en el Equinoccio de Primavera 2022, se calcula la visita de 6 mil 928 personas, lo que la coloca en el décimo puesto de las más concurridas al lado de Teotihuacan (Estado de México), Chichén-Itzá (Yucatán), Tula (Hidalgo), El Tajín (Veracruz), Tulum (Quintana Roo), Calixtlahuaca (Estado de México), Cacaxtla-Xochitécatl (Tlaxcala), Cholula (Puebla) y Monte Albán (Oaxaca).

Foto: Cortesía | Museo del sitio El Cerrito

¿Cuándo visitar el museo?

El Museo de Sitio el Cerrito se ubica en Avenida Hidalgo s/n, colonia Emiliano Zapata, municipio de Corregidora. Puede visitarse de miércoles a domingo en un horario de 9:00 a 15:00 horas; mientras la zona arqueológica (donde se encuentra la pirámide) puede visitarse igualmente de miércoles a domingo en un horario de 9:00 a 16:00 horas.

El acceso tiene un costo de 65 pesos; los maestros, estudiantes y adultos mayores con credencial vigente, tienen entrada libre. Pueden pedirse informes al número 442 225 1132.

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