/ viernes 8 de enero de 2021

Humanitas. Arte y Pasión

En el acto de creación, los artistas son artesanos, alquimistas que buscan revelar el brillo, la luz, el principio de la materia y de la palabra. El principio de la cosa.

El artista en distintas épocas tiene que ser un dislocado de su tiempo, esa fractura le permitirá tomar nota de su tiempo cronológico y transitar en el tiempo del Aión, que es donde transcurre la creación artística y la aproximación a lo sagrado, es decir, a las manifestaciones de los dioses en este mundo.

El arte puede revelar el lumen de la materia. En una pintura por ejemplo apreciamos como se revela lo sagrado a través de las formas que se presentan en el espacio tiempo de la obra. Sabemos que la pintura como material contiene en si misma formas, tiempos, mundos, dioses, hombres, titanes, etc. Es como cuando vemos un color verde notamos que ahí existe también el amarillo y el azul como esencia de ese color.

Pensando en el tiempo que se disloca de lo cronológico encontramos el Aión y el Kairos, tiempo de creación y de relación con lo sagrado. Esta situación hace que veces ubique a los artistas como seres extraños, estrafalarios, distintos, pero esta condición ocurre porque el creador se encuentra viviendo o habitando en un tiempo distinto al que viven las masas.

El arte es un magnifico ritual, un ritual sin religión. En el que, en la búsqueda de la luz, la materia tiene que ser sometida, corrompida. Tiene que sufrir la transformación de lo burdo a lo primordial, a lo esencial, lo sagrado que puede estar ahí en el interior de la cosa. Solo entonces el acto creativo producirá la revelación de esa luz, de ese principio que buscan los sabios alquimistas y los artistas.

En cada objeto, en cada trozo de materia existe un universo diferente con sus propias leyes y sus principios. Y en el caldero del artista coinciden todos los mundos de todos los universos. Este acto creador produce la energía cósmica para que exista la vida en todos los mundos y universos.

Es donde habitan los dioses, lo divino, es el mundo y su materialidad que nos acerca a lo inefable, a la intuición, a lo que no se puede mirar con los ojos. Lo que se revela en un fragmento de arena, de pintura o en un haiku.

En el mundo y nuestro cosmos habita también el azar, el azar como la voluntad irracional que provoca todo lo que ocurre, es decir, elimina lo determinado. Sin embargo, desde tiempos pasado los hombres descubrieron que ese azar acontece y tiene que ser moderado, limitado a través de las manifestaciones de lo sagrado, de los dioses, que se cantan, que se revelan a través del rito del arte. Lo sagrado es una experiencia de lo humano con lo que no es humano.

La belleza de la cosa, por más pequeña o insignificante que esta sea, se encuentra en ella misma y se revelará en sí misma.

Que este año 2021 sea menos complicado que el anterior, que la energía positiva nos embargue a todos y limite las atrocidades del azar maldito. bobiglez@gmail.com


En el acto de creación, los artistas son artesanos, alquimistas que buscan revelar el brillo, la luz, el principio de la materia y de la palabra. El principio de la cosa.

El artista en distintas épocas tiene que ser un dislocado de su tiempo, esa fractura le permitirá tomar nota de su tiempo cronológico y transitar en el tiempo del Aión, que es donde transcurre la creación artística y la aproximación a lo sagrado, es decir, a las manifestaciones de los dioses en este mundo.

El arte puede revelar el lumen de la materia. En una pintura por ejemplo apreciamos como se revela lo sagrado a través de las formas que se presentan en el espacio tiempo de la obra. Sabemos que la pintura como material contiene en si misma formas, tiempos, mundos, dioses, hombres, titanes, etc. Es como cuando vemos un color verde notamos que ahí existe también el amarillo y el azul como esencia de ese color.

Pensando en el tiempo que se disloca de lo cronológico encontramos el Aión y el Kairos, tiempo de creación y de relación con lo sagrado. Esta situación hace que veces ubique a los artistas como seres extraños, estrafalarios, distintos, pero esta condición ocurre porque el creador se encuentra viviendo o habitando en un tiempo distinto al que viven las masas.

El arte es un magnifico ritual, un ritual sin religión. En el que, en la búsqueda de la luz, la materia tiene que ser sometida, corrompida. Tiene que sufrir la transformación de lo burdo a lo primordial, a lo esencial, lo sagrado que puede estar ahí en el interior de la cosa. Solo entonces el acto creativo producirá la revelación de esa luz, de ese principio que buscan los sabios alquimistas y los artistas.

En cada objeto, en cada trozo de materia existe un universo diferente con sus propias leyes y sus principios. Y en el caldero del artista coinciden todos los mundos de todos los universos. Este acto creador produce la energía cósmica para que exista la vida en todos los mundos y universos.

Es donde habitan los dioses, lo divino, es el mundo y su materialidad que nos acerca a lo inefable, a la intuición, a lo que no se puede mirar con los ojos. Lo que se revela en un fragmento de arena, de pintura o en un haiku.

En el mundo y nuestro cosmos habita también el azar, el azar como la voluntad irracional que provoca todo lo que ocurre, es decir, elimina lo determinado. Sin embargo, desde tiempos pasado los hombres descubrieron que ese azar acontece y tiene que ser moderado, limitado a través de las manifestaciones de lo sagrado, de los dioses, que se cantan, que se revelan a través del rito del arte. Lo sagrado es una experiencia de lo humano con lo que no es humano.

La belleza de la cosa, por más pequeña o insignificante que esta sea, se encuentra en ella misma y se revelará en sí misma.

Que este año 2021 sea menos complicado que el anterior, que la energía positiva nos embargue a todos y limite las atrocidades del azar maldito. bobiglez@gmail.com