/ sábado 23 de diciembre de 2023

Catadura | El recuento de los daños


Termina un año más en el que México sigue sin encontrar el rumbo, un país que no crece, cada vez menos democrático, menos cualificado, menos seguro, pero eso sí, con un presidente muy popular y ocurrente.

Se va 2023 que nos trajo unas elecciones en el Estado de México y Coahuila con resultados inesperados pero ganadores y perdedores previsibles; por un lado una maquinaria electoral de Morena basada en el poder y los recursos públicos y por otro un PRI al que ya se le ha expedido su acta de defunción y que no existe más como opción de gobierno para los mexicanos.

Después vino la simulación de las “corcholatas”, un remedo de elección interna que buscó -sin éxito- legitimar la decisión del presidente de escoger a Claudia Sheinbaum. En la oposición, una candidatura de Xóchitl Gálvez que mientras fue ciudadana entusiasmó a muchos y en cuanto se convirtió en partidista comenzó a desinflarse. Por Movimiento Ciudadano hasta enero conoceremos el nombre de quien buscará ser esa tercera vía que dicen representar o ser la jugada en el ajedrez político del presidente para garantizar el triunfo de su candidata.

Se va un año marcado por una violencia incontenible, hasta el mes de octubre teníamos más de 35 mil homicidios dolosos y un crecimiento del crimen organizado sin precedentes en todas las regiones del país. Ese será el legado más importante del gobierno de López Obrador.

También vimos nuevos intentos de acabar con los organismos autónomos que fueron creados precisamente para controlar al presidente; el Instituto Nacional de Transparencia (INAI), la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y el Instituto Nacional Electoral (INE). Además el presidente pretende controlar la Suprema Corte de Justicia de la Nación atacando a su presidenta Norma Piña, reclutando para Morena al impresentable Arturo Zaldívar y nombrando como nueva ministra sin consenso alguno a su incondicional Lenia Batres.

El aspecto económico es el que ha evitado el colapso nacional; el nearshoring ha traído inversiones de China y como cada año se ha inundado el país de recursos provenientes de las remesas, tan solo hasta septiembre se habían recibido ya más de 47 mil millones de dólares.

La popularidad del presidente se mantiene a pesar de los resultados de su gobierno y esto se debe fundamentalmente a dos razones: el incremento al salario mínimo como no se había hecho en tres décadas y los programas sociales que vinieron a paliar, más no a solucionar, los efectos de la pobreza y la desigualdad en una amplia franja de la población mexicana.

El próximo gobierno enfrentará graves riesgos no sólo en cuanto a retroceso democrático, finanzas públicas o inseguridad, también estará obligado a realizar fuertes ajustes fiscales o ver derrumbarse la economía del país. Ojalá en 2024 hablemos de logros y no del recuento de los daños. Felices fiestas para todos.


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Termina un año más en el que México sigue sin encontrar el rumbo, un país que no crece, cada vez menos democrático, menos cualificado, menos seguro, pero eso sí, con un presidente muy popular y ocurrente.

Se va 2023 que nos trajo unas elecciones en el Estado de México y Coahuila con resultados inesperados pero ganadores y perdedores previsibles; por un lado una maquinaria electoral de Morena basada en el poder y los recursos públicos y por otro un PRI al que ya se le ha expedido su acta de defunción y que no existe más como opción de gobierno para los mexicanos.

Después vino la simulación de las “corcholatas”, un remedo de elección interna que buscó -sin éxito- legitimar la decisión del presidente de escoger a Claudia Sheinbaum. En la oposición, una candidatura de Xóchitl Gálvez que mientras fue ciudadana entusiasmó a muchos y en cuanto se convirtió en partidista comenzó a desinflarse. Por Movimiento Ciudadano hasta enero conoceremos el nombre de quien buscará ser esa tercera vía que dicen representar o ser la jugada en el ajedrez político del presidente para garantizar el triunfo de su candidata.

Se va un año marcado por una violencia incontenible, hasta el mes de octubre teníamos más de 35 mil homicidios dolosos y un crecimiento del crimen organizado sin precedentes en todas las regiones del país. Ese será el legado más importante del gobierno de López Obrador.

También vimos nuevos intentos de acabar con los organismos autónomos que fueron creados precisamente para controlar al presidente; el Instituto Nacional de Transparencia (INAI), la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y el Instituto Nacional Electoral (INE). Además el presidente pretende controlar la Suprema Corte de Justicia de la Nación atacando a su presidenta Norma Piña, reclutando para Morena al impresentable Arturo Zaldívar y nombrando como nueva ministra sin consenso alguno a su incondicional Lenia Batres.

El aspecto económico es el que ha evitado el colapso nacional; el nearshoring ha traído inversiones de China y como cada año se ha inundado el país de recursos provenientes de las remesas, tan solo hasta septiembre se habían recibido ya más de 47 mil millones de dólares.

La popularidad del presidente se mantiene a pesar de los resultados de su gobierno y esto se debe fundamentalmente a dos razones: el incremento al salario mínimo como no se había hecho en tres décadas y los programas sociales que vinieron a paliar, más no a solucionar, los efectos de la pobreza y la desigualdad en una amplia franja de la población mexicana.

El próximo gobierno enfrentará graves riesgos no sólo en cuanto a retroceso democrático, finanzas públicas o inseguridad, también estará obligado a realizar fuertes ajustes fiscales o ver derrumbarse la economía del país. Ojalá en 2024 hablemos de logros y no del recuento de los daños. Felices fiestas para todos.


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