/ sábado 26 de diciembre de 2020

Lo que no nos define |Viajemos al espacio

Confieso que desde hace un tiempo he venido reflexionando sobre la perspectiva que se cierne en el marco de la investigación y los principios que rigen el ámbito jurídico espacial. Al decir principios jurídicos no quiero que se interprete como un manifiesto complejo de normas ininteligibles, sino más bien son lo más parecido al sentido común de lo que debería de ser nuestro actuar en cualquier circunstancia independientemente del lugar en el que se realice.

En el libro “Crea y Divaga” de Jeff Bezos, el fundador de Amazon reflexiona sobre las razones que lo mueven a invertir en la investigación científica y los motivos para apuntar hacia la colonización espacial.

Sabemos que no hay un lugar con las condiciones para generar vida como en la tierra; todo lo que podemos concebir: personas e ideas han tenido como base este planeta; y que es ahora cuando resulta más latente plantearnos una oportunidad ante la necesidad de generar regresiones relacionadas a la demografía, al uso de energía y otros aspectos necesarios para la condición humana como la conocemos hoy en día.

¿Qué legado le vamos a dejar a nuestros nietos? ¿Una vida con más limitaciones que las que conocemos? o ¿Una vida con más oportunidades sostenibles?

La respuesta de Bezos es contundente y retadora: hay que priorizar y proyectar la existencia de un millón de Mozart y de Einstein alrededor de todo el universo.

Para el 99.99% de la población mundial, todo lo relativo al espacio ultraterrestre es un tema que corresponde a la ciencia ficción y no a las prioridades latentes. Es un tema más para Asimov que para un humilde analista del periódico local.

El 13 de diciembre de 1963, se aprobó por la Asamblea General la resolución 1962 (XVIII), sobre la Declaración de los principios jurídicos que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre y el 19 de diciembre de 1966, mediante la resolución 2222 (XXI) se aprobó el Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes. La carrera espacial ha cambiado de tono y perspectiva y este año una de las noticias positivas fue la exploración de Space X, generando un paradigma sobre la cooperación entre particulares y estados en este ámbito.

Estos principios esencialmente se traducen en lo siguiente: la cooperación entre las naciones es la piedra angular de la exploración espacial; ningún elemento del espacio será objeto de apropiación por nación o individuo; el uso de la fuerza se encuentra proscrito; existirá libertad e igualdad en la exploración sin discriminación alguna; todo astronauta se entenderá como emisario de la humanidad; y, en ese sentido, todos los avances científicos se entenderán para beneficio de ésta.

Al parecer, estos principios los establecemos para todo lo que sea ajeno a la tierra, lejos de donde precisamente se asienta casi la totalidad de la condición y actividad humana.

Al parecer, queremos asentarnos en otras latitudes para generar los mínimos necesarios que aquí no pudimos resolver.

Al parecer, sería conveniente que en este 2021 nos condujéramos como si viajáramos al espacio.

Agradezco a este medio la oportunidad que me brinda para compartirles estas líneas y a todos los lectores por el tiempo invertido en la lectura de las mismas. Uno escribe para deshacer los nudos que nublan su pensamiento y para resolverse compartiendo semana a semana el remanente de ese ejercicio.

Twitter: Petaco10marina

Facebook: Petaco Diez Marina

Instagram: Petaco10marina

Confieso que desde hace un tiempo he venido reflexionando sobre la perspectiva que se cierne en el marco de la investigación y los principios que rigen el ámbito jurídico espacial. Al decir principios jurídicos no quiero que se interprete como un manifiesto complejo de normas ininteligibles, sino más bien son lo más parecido al sentido común de lo que debería de ser nuestro actuar en cualquier circunstancia independientemente del lugar en el que se realice.

En el libro “Crea y Divaga” de Jeff Bezos, el fundador de Amazon reflexiona sobre las razones que lo mueven a invertir en la investigación científica y los motivos para apuntar hacia la colonización espacial.

Sabemos que no hay un lugar con las condiciones para generar vida como en la tierra; todo lo que podemos concebir: personas e ideas han tenido como base este planeta; y que es ahora cuando resulta más latente plantearnos una oportunidad ante la necesidad de generar regresiones relacionadas a la demografía, al uso de energía y otros aspectos necesarios para la condición humana como la conocemos hoy en día.

¿Qué legado le vamos a dejar a nuestros nietos? ¿Una vida con más limitaciones que las que conocemos? o ¿Una vida con más oportunidades sostenibles?

La respuesta de Bezos es contundente y retadora: hay que priorizar y proyectar la existencia de un millón de Mozart y de Einstein alrededor de todo el universo.

Para el 99.99% de la población mundial, todo lo relativo al espacio ultraterrestre es un tema que corresponde a la ciencia ficción y no a las prioridades latentes. Es un tema más para Asimov que para un humilde analista del periódico local.

El 13 de diciembre de 1963, se aprobó por la Asamblea General la resolución 1962 (XVIII), sobre la Declaración de los principios jurídicos que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre y el 19 de diciembre de 1966, mediante la resolución 2222 (XXI) se aprobó el Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes. La carrera espacial ha cambiado de tono y perspectiva y este año una de las noticias positivas fue la exploración de Space X, generando un paradigma sobre la cooperación entre particulares y estados en este ámbito.

Estos principios esencialmente se traducen en lo siguiente: la cooperación entre las naciones es la piedra angular de la exploración espacial; ningún elemento del espacio será objeto de apropiación por nación o individuo; el uso de la fuerza se encuentra proscrito; existirá libertad e igualdad en la exploración sin discriminación alguna; todo astronauta se entenderá como emisario de la humanidad; y, en ese sentido, todos los avances científicos se entenderán para beneficio de ésta.

Al parecer, estos principios los establecemos para todo lo que sea ajeno a la tierra, lejos de donde precisamente se asienta casi la totalidad de la condición y actividad humana.

Al parecer, queremos asentarnos en otras latitudes para generar los mínimos necesarios que aquí no pudimos resolver.

Al parecer, sería conveniente que en este 2021 nos condujéramos como si viajáramos al espacio.

Agradezco a este medio la oportunidad que me brinda para compartirles estas líneas y a todos los lectores por el tiempo invertido en la lectura de las mismas. Uno escribe para deshacer los nudos que nublan su pensamiento y para resolverse compartiendo semana a semana el remanente de ese ejercicio.

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