/ sábado 2 de abril de 2022

Lo que no nos define | Política de fuerza o razón económica


A poco más de un mes desde que inició el conflicto entre Rusia y Ucrania, la estrategia de Occidente ha consistido en resistir las presiones externas e imponer una serie de sanciones al Kremlin, sin comprometer sus recursos militares y humanos. Este jueves el Departamento del Tesoro de EE.UU. anunció sanciones a 13 individuos y 21 entidades rusas, entre las cuales destaca “Mikron”, el mayor fabricante de chips en Rusia.

Estas medidas responden a tres propósitos centrales: i) aislar a Rusia del comercio internacional; ii) expulsarle del sistema financiero (SWIFT); y iii) buscar que entre en una fase de recesión económica con impacto en sectores clave como el energético y tecnológico. En el fondo, la OTAN, Estados Unidos y la Unión Europea pretenden colocar a Putin en un callejón sin salida. ¿Será posible acorralar a un tirano de sus características? Un tipo enteramente racional, pragmático y frío en sus cálculos.

En entregas anteriores he cuestionado la eficacia de las sanciones y su función como mecanismo disuasorio. Por ejemplo, a lo largo de décadas, Cuba ha sido objeto de múltiples sanciones. Pero ¿qué cambios se han producido? Ninguno. La dictadura aún vive, no es una democracia. C. Syropoulos y Y. Yotov, profesores de la Universidad de Drexel, sostienen que tan sólo 35 % de las sanciones económicas aplicadas en la historia han surtido efecto. No obstante, las que se han ejercido en contra de Rusia no tienen precedentes.

En el curso de las últimas horas se han registrado compras de pánico en distintos supermercados de Rusia, luego de que el rublo ruso se derrumbó a niveles récord en relación con el dólar. Así pues, se comienza a percibir entre la población el encarecimiento de algunos productos básicos —la inflación se ha situado por encima de 14 %—. Sin embargo, las personas no tienen cómo expresar su insatisfacción, pues existe una represión desmesurada y no hay elecciones libres.

Dudo que el clima de descontento frene la empresa de Putin. El presidente ruso no descansará hasta asfixiar a Ucrania, al costo que sea (inclusive sus propias pérdidas). Cabe recordar que él controla el aparato público en su conjunto; al ejército, la Duma y los medios de comunicación los tiene sometidos a su voluntad.

No hay que sobrestimar ni menospreciar el impacto político en la ecuación. Independientemente de las consecuencias económicas, Putin seguirá detentando el poder y explotando a sus tropas para enviarlas al campo de batalla. A mi juicio, las sanciones financieras sólo sirven con países democráticos, no en sistemas autoritarios donde el tirano se fortalece a costa de su gente.

¿Será la política de fuerza lo que no nos define?



Consultor y profesor universitario

Twitter: Petaco10marina

Facebook: Petaco Diez Marina

Instagram: Petaco10marina



A poco más de un mes desde que inició el conflicto entre Rusia y Ucrania, la estrategia de Occidente ha consistido en resistir las presiones externas e imponer una serie de sanciones al Kremlin, sin comprometer sus recursos militares y humanos. Este jueves el Departamento del Tesoro de EE.UU. anunció sanciones a 13 individuos y 21 entidades rusas, entre las cuales destaca “Mikron”, el mayor fabricante de chips en Rusia.

Estas medidas responden a tres propósitos centrales: i) aislar a Rusia del comercio internacional; ii) expulsarle del sistema financiero (SWIFT); y iii) buscar que entre en una fase de recesión económica con impacto en sectores clave como el energético y tecnológico. En el fondo, la OTAN, Estados Unidos y la Unión Europea pretenden colocar a Putin en un callejón sin salida. ¿Será posible acorralar a un tirano de sus características? Un tipo enteramente racional, pragmático y frío en sus cálculos.

En entregas anteriores he cuestionado la eficacia de las sanciones y su función como mecanismo disuasorio. Por ejemplo, a lo largo de décadas, Cuba ha sido objeto de múltiples sanciones. Pero ¿qué cambios se han producido? Ninguno. La dictadura aún vive, no es una democracia. C. Syropoulos y Y. Yotov, profesores de la Universidad de Drexel, sostienen que tan sólo 35 % de las sanciones económicas aplicadas en la historia han surtido efecto. No obstante, las que se han ejercido en contra de Rusia no tienen precedentes.

En el curso de las últimas horas se han registrado compras de pánico en distintos supermercados de Rusia, luego de que el rublo ruso se derrumbó a niveles récord en relación con el dólar. Así pues, se comienza a percibir entre la población el encarecimiento de algunos productos básicos —la inflación se ha situado por encima de 14 %—. Sin embargo, las personas no tienen cómo expresar su insatisfacción, pues existe una represión desmesurada y no hay elecciones libres.

Dudo que el clima de descontento frene la empresa de Putin. El presidente ruso no descansará hasta asfixiar a Ucrania, al costo que sea (inclusive sus propias pérdidas). Cabe recordar que él controla el aparato público en su conjunto; al ejército, la Duma y los medios de comunicación los tiene sometidos a su voluntad.

No hay que sobrestimar ni menospreciar el impacto político en la ecuación. Independientemente de las consecuencias económicas, Putin seguirá detentando el poder y explotando a sus tropas para enviarlas al campo de batalla. A mi juicio, las sanciones financieras sólo sirven con países democráticos, no en sistemas autoritarios donde el tirano se fortalece a costa de su gente.

¿Será la política de fuerza lo que no nos define?



Consultor y profesor universitario

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