Mayo y junio me suenan a la voz grave y poderosa de Ian Curtis, vocalista de Joy Division. Uno, porque fue un 18 de mayo de 1980 el día en que atentó contra su vida a sus 23 años; dos, porque el 15 de junio cumplió 44 años el único álbum que vio publicado en su breve vida, la ópera prima de la banda e ícono del post-punk: Unknown Pleasures (1979, Factory Records).
Quizás las ondas a blanco y negro de la portada del disco no significan exactamente las emociones accidentadas como cadenas montañosas del joven inglés, ni la atmósfera de inestabilidad que emana de algunas canciones; es, más bien, una alusión a un hallazgo científico. Una portada enigmática, que puede interpretarse de distintas maneras, parecida a la doble vida de Curtis, quien supo enmascarar su mitad viviente oscura ante el público y sus propios colegas de banda.
Adelantado a su tiempo, de cuyos ojos claros emanaba la tristeza de sus desgracias; su baile peculiar en el escenario y la magia negra en sus letras. Ian Curtis, un genio poético, nos entregó fragmentos de su vida que enmascaraba en las sombras a través de Unknown Pleasures. Nos compartió un sorbo de la amargura de su espresso a través de la música.
Una parte de su habilidad lírica fue inspirada en las obras de escritores como Franz Kafka, William Burroughs y Nikolái Gógol; la otra, proviene totalmente de su talento y vivencias. Nos ubica en un mundo de tortura. Un mundo donde la depresión, la soledad y la agonía nos envuelven en su abrazo oscuro. Ese abrazo que siempre envolvió a Curtis.
Las letras del cantante y el trabajo de Bernard Sumner, Peter Hook y Stephen Morris, desencadenaron un trabajo revolucionario, que ha trascendido e inspirado a proyectos más actuales, como: Interpol, Bloc Party o los bielorrusos Molchat Doma. Unknown Pleasures se convirtió en uno de los pilares del post-punk.
El escuchar la palabra ‘punk’ podría recordarnos a grupos con aires anárquicos y de indumentaria atrevida, de pelos de punta (literal). Pensaríamos en Johnny Rotten o Sid Vicious de Sex Pistols, una de las agrupaciones más fértiles en el campo. Pero, ¿qué pasó después del punk? ¿Por qué el post-punk ya no está infusionado con la anarquía y la rebeldía de estas bandas?
El post-punk es un subgénero que, si bien no incluía la indumentaria ni los pelos de punta, sí nos puso los pelos de punta… a nosotros. Fue después de mediados de 1970 cuando bandas como la de Ian Curtis, Bauhaus y Siouxsie and the Banshees introdujeron música innovadora, un punk menos conservador y acompañado de sintetizadores, sonidos experimentales y líneas de bajo prominentes.
Es así como Unknown Pleasures revolucionó a la música por el proceso experimental con el que fue creado. La técnica no convencional de Martin Hannett, productor del álbum, contribuyó en gran medida a ello. Se encargó de potencializar la esencia lúgubre y poderosa del disco a través de distintos recursos sonoros, como los ruidos en el tema Insight, justo después de la vocalización “But I remember” de Curtis, que evocan a la saga Star Wars, aquellas batallas de los jedi contra los stormtroopers. Estos sonidos, acompañados del bajo poderoso de Peter Hook, aportan al paisaje sombrío que retratan las letras de Curtis: “Guess your dreams always end / They don’t rise up, just descend”.
A propósito de estos versos, en una entrevista para el medio CNN, en mayo del año pasado, el guitarrista, Bernard Sumner; y el baterista, Stephen Morris, revelaron que ellos admiraban la capacidad lírica de su amigo por adentrarse en la mente y el sufrimiento ajeno para escribir tales canciones, pero tristemente notaron, al borde de su muerte, que se inspiraba en él mismo.
Pero, sobre todo, reconocieron que, en aquella época de auge post-punk, el tema del suicidio y el expresar libremente las emociones no era algo normal.
Cabe mencionar que, en tiempos actuales, sobre todo en este país, parece que estos temas siguen siendo invisibilizados. En la primera mitad de 2022, el suicidio fue una de las primeras diez causas de muerte, de acuerdo con la Estadística de Defunciones Registradas de enero a junio 2022 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), con base en registros administrativos preliminares.
Tan solo en los grupos de diez a 14 años y de 15 a 24, las lesiones autoinfligidas intencionalmente fueron la tercera causa principal de muerte. Pasaron al quinto lugar en el grupo de 25 a 34 años de edad, y a octavo en el de 35 a 44.
El joven inglés Curtis, en sus veintes, lamentablemente fue parte de los primeros grupos en el contexto mexicano estadístico. Escuchar Unknown Pleasures nos acerca a su mente, a su sentir en una época en la que (todavía) predomina la mirada del otro, así como llamó Jean-Paul Sartre a esta forma de significar ante los demás, ante una sociedad que juzga y cosifica libremente, que todavía impide los espacios para hablar libremente de temas como las emociones y el suicidio.
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Ian Curtis nos entregó discretamente una gran parte de él en la ópera prima de Joy Division, un fragmento de sus sentimientos materializado en música, en arte como forma de manifestar las emociones y la imperfección humana que nos hace tan atractivos y enigmáticos, como este álbum en blanco y —predominantemente— negro.
Más que pensar en la errada decisión de seguir sus pasos de vida al pie de la letra, soy creyente de que a él le encantaría impactar en nuestros pensamientos y sensibilizarnos sobre el tema que lo llevó a la muerte. Sentir que, después de Unknown Pleasures, somos otra persona. Quizás seres góticos, salpicados de la estética post-punk, a blanco y negro; como quieran llamarle, debido a la contagiable atmósfera sombría de la obra; pero lo más importante: seres más conscientes y sensibles, así como si fuéramos el safe place del vocalista.
