/ viernes 12 de enero de 2024

Contraluz | José Alfredo


A mediados del siglo pasado empezaban a pasar de moda las películas de charros cantores entre quienes los íconos más reconocidos que eran Jorge Negrete, barítono, y Pedro Infante y Javier Solís, tenores que marcaron sus tiempos y sus épocas, empatados con el paso por el ancho puente del canto campirano a una sociedad esencialmente urbana con sus características de mayor concentración, marginalidad, hacinamiento de muchas ciudades, incluida la de México, y sus metamorfosis explicables incluida la de la música popular.

Cruzaban el puente de la transición compositores como los Cuates Castilla y su legendario El Pastor, Tomás Méndez con Paloma Negra, Huapango Torero, Cucurrucucú Paloma, Huapango Torero, La Muerte de un Gallero, Las Rejas no Matan, Gorrioncillo Pecho Amarillo y muchas más; así como Cuco Sánchez con Anillo de Compromiso, La Cama de Piedra, Grítenme Piedras del Campo, Fallaste Corazón, Arrieros Somos, Guitarras lloren Guitarras…

Aparecía un nuevo canto popular signado por la incertidumbre, la nostalgia por lo bucólico y los amores perdidos, entreverado con la música de rumberas, danzones, boleros en donde reinaban los clásicos de María Grever, Esparza Oteo y Agustín Lara, así como la augusta Trova Yucateca.

Ahí estaban ya Chava Flores con su alud de cantos urbanos centrados en la ciudad de México, sus barrios y vecindades, entonando las costumbres populares dibujadas en Los Quince Años de Espergencia, La Boda de Vecindad, El Pichicuás, Cleto, La Bartola, La Interesada, Los Gorrones, El Gato Viudo, Tomando Té, Dos Horas de Balazos, La Casa de Lupe.

En ese entorno de transición apareció el rey de la canción ranchera, José Alfredo Jiménez con temas tan emblemáticos como El Jinete, Yo, Ella, Deja que salga la Luna, Amanecí en tus Brazos, El Corrido del Caballo blanco, El Perro Negro, Un Mundo Raro, El Rey, Si nos Dejan, Serenata Huasteca, Llegó Borracho el Borracho, En el último Trago nos Vamos, Caminos de Guanajuato, No me Amenaces, Arrullo de Dios.

José Alfredo Jiménez, nacido en Dolores Hidalgo, Guanajuato, en el año 1926 escribió sus primeras canciones cuando apenas era un adolescente. Avecindado en la Ciudad de México a los ocho años, antes de iniciar en el mundo artístico José Alfredo tuvo varios oficios entre ellos el de camarero; además fue jugador de fútbol peleando por la posición de portero en los equipos Oviedo y Marte.

Fue en el restaurante La Sirena cuando la suerte le abrió puertas al conocer a Andrés Huesca un joven cantautor quien escuchó una de sus canciones y decidió grabarla. Meses después cantó en la radio XEX-AM y el éxito llegó.

La primera canción que Jiménez grabó y lanzó en el radio en 1948 a través de la XEX y luego la XEW se titulaba Yo. Gracias a esta última radiodifusora fue que el tema catapultó la fama del Hijo del Pueblo, pues tuvo un mayor alcance a nivel nacional.

Después vinieron otros éxitos en especial El Jinete interpretada originalmente por Jorge Negrete que cuenta la historia de un hombre montado a caballo -“tras la lejana montaña”- que sufre una enorme que sufre una enorme tristeza por el fallecimiento de su amada. Sin estudios formales de educación musical y sin tocar ningún instrumento, José Alfredo Jiménez Sandoval, nacido en 1926 y fallecido en 1973, se constituyó como el más notable cantautor de música ranchera de todos los tiempos.

A los 8 años llegó a la Ciudad de México y empezó a componer sus primeras canciones. Según Miguel Aceves Mejía, que le apadrinó en sus primeras grabaciones profesionales, José Alfredo compuso más de un millar de canciones.

Muchas de ellas, huapangos. El huapango es un género musical basado en compás ternario cuyo origen se remonta al siglo XVII y es producto de la fusión de tradiciones musicales de los indígenas nativos con la instrumentación propia de los españoles y muy particularmente, en este caso, del flamenco –“donde el canto a veces se vuelve llanto”-. Estas influencias se observan también en la instrumentación, la rítmica de 6 por 8, el canto con falsete y el zapateado sobre tarima que juega un papel importante en la composición musical del género. De ahí, la palabra huapango derivada del vocablo náhuatl "cuauhpanco", que literalmente significa "sobre la tarima".

Jorge Negrete y José Alfredo Jiménez fueron buenos amigos, aunque nunca cantaron a dúo. Negrete cantó El Jinete como tema de fondo, en el inicio de su película El Rapto.

