/ miércoles 16 de mayo de 2018

Sólo para villamelones

Seguramente a usted los nombres de José Magán, Justo Polo y Jesús María Gómez, no le dirán mucho. Es natural; no tendría porqué ser de otra manera. El caso es que, sorpresivamente, éstos han sido los nombres que han figurado en la primera semana de festejos taurinos en la feria más importante del mundo: la de San Isidro, en Madrid.

Poco hay que destacar, taurinamente hablando, de lo que ha acontecido en la plaza venteña en su edición 2018, incluyendo la participación de dos mexicanos que, en mayor o menor medida, toparon con la dura pared de bureles y públicos difíciles. El silencio ha sido, por desgracia, el común denominador en las primeras corridas de esta que se distingue como la más extensa en la historia de las isidriadas.

Pero han surgido, y no precisamente para bien, los nombres de Magán, de Polo y de Gómez, designados para una de los oficios más complejos y riesgosos de los que existen: el de presidir los festejos taurinos. Los tres han motivado la polémica, el disgusto de las mayorías y hasta la exigencia de abandonar el palco de lo que allá llaman “presidencia”.

Magán negó una oreja muy bien ganada por Jiménez Fortes tras su faena a un toro de Pedraza de Yeltes que cerraba plaza el pasado viernes. El malagueño le dio una lidia más que meritoria y lo mató de manera eficaz y contundente, para tupir de blanco los tendidos de Las Ventas, cosa nada fácil, por cierto. Pero el presidente no otorgó el apéndice y se ganó la bronca de los aficionados. Tan evidente fue el error, que toda la crítica especializada lo señaló y el torero dio dos vueltas al ruedo.

Luego Polo, quien es jefe policiaco en la vida cotidiana, se encargó, en otro festejo, de pasarse a la banda contraria, otorgando una facilona oreja, protestada por los más exigentes, a Francisco José Espada, justo en la tarde donde el mexicano Sergio Flores dio muestra de buena disposición y calidad torera.

Y para rematar, Gómez se encargó de devolver un toro de Las Ramblas sin picar, que había acusado mansedumbre al rehuir de los capotes, provocando con ello otra bronca, la tercera de importancia, en apenas siete festejos.

La de Juez de Plaza, o de Autoridad, o de presidente, es una actividad compleja, pues se deben tomar decisiones en segundos; sin embargo, los errores, sin que exista justificación aparentemente válida, se vuelven siempre un problema manifiesto. Estos tres personajes lo han resentido en carne propia.

“Para mí, no había mayoría y la faena no era de oreja”, habría dicho tras el festejo Magán, sobre los porqués de negar el apéndice solicitado para Fortes, mientras que Gómez habría establecido con resignación: “No se es comprendido por todos”, luego de devolver un burel entre la rechifla.

Complejo y triste esto de cargar con las decisiones difíciles. Y en Madrid todavía más.

Seguramente a usted los nombres de José Magán, Justo Polo y Jesús María Gómez, no le dirán mucho. Es natural; no tendría porqué ser de otra manera. El caso es que, sorpresivamente, éstos han sido los nombres que han figurado en la primera semana de festejos taurinos en la feria más importante del mundo: la de San Isidro, en Madrid.

Poco hay que destacar, taurinamente hablando, de lo que ha acontecido en la plaza venteña en su edición 2018, incluyendo la participación de dos mexicanos que, en mayor o menor medida, toparon con la dura pared de bureles y públicos difíciles. El silencio ha sido, por desgracia, el común denominador en las primeras corridas de esta que se distingue como la más extensa en la historia de las isidriadas.

Pero han surgido, y no precisamente para bien, los nombres de Magán, de Polo y de Gómez, designados para una de los oficios más complejos y riesgosos de los que existen: el de presidir los festejos taurinos. Los tres han motivado la polémica, el disgusto de las mayorías y hasta la exigencia de abandonar el palco de lo que allá llaman “presidencia”.

Magán negó una oreja muy bien ganada por Jiménez Fortes tras su faena a un toro de Pedraza de Yeltes que cerraba plaza el pasado viernes. El malagueño le dio una lidia más que meritoria y lo mató de manera eficaz y contundente, para tupir de blanco los tendidos de Las Ventas, cosa nada fácil, por cierto. Pero el presidente no otorgó el apéndice y se ganó la bronca de los aficionados. Tan evidente fue el error, que toda la crítica especializada lo señaló y el torero dio dos vueltas al ruedo.

Luego Polo, quien es jefe policiaco en la vida cotidiana, se encargó, en otro festejo, de pasarse a la banda contraria, otorgando una facilona oreja, protestada por los más exigentes, a Francisco José Espada, justo en la tarde donde el mexicano Sergio Flores dio muestra de buena disposición y calidad torera.

Y para rematar, Gómez se encargó de devolver un toro de Las Ramblas sin picar, que había acusado mansedumbre al rehuir de los capotes, provocando con ello otra bronca, la tercera de importancia, en apenas siete festejos.

La de Juez de Plaza, o de Autoridad, o de presidente, es una actividad compleja, pues se deben tomar decisiones en segundos; sin embargo, los errores, sin que exista justificación aparentemente válida, se vuelven siempre un problema manifiesto. Estos tres personajes lo han resentido en carne propia.

“Para mí, no había mayoría y la faena no era de oreja”, habría dicho tras el festejo Magán, sobre los porqués de negar el apéndice solicitado para Fortes, mientras que Gómez habría establecido con resignación: “No se es comprendido por todos”, luego de devolver un burel entre la rechifla.

Complejo y triste esto de cargar con las decisiones difíciles. Y en Madrid todavía más.