/ sábado 6 de marzo de 2021

Lo que no nos define | Rostro de mujer

Como dice un buen amigo: “Leer cualquier libro de Stefan Zweig es una apuesta segura”. En esta ocasión, abordaré Veinticuatro horas en la vida de una mujer, obra en la cual el autor manifiesta: “[...] la naturaleza humana, en momentos de violenta tensión, presta a menudo a los individuos actitudes de una expresión tan sumamente trágica, que ni la imagen ni la palabra sabrían reproducirlas con suficiente intensidad.” Cito a un autor, no en menoscabo de la literatura femenina, sino con el propósito de sensibilizarnos sobre la situación desde la perspectiva del hombre.

El presente y el futuro de México tienen rostro de mujer. Éste ha empezado a tomar forma en la gestación de movimientos y marchas, que buscan alzar la voz por una causa legítima: lo que se denomina “igualdad sustantiva”. Sin embargo, ésta no es únicamente una cuestión gramatical, sino que precisa ir a las realidades —cómo es la vida de una mujer—, con el objetivo de reconocer y dimensionar la profunda brecha de desigualdad y de oportunidades que existe entre el hombre y la mujer. Así pues, ¿qué implican estas Veinticuatro horas en la vida de una mujer?

Con base en distintos estudios elaborados por instituciones internacionales, ha quedado acreditado que el fortalecimiento del Estado de derecho impacta de manera significativa en mayores niveles de inclusión laboral, acceso a la educación, derechos políticos y seguridad para las mujeres.

Respecto a la inclusión, hay mucho camino por recorrer, ya que la participación laboral de las mujeres fue de tan sólo 45% en 2019. Las mujeres tienen mayor esperanza de vida que los hombres, pero, cuando el 20.7% de las mujeres no cuentan con seguridad social, ello representa un problema de especial preocupación. Por otro lado, destaca que el 89% de las mujeres se dedica a un trabajo no remunerado; sin embargo, ésto cuesta 18% del PIB y, a la par, es una señal de dependencia económica hacia la figura masculina y una falta de inclusión mínima a aspectos jurídicos y fiscales. Es un hecho que en México las mujeres se enfrentan a un sinfín de obstáculos, por ejemplo: ganan, en promedio, 34.2% menos que los hombres. Estas disparidades deben combatirse desde la raíz. En cuanto a la educación, uno de los datos más relevantes consiste en la relación entre escolaridad y mortalidad infantil, puesto que 1 año más de escolaridad en las mujeres disminuye la mortalidad infantil en un 10%.

En lo tocante a los derechos políticos, la participación de las mujeres en la toma de decisiones en México ha evolucionado favorablemente. No obstante, estos cambios en la paridad de género han sido por decreto, y por medio de éste no se logra la igualdad. Debe ocurrir en las bases, no en las cúpulas. Ésta se alcanza día con día en el trato que les damos a las mujeres. Un elemento que ha deteriorado la participación de la mujer en los asuntos públicos es la violencia política; el 66.1% de las mujeres mexicanas han sufrido violencia de género. Y ésto es sólo lo revelado... ¡qué dirán las cifras negras! En lo referente a la seguridad, sin duda, la cifra más alarmante es que 10 mujeres son asesinadas al día en nuestro país, sumado a que, en 2020, se registraron 969 feminicidios. La muerte de una mujer, no radica exclusivamente en calificar un delito, sino que es un acto de empatía y visibilización hacia los riesgos que corren las mujeres en su caminar día tras día hacia el futuro.

Como lo indica Zweig, la realidad de la mujer es trágica, como la que afrontan las mujeres mexicanas. Las leyes han cambiado con el paso del tiempo, pero la base social y cultural, no. El tema medular radica en cómo la estructuraremos. Por esta razón, se requieren políticas y acciones individuales con rostro de mujer. El 8 de marzo —como todos los días— a los hombres nos tocará, en un marco de humildad, generar empatía y ponernos en el reflejo de lo que conllevan Veinticuatro horas en la vida de una mujer, como una forma de romper con aquello que promueve una sociedad y cultura desigual, y trazar el horizonte por errores pasados. ¿Serán 24 horas de empatía lo que no nos define?


