/ jueves 4 de enero de 2024

Rompe el silencio | Todos somos uno


Soy una mamá que no se rinde y que buscó ayuda porque su hijo tiene una condición de consumo de drogas, y esta es mi historia.

Puedo empezar contando que la vida no es color de rosa, como muchos lo sabrán. No sabemos todo lo que nos sucederá para hacernos crecer; y aunque al principio no lo veamos, con el tiempo nos vamos dando cuenta de que sí, que todo es por una razón y que eso tan difícil que vemos en el camino también nos hará crecer, aprenderemos y nuestra perspectiva cambiará.

Antes de que mi hijo entrara en la crisis tan fuerte que tuvo pensaba que la gente quería estar perdida en las drogas, que ese mundo era en el que querían estar, que las personas consumían por gusto, que eso era lo que querían y que así se iban a morir. Después me empecé a dar cuenta que había más hechos de fondo. También pasé por la crisis donde me decía a mí misma: “Qué mala madre soy”, “Es mi culpa que esté así” “¿Qué habré hecho mal?” “¿En qué momento lo perdí? Y así pasar de un terapeuta a otro, desde el que me decía: “Déjalo que haga lo que quiera”, o “Sólo dale mucho amor”; hasta dar con la terapeuta adecuada. Ella pudo orientarme en todo esto para poder ser de ayuda a mi hijo y no intentar ser yo su salvadora. Esta hermosa terapeuta tuvo el cuidado de saberme escuchar con amor y compasión; me ayudó a entender que él tenía que querer la ayuda y que tenía que pedirla, incluso me di a la tarea de aceptar que yo ya no tenía el control de su vida y que la única forma de salir de este espiral sin fondo era con una tribu, con un grupo de ayuda que estuviera a cargo de él. Y así fue, mi hijo pidió la ayuda y empezó a trabajar en su recuperación.

He llegado a ponerme en el lugar de mi hijo y pensar: “Si fuera yo la usuaria ¿Qué harían mis hijos? “¿Cómo pensarían ayudarme?” sé que no es fácil ponernos en los zapatos de otros, pero si necesario, muy necesario.

En mi largo caminar para poder obtener la ayuda fui conociendo muchas personas, unas buenas otras no tanto, pero todas con el ánimo de ayudar tanto a mi hijo como a mí. Terminé en un lugar donde conocí gente que ama ayudar a personas como mi hijo, esto me ha hecho valorar la fortuna de conocerlos, ver en ellos la compasión y el amor con que tratan a unos totales extraños me hace querer ser mejor cada día y ser de ayuda a otros, veo que es un circulo, mi hijo recibe amor y yo doy amor. Aprendí también que no puedo tener amor ni compasión por un extraño si no la tengo primero por mi hijo, él ha sido mi maestro en muchas cosas, pero donde he aprendido más es en el amor incondicional.

Con el tiempo empecé a comprender que todo tenía un porqué, que por lo general el consumidor tiene una condición médica llámese depresión, ansiedad, estrés postraumático, o incluso TDAH. También durante mis terapias fui enriquecida con autores para saber acerca de investigadores de la condición de consumo de drogas, mi terapeuta me recomendó a Gabor Maté y Andrew Tatarsky; al investigar sobre ellos terminé leyendo los libros del doctor Maté que me han abierto aún más los ojos a todo esto que sucede en el mundo, pero que nos queremos negar a ver.

Algo que cambió mucho mi manera de pensar, me hizo crecer y entender mejor este “Reino de los fantasmas hambrientos” (como él lo llama) fue el Dr. Gabor Maté, leerlo me dio mucha paz y pude hacer mías sus palabras:” Nosotros somos todos”, él me dejó ver que la gente que consume sufre, pierden belleza, salud, familia, su propia vida; ellos tienen más miedo de vivir que de morir. Y que necesitamos hacernos la pregunta correcta que nunca es: ¿Por qué la adicción? Sino ¿Por qué el dolor? Dice el Dr. Maté que no todas las adicciones tienen su origen en un trauma, pero que la gran mayoría pueden estar basadas en la experiencia del dolor. Ahora entiendo que un dolor es el centro de todas las conductas adictivas.

No es nada divertido este camino, pero si tiene su lado de aprendizaje y de belleza, también he aprendido a esperar, meditar y calmar mi mente, lo cual ha sido valioso en este camino. No deseo que experimentes esto, pero si estás en ello, recuerda que no estás solo o sola, que hay muchas personas como yo, que transitamos por aquí también, que vamos un poco más adelante y que podemos darte la mano.

Y no olvides que: ¡Nosotros somos todos!


