Poncio Pilato fue un pretor –magistrado romano que ejercía la jurisdicción en Roma o en las provincias– de Judea entre los años 26 d.C. y 36 d.C. Su figura se encuentra relacionada con la pasión y muerte de Jesucristo, ya que ha pasado a la historia por ser el hombre que firmó la muerte del Nazareno. Lo que poco se sabe, es que el magistrado tardó más de ocho horas en poder dar una sentencia a Jesús por lo que en la religión católica ha sido considerado como el primer cristiano de la historia, siendo el único romano que hasta la actualidad es mencionado en el credo.
Pero, ¿Qué motivó al hombre “inflexible, testarudo y cruel” a cuestionar las acusaciones que se le hacían a Jesús? ¿Por qué tardó en dictaminar una sentencia? ¿Algo en él cambió cuando conoció a Jesús? ¿Por qué se lavó las manos tras el veredicto?, todas esas preguntas fueron las que inspiraron a Luis Alberto López Ríos, director de la compañía Cantera Teatral, a escribir la obra: Poncio Pilato, El Pretor.
Este proyecto escénico promete una experiencia auditiva y sensorial que transportará a la audiencia a la época de Cristo y les presentará la historia que todos conocemos desde una mirada refrescante y nueva. Como tal, la obra se terminó de escribir el 18 de septiembre del 2023 y se comenzó a montarse los primeros días de diciembre. Su estreno fue hasta este año, el 16 de febrero, dos días después del Miércoles de Ceniza y del comienzo de la temporada de cuaresma.
La compañía es originaria de Temascalcingo, Estado de México, y visitarán nuestra ciudad con dos fechas únicas. Estarán los días 15 y 16 de marzo en el Teatro Corral de Comedias, con función a las 21:00 horas. Las entradas tienen un precio de 200 pesos, y se puede reservar al número: 442 846 4849.
Con la finalidad de conocer un poco más sobre el nacimiento de este concepto, DIARIO DE QUERÉTARO se puso en contacto con el director y creador de la obra para que nos compartiera sobre su proceso de creación, la investigación previa que tuvo que realizar y la respuesta que ha tenido entre el público.
- ¿Por qué llevar la Semana Santa a escena?
En esta temporada la religión católica se encuentra muy ligada con el teatro. En diversos municipios del país, si no es que en todos, se lleva a cabo una representación dramática. Esta tradición nació con el objetivo de evangelizar a las personas. En ese sentido, nosotros decidimos hacer este montaje, pero no tanto porque queremos esparcir la palabra de Cristo; sino que queríamos realizar una obra que fuera acorde a la temporada pero que los asistentes no sintieran que están viendo una clase de religión.
Nuestro eslogan de la obra es: historia y religión en comunicación literaria, de ahí sale este proyecto, y es lo que queremos precisar, que no se vaya a confundir la religión con la historia.
Nos basamos más en los datos históricos y en plasmar una mirada mucha más humana de los personajes que participan dentro de esta puesta en escena; por ejemplo, al representar a Jesús no quisimos irnos directamente a las descripciones que da la iglesia, al menos no a un cien por ciento, sino que nos cuestionamos cómo humanamente él habría reaccionado y actuado. Fue un ejercicio de humanizar a estos personajes bíblicos y fue sumamente interesante.
- ¿Qué lo diferencia de un Vía Crucis?
Con nosotros se podrá apreciar la obra totalmente sentados. En los Vía Crucis los asistentes tienen que ir peregrinando a la par que se van haciendo las representaciones teatrales, y claro que eso tiene su propio objetivo, pero acá lo que buscamos es que el público pueda permitirse formar parte de esta experiencia sensorial y emocional de esta presentación.
Trabajamos muchísimo para que esta obra fuera sumamente intensa para el espectador y que no fuera lo mismo que ya han visto en representaciones de la Pasión de Cristo; por esa razón nuestro enfoque es la vida histórica de Poncio Pilato. Obviamente, la obra habla del momento de la sentencia de Jesús, el primer encuentro que este magistrado romano tuvo con Cristo… pero también volteamos a ver quién era Poncio Pilato, porque la religión nos habla de un hombre totalmente diferente al que históricamente fue descrito.
- ¿Por qué consideraron a Poncio Pilato como un personaje interesante?
Pilato fue un hombre inflexible, testarudo y cruel. O sea, imagínate, para que el César en aquel tiempo le haya dado el grado de ser pretor de Judea, que era una aldea con costumbres muy arraigadas y con quienes los romanos ya habían tenido ciertos problemas. Así que él llega a Judea a mandar como todo un soldado romano. Sus principales problemas fueron con el sanedrín –asamblea o consejo de sabios que se encuentra estructurado entre 23 o 61 rabinos en cada una de las ciudades– de la ciudad de Jerusalén, quienes se veían sumamente influenciados por el Sumo Sacerdote de la época, que en la Biblia lo nombran como Caifás. Así que estos roces derivan en conflictos humanos.
Así que cuando le llevan a Jesús y le dicen que lo quieren crucificar, eso hace que Pilato se salga de sus casillas y de repente diga: “okay, lo vamos a sentenciar, pero lo voy a nombrar Rey de los Judíos”, sin embargo, el único rey que Pilato tenía que reconocer era al César, así que fue una decisión muy impulsiva y cuestionada, porque él estaba declarando, inclusive imponiendo, un segundo rey, pero todo esto fue debido a los roces que tenía con la asamblea de sabios.
En la obra pasamos de la sentencia de Jesús a la muerte de Pilato, que a ciencia cierta no tenemos el dato de cómo murió, así que lo ficcionalizamos; sin embargo, se dice que fue exiliado junto su esposa Claudia y se dedicaron a ser cristianos y a predicar la palabra de Jesús.
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- ¿En qué documentos te apoyaste para la realización de esta obra?
Principalmente nos basamos en los evangelios apócrifos –también conocidos como evangelios extracanónicos, que son los escritos surgidos en los primeros siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret y que no fueron incluidos ni aceptados en el canon de la Biblia israelita Septuaginta griega, así como en ninguna de las versiones de la Biblia que conocemos hoy en día–; pero también somos conscientes de que no existen una verdad absoluta, así que manejamos la historia como una dramatización del personaje.
- ¿Cómo ha sido la aceptación del público?
Realmente buena. A los espectadores les ha gustado muchísimo la forma en que lo hemos manejado. Como no nos metemos 100 por ciento en la religión, ha sido como refrescante para quienes no son tan creyentes y les ha atraído el tema. Te puedo decir que la gente que sale de la obra mínimo deja salir una lágrima o sale con una paz y tranquilidad personal muy bonita.
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