Amor propio, alta autoestima

Vitral

Alfonso Franco Tiscareño | Colaborador Diario de Querétaro

  · miércoles 21 de julio de 2021

Foto: EFE

El amor es una cura milagrosa. Amarnos a nosotros mismos hace milagros en nuestras vidas.

Louise L. Hay


Como ya lo señaló Erich Fromm en su célebre libro El arte de amar, amar es una de las mejores actividades que podemos realizar en esta vida, porque con ello, en un mundo en que el tiempo todo lo barre, amar construye aquí y ahora. Y mientras se viva, amar será una edificación poderosa, gratificante, creadora, generadora de paz y alegría. Qué más se puede pedir. Los reinos más poderosos han caído y muchos han sido borrados de la memoria histórica. Los hombres que se han creído indestructibles y todo poderosos han muerto, y a muchos de ellos el tiempo los ha cubierto de ignominia. En cambio, los hombres y las mujeres que han amado, aunque también fueron borrados por el tiempo, vivieron intensamente generando paz, cariño, tranquilidad, alegría a su alrededor, y tan sólo por eso, hicieron que valiera la pena haber vivido para ellos mismos, y para los que hayan disfrutado de su compañía. Son gigantes del género humano, hicieron que fuera digno de mención ese milagro universal llamado vida humana.

Aunque existe también la otra cara, los soberbios. Pero, estos qué saben de la vida, nada, y menos si les gusta ser ignorantes. No tienen idea, su mundo es muy limitado. Cómo atinadamente lo ha señalado el filósofo Fernando Savater no se trata del orgullo de lo que tú eres, sino del menosprecio de lo que es el otro, el no reconocer a los semejantes. Para saber y conocer hay que vivir, estudiar, contrastar, refutar, comprobar, incluir, amar, perdonar. Sólo así se alcanza a comprender un poco, un poco, de la vida. Y al contrario, si no estudias y aparte estás lleno de soberbia, ira, envidia y resentimientos no entiendes mucho. Te esperan enormes problemas si no despiertas a tiempo y si no abres los ojos y las orejas. El buen camino pasa por la crítica y la autocrítica, inevitable y afortunadamente.

Foto: Cortesía | @mediateca.inah.gob.mx

Como ya lo señaló Arthur Schopenhauer la compasión “es la única que excluye el egoísmo como motivación de la conducta. Y la compasión se ejerce en la experiencia de sufrimiento y carencia del otro; en convertir el sufrimiento del otro en mi sufrimiento”. El amor, la compasión, abren ventanas al mundo, asómate, sin miedo. Una tras otra, ventanas y puertas están repletas de nuevas formas de ver. No las cierres, claro, ten precaución, pero averigua qué es lo que se mueve detrás de ellas. Abre todos los sentidos, pero particularmente los ojos, los oídos, el corazón, que sólo así se aprende. Con humildad, con un respeto infinito, aprende de cada uno de estos grandes maestros que citamos aquí. Ellos son maná caído del cielo, no sabes si puedas volver a disfrutar de su sabiduría.

Decía C. G. Jung que “Hasta que no hagas consciente a tu inconsciente, (éste) va a dirigir tu vida y lo llamarás destino.” Así que habla con tu psique consciente y con tu inconsciente. Se les puede hablar, no son una instancia separada una de otra, forman parte integral de nosotros. La separación que realizó Sigmund Freud en estamentos fue con la finalidad de entender mejor el proceso de la psique, no porque así se presentaran en el humano. El inconsciente es esa zona en donde se refugia lo olvidado, lo reprimido, lo negado. Y mientras no se enfrente sale a flote de muchas maneras, ya sea por medio de tics, manías, actos fallidos, hasta enfermedades neuróticas y psicosomáticas.

El universo es puntual, exacto, sujeto a leyes. Se permite pequeñas variantes dentro de su rigor. Sólo así funciona. Y dentro de las leyes macro, están las leyes micro, las de la física cuántica que aparentemente contradicen a aquéllas. Como bien lo supo Albert Einstein, tiene que haber un punto en que coincidan. Hay quienes proponen que seas igual al universo ya que estás sujeto a sus leyes, todo es cuestión de conocerse a sí mismo cada vez más y mejor. Y el amor a uno mismo y a los demás es una de las grandes herramientas para alcanzar más logros.

Nos han enseñado que nunca deberíamos ser derrotados, incluso existe ese dicho tonto de que para atrás ni para tomar vuelo, y definitivamente ha sido un error. El fracaso puede entenderse como enseñanza, puede fortalecer la voluntad, puede ser maestro, incluso, quizá, no tenga ni porqué llamársele fracaso. El concepto del fracaso como algo malévolo ha hecho mucho daño a generaciones. Se enseña, individual y socialmente, que si fracasas estás perdido, no eres inteligente, eres un inútil, y de ese golpe a la autoestima muchos ya no se reponen para toda su vida.

Cuidado también con la constante necesidad de aprobación, que sin duda tiene orígenes psicológicos complejos, pero no hay que desanimarse, hay que buscar respuestas para solucionar esa conducta que puede resultar tan limitante. Nada que el amor propio y una alta autoestima, no puedan mejorar.

Uno debería conocer la vida de los grandes seres humanos que han existido a través de la historia y que han dejado una obra, una huella importante. Hombres y mujeres relevantes que pueden servir de ejemplo a las nuevas generaciones que brotan en cada época. Y hay que conocerlos no sólo con pequeñas pinceladas o mini biografías desangeladas, sino con recursos que proporcionen al menos un cierto grado de profundidad. De manera tal que pudieran servir de inspiración y motivación a niñas y niños. Es urgente evitar a toda costa que los niños tengan como héroes o modelos a seguir a delincuentes o a artistas furris meramente comerciales y superfluos. Será mejor que se inspiren en seres amorosos, trabajadores, comprometidos socialmente y con alta autoestima.


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