/ viernes 17 de enero de 2020

Humanitas: arte y pasión        

El año 2019 fue un trayecto cargado de sorpresas y sobresaltos en el mundo del arte, aparentemente se cerraba el año con el escándalo de ArtBasel Miami, con la pifia de la banana de Maurizio Cattelan de ciento veinte mil dólares. Pero en los últimos días del año, el 28 de diciembre, un acontecimiento en la Tate Modern de Londres, encendió las luces rojas, un joven de 20 años de nombre Shakeel Massey (de ascendencia india y británica) ataco un cuadro de Pablo Picasso causándole algunos daños, se trata de la obra “Busto de mujer” del año 1944, un retrato de Dora Maar, fotógrafa y amante de Picasso, valuado en 20 millones de libras. El joven fue retenido por personal de la galería y entregado a la policía británica que lo mantiene actualmente detenido. Las causas del ataque se desconocen, solo sabemos que el joven radica en Murcia, España, en donde estudiaba artes plásticas. De acuerdo a algunos maestros es posible que el joven tenga una animadversión al pintor malagueño, a la obra, a su fama, en fin. Un síntoma de resentimiento contra los grandes maestros, tal vez por su condición de artista muy menor, y por su condición política y social. El asunto es que los museos y las obras de arte son ya blanco de mentes enfermas, perversas o de un activismo político muy radical, que raya en el terrorismo cultural.

Pero la Tate Modern también fue nota en el mes de agosto del año 2019, un hecho que paralizó a los británicos ocurrió en la terraza o mirador de la emblemática galería londinense, otra vez perpetrado por un adolecente, que de la nada se acercó a una pareja francesa que paseaba con su hijo de 6 años, los sorprende y arroja al niño desde el décimo piso de la Tate Modern. El cuerpo del pequeño cayó en el quinto piso, ante los gritos de la madre y el estupor de los visitantes la escena fue por demás dantesca. El joven agresor se llama Jonty Bravery, tiene solo 17 años y es menor edad. Aparentemente sufre de sus capacidades mentales y tal vez trastorno de personalidad, dijo a la policía “que quería salir en los noticieros de la noche y que una voz le había dicho que le hiciera daño a alguien”. El menor sufrió daños de consideración como fractura de columna y de cráneo.

El agresor y la victima al parecer no tenían ninguna relación. Simplemente en el museo más emblemático del arte moderno en Londres, acontece un hecho atroz, infame, lamentable perpetrado por un adolecente.

Las condiciones psicológicas de algunos individuos jóvenes cada día nos sorprenden más, actos criminales como el acontecido recientemente en la escuela de Coahuila y otros horrores que parecen la normalización de la violencia adolescente.

Los devaneos siniestros de las nuevas generaciones nos obligan a mirar con mayor atención los proyectos de transversalidad con visión holística en el campo de la educación, el arte y la cultura. “El todo es más que la suma de sus partes”.

bobiglez@gmail.com

El año 2019 fue un trayecto cargado de sorpresas y sobresaltos en el mundo del arte, aparentemente se cerraba el año con el escándalo de ArtBasel Miami, con la pifia de la banana de Maurizio Cattelan de ciento veinte mil dólares. Pero en los últimos días del año, el 28 de diciembre, un acontecimiento en la Tate Modern de Londres, encendió las luces rojas, un joven de 20 años de nombre Shakeel Massey (de ascendencia india y británica) ataco un cuadro de Pablo Picasso causándole algunos daños, se trata de la obra “Busto de mujer” del año 1944, un retrato de Dora Maar, fotógrafa y amante de Picasso, valuado en 20 millones de libras. El joven fue retenido por personal de la galería y entregado a la policía británica que lo mantiene actualmente detenido. Las causas del ataque se desconocen, solo sabemos que el joven radica en Murcia, España, en donde estudiaba artes plásticas. De acuerdo a algunos maestros es posible que el joven tenga una animadversión al pintor malagueño, a la obra, a su fama, en fin. Un síntoma de resentimiento contra los grandes maestros, tal vez por su condición de artista muy menor, y por su condición política y social. El asunto es que los museos y las obras de arte son ya blanco de mentes enfermas, perversas o de un activismo político muy radical, que raya en el terrorismo cultural.

Pero la Tate Modern también fue nota en el mes de agosto del año 2019, un hecho que paralizó a los británicos ocurrió en la terraza o mirador de la emblemática galería londinense, otra vez perpetrado por un adolecente, que de la nada se acercó a una pareja francesa que paseaba con su hijo de 6 años, los sorprende y arroja al niño desde el décimo piso de la Tate Modern. El cuerpo del pequeño cayó en el quinto piso, ante los gritos de la madre y el estupor de los visitantes la escena fue por demás dantesca. El joven agresor se llama Jonty Bravery, tiene solo 17 años y es menor edad. Aparentemente sufre de sus capacidades mentales y tal vez trastorno de personalidad, dijo a la policía “que quería salir en los noticieros de la noche y que una voz le había dicho que le hiciera daño a alguien”. El menor sufrió daños de consideración como fractura de columna y de cráneo.

El agresor y la victima al parecer no tenían ninguna relación. Simplemente en el museo más emblemático del arte moderno en Londres, acontece un hecho atroz, infame, lamentable perpetrado por un adolecente.

Las condiciones psicológicas de algunos individuos jóvenes cada día nos sorprenden más, actos criminales como el acontecido recientemente en la escuela de Coahuila y otros horrores que parecen la normalización de la violencia adolescente.

Los devaneos siniestros de las nuevas generaciones nos obligan a mirar con mayor atención los proyectos de transversalidad con visión holística en el campo de la educación, el arte y la cultura. “El todo es más que la suma de sus partes”.

bobiglez@gmail.com