El Rapto se estrenó cuatro meses después del fallecimiento de Negrete, el 23 de abril de 1954. La cinta tuvo grandes ventas en taquilla.

Pero las canciones de José Alfredo no fueron en sus inicios aceptadas por buena parte de la población especialmente de clase media y alta. José Agustín en su “Tragicomedia Mexicana” tomo I, comenta: “A José Alfredo se le acusó de dipsomaniaco, desobligado, incapaz de enfrentar la realidad, de vivir en la cantina y de ser un machista irreversible, lo cual, naturalmente, es posible hallarlo en sus canciones, pero se pasó por alto que al expresar todo esto el compositor lo externaba, lo objetivaba y daba pie para la conciencia (y la ulterior transformación), además de que lo hacía con un extraordinario talento musical, a través de melodías muy bellas que sólo pueden acusarse de monótonas si se desconocen los mecanismos de la canción popular. Además, no dejaba de ser una gruesa hipocresía colectiva satanizar efectos conductuales del pueblo que respondían a realidades de extrema explotación, manipulación y paternalismo. Por otra parte, José Alfredo fue el vehículo de transición de la canción ranchera, que cada vez se alejaba más del campo, de los ranchos y se asentaba en el cambiante medio urbano, lo que, posteriormente, generaría mutaciones terribles: las canciones “rancheras” de los años setenta con mucho rebasarían el espectro del machismo para llegar a las antípodas en el caso de Juan Gabriel”. Lo cierto es que hoy José Alfredo es un personaje indiscutible de la canción popular no sólo en México.

Lo cierto es que hoy sus canciones son cantadas en México y el mundo mucho más que cuando él vivía. Versiones de sus obras han sido interpretadas prácticamente por todos los cantores nacionales y por muchos extranjeros personajes como los españoles Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, el argentino Calamaro, el francés Roberto Alagna, la irlandesa Katie James y muchos más en todo el planea. El canto mexicano es hoy conocido e interpretado en todo el mundo por su musicalidad y su apertura a la manifestación sencilla y fresca a todo el abanico de sentimientos.

Con las redes sociales –“benditas redes sociales” en este caso- se ha amplificado el aprecio, la emoción y la empatía por nuestra música; pues como José Alfredo ha sabido llegar al corazón de la humanidad misma con toda su gama de sensaciones que van de la alegría más plena a la tristeza y desazón más hondas, hablando casi siempre de los juegos del amor.


A mediados del siglo pasado empezaban a pasar de moda las películas de charros cantores entre quienes los íconos más reconocidos que eran Jorge Negrete, barítono, y Pedro Infante y Javier Solís, tenores que marcaron sus tiempos y sus épocas, empatados con el paso por el ancho puente del canto campirano a una sociedad esencialmente urbana con sus características de mayor concentración, marginalidad, hacinamiento de muchas ciudades, incluida la de México, y sus metamorfosis explicables incluida la de la música popular.

Cruzaban el puente de la transición compositores como los Cuates Castilla y su legendario El Pastor, Tomás Méndez con Paloma Negra, Huapango Torero, Cucurrucucú Paloma, Huapango Torero, La Muerte de un Gallero, Las Rejas no Matan, Gorrioncillo Pecho Amarillo y muchas más; así como Cuco Sánchez con Anillo de Compromiso, La Cama de Piedra, Grítenme Piedras del Campo, Fallaste Corazón, Arrieros Somos, Guitarras lloren Guitarras…

Aparecía un nuevo canto popular signado por la incertidumbre, la nostalgia por lo bucólico y los amores perdidos, entreverado con la música de rumberas, danzones, boleros en donde reinaban los clásicos de María Grever, Esparza Oteo y Agustín Lara, así como la augusta Trova Yucateca.

Ahí estaban ya Chava Flores con su alud de cantos urbanos centrados en la ciudad de México, sus barrios y vecindades, entonando las costumbres populares dibujadas en Los Quince Años de Espergencia, La Boda de Vecindad, El Pichicuás, Cleto, La Bartola, La Interesada, Los Gorrones, El Gato Viudo, Tomando Té, Dos Horas de Balazos, La Casa de Lupe.

En ese entorno de transición apareció el rey de la canción ranchera, José Alfredo Jiménez con temas tan emblemáticos como El Jinete, Yo, Ella, Deja que salga la Luna, Amanecí en tus Brazos, El Corrido del Caballo blanco, El Perro Negro, Un Mundo Raro, El Rey, Si nos Dejan, Serenata Huasteca, Llegó Borracho el Borracho, En el último Trago nos Vamos, Caminos de Guanajuato, No me Amenaces, Arrullo de Dios.