Por: Una mamá que no se rinde.



Soy una mamá que no se rinde y que buscó ayuda porque su hijo tiene una condición de consumo de drogas, y esta es mi historia.

Puedo empezar contando que la vida no es color de rosa, como muchos lo sabrán. No sabemos todo lo que nos sucederá para hacernos crecer; y aunque al principio no lo veamos, con el tiempo nos vamos dando cuenta de que sí, que todo es por una razón y que eso tan difícil que vemos en el camino también nos hará crecer, aprenderemos y nuestra perspectiva cambiará.

Antes de que mi hijo entrara en la crisis tan fuerte que tuvo pensaba que la gente quería estar perdida en las drogas, que ese mundo era en el que querían estar, que las personas consumían por gusto, que eso era lo que querían y que así se iban a morir. Después me empecé a dar cuenta que había más hechos de fondo. También pasé por la crisis donde me decía a mí misma: “Qué mala madre soy”, “Es mi culpa que esté así” “¿Qué habré hecho mal?” “¿En qué momento lo perdí? Y así pasar de un terapeuta a otro, desde el que me decía: “Déjalo que haga lo que quiera”, o “Sólo dale mucho amor”; hasta dar con la terapeuta adecuada. Ella pudo orientarme en todo esto para poder ser de ayuda a mi hijo y no intentar ser yo su salvadora. Esta hermosa terapeuta tuvo el cuidado de saberme escuchar con amor y compasión; me ayudó a entender que él tenía que querer la ayuda y que tenía que pedirla, incluso me di a la tarea de aceptar que yo ya no tenía el control de su vida y que la única forma de salir de este espiral sin fondo era con una tribu, con un grupo de ayuda que estuviera a cargo de él. Y así fue, mi hijo pidió la ayuda y empezó a trabajar en su recuperación.

He llegado a ponerme en el lugar de mi hijo y pensar: “Si fuera yo la usuaria ¿Qué harían mis hijos? “¿Cómo pensarían ayudarme?” sé que no es fácil ponernos en los zapatos de otros, pero si necesario, muy necesario.

En mi largo caminar para poder obtener la ayuda fui conociendo muchas personas, unas buenas otras no tanto, pero todas con el ánimo de ayudar tanto a mi hijo como a mí. Terminé en un lugar donde conocí gente que ama ayudar a personas como mi hijo, esto me ha hecho valorar la fortuna de conocerlos, ver en ellos la compasión y el amor con que tratan a unos totales extraños me hace querer ser mejor cada día y ser de ayuda a otros, veo que es un circulo, mi hijo recibe amor y yo doy amor. Aprendí también que no puedo tener amor ni compasión por un extraño si no la tengo primero por mi hijo, él ha sido mi maestro en muchas cosas, pero donde he aprendido más es en el amor incondicional.

Con el tiempo empecé a comprender que todo tenía un porqué, que por lo general el consumidor tiene una condición médica llámese depresión, ansiedad, estrés postraumático, o incluso TDAH. También durante mis terapias fui enriquecida con autores para saber acerca de investigadores de la condición de consumo de drogas, mi terapeuta me recomendó a Gabor Maté y Andrew Tatarsky; al investigar sobre ellos terminé leyendo los libros del doctor Maté que me han abierto aún más los ojos a todo esto que sucede en el mundo, pero que nos queremos negar a ver.

Algo que cambió mucho mi manera de pensar, me hizo crecer y entender mejor este “Reino de los fantasmas hambrientos” (como él lo llama) fue el Dr. Gabor Maté, leerlo me dio mucha paz y pude hacer mías sus palabras:” Nosotros somos todos”, él me dejó ver que la gente que consume sufre, pierden belleza, salud, familia, su propia vida; ellos tienen más miedo de vivir que de morir. Y que necesitamos hacernos la pregunta correcta que nunca es: ¿Por qué la adicción? Sino ¿Por qué el dolor? Dice el Dr. Maté que no todas las adicciones tienen su origen en un trauma, pero que la gran mayoría pueden estar basadas en la experiencia del dolor. Ahora entiendo que un dolor es el centro de todas las conductas adictivas.

No es nada divertido este camino, pero si tiene su lado de aprendizaje y de belleza, también he aprendido a esperar, meditar y calmar mi mente, lo cual ha sido valioso en este camino. No deseo que experimentes esto, pero si estás en ello, recuerda que no estás solo o sola, que hay muchas personas como yo, que transitamos por aquí también, que vamos un poco más adelante y que podemos darte la mano.

Y no olvides que: ¡Nosotros somos todos!


Por: Una mamá que no se rinde.