/ viernes 8 de junio de 2018

Humanitas: arte y pasión

A es la primera letra de casi todos los alfabetos del mundo, a excepción de unos cuantos, tales como el mogol, el japonés, el tibetano, el etíope y algún otro. Es una letra que tiene el poder el poder místico y virtud mágica entre quienes la han adoptado, y para los cuales su poder es numérico es uno. Es el Aleph de los hebreos, simbolizado por el buey y el toro; el Alpha de los griegos, el uno y el primero; el Az de los eslavos, que significa el pronombre “yo” (refiriéndose a “yo soy el que soy”). También en astrología, Taurus (el Buey, Toro o Aleph) es el primer signo del Zodíaco, siendo su color blanco y amarillo. El sagrado Aleph adquiere carácter aún más señalado de santidad entre los cabalistas cristianos, pues saben que la letra representa la Trinidad en la Unidad, por estar compuesta de dos Yods, uno hacia arriba y otro invertido, con una raya o nexo oblicuo en esta forma N. Kenneth B. H. Mackenzie afirma que “la cruz de San Andrea está ocultamente relacionada con tal letra”. El nombre divino, el primero de la serie correspondiente a Aleph, es HêlêH o Ahih, cuando se escribe sin vocales, y esta es una raíz sánscrita.

Así relata la primera página del “Glosario Teosófico” de Madame Helena P. Blavatsky (1831-1891) quien fuera una escritora rusa, ocultista y teósofa de fama internacional. Fundó la Sociedad Teosófica en el año de 1874 en la ciudad de Nueva York, contribuyendo a la difusión del pensamiento teosófico, el ocultismo y la magia. Como escritora esotérica publicó en ese mismo año el libro El velo de isis que fue bien recibido por la comunidad esotérica.

En el año de 1878 trasladaron la sede de la Sociedad Teosófica Internacional a la ciudad de Madrás, India. En 1885 madame Blavatsky se trasladó a Londres, Inglaterra por invitación de teósofos de aquella ciudad. En medio de críticas, acusaciones de fraude y charlatanería, escribió su legado espiritual en el libro “La doctrina Secreta”, libro en el que habla de las cosmo-génesis, del universo y de los símbolos básicos contenidos en las grandes religiones y mitologías del mundo. Esta obra la dedicó a todos los teósofos verdaderos. Además de este libro escribió más textos, y poesías que memorizó durante su estancia en un monasterio de Lamas en el Tibet, libro que por cierto fue traducido al portugués por el destacado escritor y poeta lusitano Fernando Pessoa, que gustaba del estudio del esoterismo.

Helena P. Blavatsky falleció en Londres en 1891, su cuerpo fue incinerado y un tercio de sus cenizas se quedó en Europa, otro tercio en estados Unidos y el otro en la India.

Parte de su legado ha sido leyenda, desde las sesiones espiritistas que realizaban algunos ocultistas a finales del siglo y principios del XX, hasta la tradición de celebrar el aniversario de su muerte como e día del loto blanco, leyendo un capítulo del libro sagrado El Bagavad-Gita.

Se puede considerar a Madame Blavatsky una renovadora del espiritualismo en una época en que la ciencia y la tecnología moderna, pensaban que habían derrumbado todas las creencias de religiones y mitos ancestrales de la humanidad. La pulsión ritual y espiritualista del mundo se renovó de manera secreta y paralela al desarrollo moderno del siglo XX. Su influencia no fue ajena al arte y las vanguardias, pues sabemos que artistas de la talla de Kandinsky, Mondrian y Malevich, iniciadores de la abstracción a principio del siglo XX, estaban involucrados en la sociedades teosófica y leían los textos de Blavatsky.

bobiglez@gmail.com

A es la primera letra de casi todos los alfabetos del mundo, a excepción de unos cuantos, tales como el mogol, el japonés, el tibetano, el etíope y algún otro. Es una letra que tiene el poder el poder místico y virtud mágica entre quienes la han adoptado, y para los cuales su poder es numérico es uno. Es el Aleph de los hebreos, simbolizado por el buey y el toro; el Alpha de los griegos, el uno y el primero; el Az de los eslavos, que significa el pronombre “yo” (refiriéndose a “yo soy el que soy”). También en astrología, Taurus (el Buey, Toro o Aleph) es el primer signo del Zodíaco, siendo su color blanco y amarillo. El sagrado Aleph adquiere carácter aún más señalado de santidad entre los cabalistas cristianos, pues saben que la letra representa la Trinidad en la Unidad, por estar compuesta de dos Yods, uno hacia arriba y otro invertido, con una raya o nexo oblicuo en esta forma N. Kenneth B. H. Mackenzie afirma que “la cruz de San Andrea está ocultamente relacionada con tal letra”. El nombre divino, el primero de la serie correspondiente a Aleph, es HêlêH o Ahih, cuando se escribe sin vocales, y esta es una raíz sánscrita.

Así relata la primera página del “Glosario Teosófico” de Madame Helena P. Blavatsky (1831-1891) quien fuera una escritora rusa, ocultista y teósofa de fama internacional. Fundó la Sociedad Teosófica en el año de 1874 en la ciudad de Nueva York, contribuyendo a la difusión del pensamiento teosófico, el ocultismo y la magia. Como escritora esotérica publicó en ese mismo año el libro El velo de isis que fue bien recibido por la comunidad esotérica.

En el año de 1878 trasladaron la sede de la Sociedad Teosófica Internacional a la ciudad de Madrás, India. En 1885 madame Blavatsky se trasladó a Londres, Inglaterra por invitación de teósofos de aquella ciudad. En medio de críticas, acusaciones de fraude y charlatanería, escribió su legado espiritual en el libro “La doctrina Secreta”, libro en el que habla de las cosmo-génesis, del universo y de los símbolos básicos contenidos en las grandes religiones y mitologías del mundo. Esta obra la dedicó a todos los teósofos verdaderos. Además de este libro escribió más textos, y poesías que memorizó durante su estancia en un monasterio de Lamas en el Tibet, libro que por cierto fue traducido al portugués por el destacado escritor y poeta lusitano Fernando Pessoa, que gustaba del estudio del esoterismo.

Helena P. Blavatsky falleció en Londres en 1891, su cuerpo fue incinerado y un tercio de sus cenizas se quedó en Europa, otro tercio en estados Unidos y el otro en la India.

Parte de su legado ha sido leyenda, desde las sesiones espiritistas que realizaban algunos ocultistas a finales del siglo y principios del XX, hasta la tradición de celebrar el aniversario de su muerte como e día del loto blanco, leyendo un capítulo del libro sagrado El Bagavad-Gita.

Se puede considerar a Madame Blavatsky una renovadora del espiritualismo en una época en que la ciencia y la tecnología moderna, pensaban que habían derrumbado todas las creencias de religiones y mitos ancestrales de la humanidad. La pulsión ritual y espiritualista del mundo se renovó de manera secreta y paralela al desarrollo moderno del siglo XX. Su influencia no fue ajena al arte y las vanguardias, pues sabemos que artistas de la talla de Kandinsky, Mondrian y Malevich, iniciadores de la abstracción a principio del siglo XX, estaban involucrados en la sociedades teosófica y leían los textos de Blavatsky.

bobiglez@gmail.com