/ domingo 2 de septiembre de 2018

Aquí Querétaro

Europa está pensando muy seriamente dejar de mantener dos horarios durante el año.

Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea, ha decidido “recomendar” la suspensión de cambios de hora en todo el territorio del viejo mundo después del análisis que su organización realizó a una consulta pública que, muy al estilo lópezobradorista, se realizó entre unos cinco millones de europeos, y donde una inmensa mayoría se decantó por la eliminación del cambio de horario.

La participación ciudadana en esta encuesta ha sido multitudinaria y exitosa, la mayor en la historia de la Unión Europea, y un abrumador ochenta por ciento de los encuestados, en su mayoría alemanes, consideran que les basta y les sobra con un solo horario durante todo el año.

La idea, al parecer y en contra de lo que se podría suponer, es mantener el horario de verano, pues solo en cuatro países, de los veintiocho que conforman la Unión, sostuvieron su intención de que fuera el de invierno el que prevaleciera.

No falta quien asegura que todo este plan de eliminación del cambio horario tiene más visos políticos que científicos o económicos, por aquello de que, hoy por hoy, los votos cuentan mucho más que los posibles beneficios de las medidas, las acciones y las obras. Es decir, que hay quien piensa que en Europa se cuecen las habas al mismo fuego lento que en países como el nuestro.

Lo cierto es que todo parece indicar que el cambio de horario tiene, nunca mejor dicho, las horas contadas.

A mí me surgen, con estas informaciones que nos llegan de allende el Atlántico, varias inquietudes. La primera tiene que ver con nosotros: ¿Cuánto tardaremos, si esta medida se concreta en el viejo mundo, en seguir los pasos de los europeos?

Durante años, desde que se implantó en nuestro país la costumbre de crear un nuevo horario durante la parte central del año, bautizándolo con el nombre de “verano”, se nos ha venido asegurando que la medida tiene como propósito fundamental la de aprovechar las horas de sol y ahorrar energía por la tarde y lo que antes solían ser los primeros momentos de la noche; si un día seguimos los pasos europeos, ¿cuál será la justificación para ello?

Si ese supuesto se diera, cosa nada distante, nos ahorraríamos las molestias del organismo al cambiarle una hora sus costumbres, y volveríamos a vivir como vivíamos antes, sin necesidad de andar cambiando las manecillas del reloj, aunque tras tantos años recorridos con la costumbre, acaso nos costaría regresar a los orígenes lo mismo que nos costó salir de ellos. Eso en el supuesto de que se escogiera el horario de invierno, pues si fuera el novedoso de verano, vaya usted a saber lo que ocurriría con nosotros durante las navidades.

En fin, que ni aprovechamiento de la energía solar, ni acoplamiento a los horarios de otros países, no; todo parece reducirse a los siempre poderosos tentáculos del pulpo de la demagogia, que alcanzan hasta las más refinadas democracias europeas.

ACOTACIÓN AL MARGEN

Por cierto, ¿cuándo considerará el Tribunal Electoral del Estado el horario adecuado para determinar sobre la situación de la elección municipal de Querétaro? A un mes del inicio de la siguiente administración, la decisión de este órgano sigue en suspenso. Y ya viene el horario de invierno.


Europa está pensando muy seriamente dejar de mantener dos horarios durante el año.

Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea, ha decidido “recomendar” la suspensión de cambios de hora en todo el territorio del viejo mundo después del análisis que su organización realizó a una consulta pública que, muy al estilo lópezobradorista, se realizó entre unos cinco millones de europeos, y donde una inmensa mayoría se decantó por la eliminación del cambio de horario.

La participación ciudadana en esta encuesta ha sido multitudinaria y exitosa, la mayor en la historia de la Unión Europea, y un abrumador ochenta por ciento de los encuestados, en su mayoría alemanes, consideran que les basta y les sobra con un solo horario durante todo el año.

La idea, al parecer y en contra de lo que se podría suponer, es mantener el horario de verano, pues solo en cuatro países, de los veintiocho que conforman la Unión, sostuvieron su intención de que fuera el de invierno el que prevaleciera.

No falta quien asegura que todo este plan de eliminación del cambio horario tiene más visos políticos que científicos o económicos, por aquello de que, hoy por hoy, los votos cuentan mucho más que los posibles beneficios de las medidas, las acciones y las obras. Es decir, que hay quien piensa que en Europa se cuecen las habas al mismo fuego lento que en países como el nuestro.

Lo cierto es que todo parece indicar que el cambio de horario tiene, nunca mejor dicho, las horas contadas.

A mí me surgen, con estas informaciones que nos llegan de allende el Atlántico, varias inquietudes. La primera tiene que ver con nosotros: ¿Cuánto tardaremos, si esta medida se concreta en el viejo mundo, en seguir los pasos de los europeos?

Durante años, desde que se implantó en nuestro país la costumbre de crear un nuevo horario durante la parte central del año, bautizándolo con el nombre de “verano”, se nos ha venido asegurando que la medida tiene como propósito fundamental la de aprovechar las horas de sol y ahorrar energía por la tarde y lo que antes solían ser los primeros momentos de la noche; si un día seguimos los pasos europeos, ¿cuál será la justificación para ello?

Si ese supuesto se diera, cosa nada distante, nos ahorraríamos las molestias del organismo al cambiarle una hora sus costumbres, y volveríamos a vivir como vivíamos antes, sin necesidad de andar cambiando las manecillas del reloj, aunque tras tantos años recorridos con la costumbre, acaso nos costaría regresar a los orígenes lo mismo que nos costó salir de ellos. Eso en el supuesto de que se escogiera el horario de invierno, pues si fuera el novedoso de verano, vaya usted a saber lo que ocurriría con nosotros durante las navidades.

En fin, que ni aprovechamiento de la energía solar, ni acoplamiento a los horarios de otros países, no; todo parece reducirse a los siempre poderosos tentáculos del pulpo de la demagogia, que alcanzan hasta las más refinadas democracias europeas.

ACOTACIÓN AL MARGEN

Por cierto, ¿cuándo considerará el Tribunal Electoral del Estado el horario adecuado para determinar sobre la situación de la elección municipal de Querétaro? A un mes del inicio de la siguiente administración, la decisión de este órgano sigue en suspenso. Y ya viene el horario de invierno.