Consultor y profesor universitario

Twitter: Petaco10marina

Facebook: Petaco Diez Marina

Instagram: Petaco10marina

Como dice un buen amigo: “Leer cualquier libro de Stefan Zweig es una apuesta segura”. En esta ocasión, abordaré Veinticuatro horas en la vida de una mujer, obra en la cual el autor manifiesta: “[...] la naturaleza humana, en momentos de violenta tensión, presta a menudo a los individuos actitudes de una expresión tan sumamente trágica, que ni la imagen ni la palabra sabrían reproducirlas con suficiente intensidad.” Cito a un autor, no en menoscabo de la literatura femenina, sino con el propósito de sensibilizarnos sobre la situación desde la perspectiva del hombre.

El presente y el futuro de México tienen rostro de mujer. Éste ha empezado a tomar forma en la gestación de movimientos y marchas, que buscan alzar la voz por una causa legítima: lo que se denomina “igualdad sustantiva”. Sin embargo, ésta no es únicamente una cuestión gramatical, sino que precisa ir a las realidades —cómo es la vida de una mujer—, con el objetivo de reconocer y dimensionar la profunda brecha de desigualdad y de oportunidades que existe entre el hombre y la mujer. Así pues, ¿qué implican estas Veinticuatro horas en la vida de una mujer?

Con base en distintos estudios elaborados por instituciones internacionales, ha quedado acreditado que el fortalecimiento del Estado de derecho impacta de manera significativa en mayores niveles de inclusión laboral, acceso a la educación, derechos políticos y seguridad para las mujeres.

Respecto a la inclusión, hay mucho camino por recorrer, ya que la participación laboral de las mujeres fue de tan sólo 45% en 2019. Las mujeres tienen mayor esperanza de vida que los hombres, pero, cuando el 20.7% de las mujeres no cuentan con seguridad social, ello representa un problema de especial preocupación. Por otro lado, destaca que el 89% de las mujeres se dedica a un trabajo no remunerado; sin embargo, ésto cuesta 18% del PIB y, a la par, es una señal de dependencia económica hacia la figura masculina y una falta de inclusión mínima a aspectos jurídicos y fiscales. Es un hecho que en México las mujeres se enfrentan a un sinfín de obstáculos, por ejemplo: ganan, en promedio, 34.2% menos que los hombres. Estas disparidades deben combatirse desde la raíz. En cuanto a la educación, uno de los datos más relevantes consiste en la relación entre escolaridad y mortalidad infantil, puesto que 1 año más de escolaridad en las mujeres disminuye la mortalidad infantil en un 10%.

En lo tocante a los derechos políticos, la participación de las mujeres en la toma de decisiones en México ha evolucionado favorablemente. No obstante, estos cambios en la paridad de género han sido por decreto, y por medio de éste no se logra la igualdad. Debe ocurrir en las bases, no en las cúpulas. Ésta se alcanza día con día en el trato que les damos a las mujeres. Un elemento que ha deteriorado la participación de la mujer en los asuntos públicos es la violencia política; el 66.1% de las mujeres mexicanas han sufrido violencia de género. Y ésto es sólo lo revelado... ¡qué dirán las cifras negras! En lo referente a la seguridad, sin duda, la cifra más alarmante es que 10 mujeres son asesinadas al día en nuestro país, sumado a que, en 2020, se registraron 969 feminicidios. La muerte de una mujer, no radica exclusivamente en calificar un delito, sino que es un acto de empatía y visibilización hacia los riesgos que corren las mujeres en su caminar día tras día hacia el futuro.

Como lo indica Zweig, la realidad de la mujer es trágica, como la que afrontan las mujeres mexicanas. Las leyes han cambiado con el paso del tiempo, pero la base social y cultural, no. El tema medular radica en cómo la estructuraremos. Por esta razón, se requieren políticas y acciones individuales con rostro de mujer. El 8 de marzo —como todos los días— a los hombres nos tocará, en un marco de humildad, generar empatía y ponernos en el reflejo de lo que conllevan Veinticuatro horas en la vida de una mujer, como una forma de romper con aquello que promueve una sociedad y cultura desigual, y trazar el horizonte por errores pasados. ¿Serán 24 horas de empatía lo que no nos define?


Consultor y profesor universitario

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