José Alfredo Jiménez, nacido en Dolores Hidalgo, Guanajuato, en el año 1926 escribió sus primeras canciones cuando apenas era un adolescente. Avecindado en la Ciudad de México a los ocho años, antes de iniciar en el mundo artístico José Alfredo tuvo varios oficios entre ellos el de camarero; además fue jugador de fútbol peleando por la posición de portero en los equipos Oviedo y Marte.

Fue en el restaurante La Sirena cuando la suerte le abrió puertas al conocer a Andrés Huesca un joven cantautor quien escuchó una de sus canciones y decidió grabarla. Meses después cantó en la radio XEX-AM y el éxito llegó.

La primera canción que Jiménez grabó y lanzó en el radio en 1948 a través de la XEX y luego la XEW se titulaba Yo. Gracias a esta última radiodifusora fue que el tema catapultó la fama del Hijo del Pueblo, pues tuvo un mayor alcance a nivel nacional.

Después vinieron otros éxitos en especial El Jinete interpretada originalmente por Jorge Negrete que cuenta la historia de un hombre montado a caballo -“tras la lejana montaña”- que sufre una enorme que sufre una enorme tristeza por el fallecimiento de su amada. Sin estudios formales de educación musical y sin tocar ningún instrumento, José Alfredo Jiménez Sandoval, nacido en 1926 y fallecido en 1973, se constituyó como el más notable cantautor de música ranchera de todos los tiempos.

A los 8 años llegó a la Ciudad de México y empezó a componer sus primeras canciones. Según Miguel Aceves Mejía, que le apadrinó en sus primeras grabaciones profesionales, José Alfredo compuso más de un millar de canciones.

Muchas de ellas, huapangos. El huapango es un género musical basado en compás ternario cuyo origen se remonta al siglo XVII y es producto de la fusión de tradiciones musicales de los indígenas nativos con la instrumentación propia de los españoles y muy particularmente, en este caso, del flamenco –“donde el canto a veces se vuelve llanto”-. Estas influencias se observan también en la instrumentación, la rítmica de 6 por 8, el canto con falsete y el zapateado sobre tarima que juega un papel importante en la composición musical del género. De ahí, la palabra huapango derivada del vocablo náhuatl "cuauhpanco", que literalmente significa "sobre la tarima".

Jorge Negrete y José Alfredo Jiménez fueron buenos amigos, aunque nunca cantaron a dúo. Negrete cantó El Jinete como tema de fondo, en el inicio de su película El Rapto.

El Rapto se estrenó cuatro meses después del fallecimiento de Negrete, el 23 de abril de 1954. La cinta tuvo grandes ventas en taquilla.

Pero las canciones de José Alfredo no fueron en sus inicios aceptadas por buena parte de la población especialmente de clase media y alta. José Agustín en su “Tragicomedia Mexicana” tomo I, comenta: “A José Alfredo se le acusó de dipsomaniaco, desobligado, incapaz de enfrentar la realidad, de vivir en la cantina y de ser un machista irreversible, lo cual, naturalmente, es posible hallarlo en sus canciones, pero se pasó por alto que al expresar todo esto el compositor lo externaba, lo objetivaba y daba pie para la conciencia (y la ulterior transformación), además de que lo hacía con un extraordinario talento musical, a través de melodías muy bellas que sólo pueden acusarse de monótonas si se desconocen los mecanismos de la canción popular. Además, no dejaba de ser una gruesa hipocresía colectiva satanizar efectos conductuales del pueblo que respondían a realidades de extrema explotación, manipulación y paternalismo. Por otra parte, José Alfredo fue el vehículo de transición de la canción ranchera, que cada vez se alejaba más del campo, de los ranchos y se asentaba en el cambiante medio urbano, lo que, posteriormente, generaría mutaciones terribles: las canciones “rancheras” de los años setenta con mucho rebasarían el espectro del machismo para llegar a las antípodas en el caso de Juan Gabriel”. Lo cierto es que hoy José Alfredo es un personaje indiscutible de la canción popular no sólo en México.

Lo cierto es que hoy sus canciones son cantadas en México y el mundo mucho más que cuando él vivía. Versiones de sus obras han sido interpretadas prácticamente por todos los cantores nacionales y por muchos extranjeros personajes como los españoles Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, el argentino Calamaro, el francés Roberto Alagna, la irlandesa Katie James y muchos más en todo el planea. El canto mexicano es hoy conocido e interpretado en todo el mundo por su musicalidad y su apertura a la manifestación sencilla y fresca a todo el abanico de sentimientos.

Con las redes sociales –“benditas redes sociales” en este caso- se ha amplificado el aprecio, la emoción y la empatía por nuestra música; pues como José Alfredo ha sabido llegar al corazón de la humanidad misma con toda su gama de sensaciones que van de la alegría más plena a la tristeza y desazón más hondas, hablando casi siempre de los juegos del amor.