/ domingo 18 de noviembre de 2018

Aquí Querétaro

¿De cuántos brillantes funcionarios públicos nos hemos perdido en este país por ese absurdo nacionalismo tercermundista de exigir, para ciertos puestos, no sólo la nacionalidad mexicana, sino incluso, el haber nacido en estas tierras y no tener una ascendencia directa de un extranjero?

Sí, absurdo y tercermundista, pero hasta hace no demasiados años, los mexicanos de padres extranjeros tenían que renunciar a la nacionalidad de sus ancestros para que pudieran ser reconocidos formalmente sus estudios profesionales. Esto, que pareciera una invención de algún cuento de ficción, era una lamentable verdad.

Y aberraciones similares, quizá no tan extremas, continúan vigentes hasta el día de hoy, pues en este país un hijo de extranjeros no solo no puede ser Presidente de la República, sino tampoco obtener una serie de oportunidades públicas. Para ilustrarlo, tan sólo dos ejemplos: Un hijo de extranjeros no puede ser director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, y un mexicano nacido en el extranjero no puede ser director del Fondo de Cultura Económica.

Es esta última posición la que ha despertado conciencias, comentarios y una campaña en medios digitales, pues para ella, el Presidente Electo ha pre designado al conocido escritor Paco Ignacio Taibo II, quien había hablado ya de cómo encabezaría los esfuerzos editoriales de esa institución, sin descuidar del todo sus ocupaciones como escritor, promotor cultural y activista de izquierda.

Resulta que Paco no sólo es hijo de españoles (el gran Paco Ignacio Taibo I, fue un reconocido escritor y periodista, y doña Maricarmen Mahojo, una mujer de bien ganada fama de anfitriona y espléndida cocinera), sino que incluso él mismo nació en el puerto de Gijón, esa bella población asturiana que mira al Cantábrico y donde el postulado para el FCE organizó por muchos años la llamada “Semana Negra” de literatura de ese mismo color, especialidad en la que tiene una amplia y reconocida trayectoria.

Los comentarios en contra de esta disposición excluyente no se han hecho esperar, principalmente en redes sociales, nada más se dio a conocer públicamente; incluso el mismo Paco (y es evidente que el próximo presidente mexicano) lo desconocían; ni el uno ni el otro, ni los asesores presidenciales (si los hubiese) se habían puesto a leer los ordenamientos jurídicos que le dan forma y vida al Fondo del que ha sido director hasta un ex presidente de la República.

El caso es que hoy las voces claman en contra de esta disposición legal y a favor de Paco Taibo, que, dicho sea de paso, seguramente realizará un muy interesante trabajo en una institución dedicada a algo que el escritor e historiador ha realizado, de manera intensa y comprometida, por muchísimos años. Y digo realizará, y no realizaría, porque seguro estoy que los organismos legislativos no tardarán mucho en aprobar las modificaciones, que una diputada morenista ha llevado ya al Congreso, al ordenamiento absurdo que le impide a un mexicano, así haya nacido fuera de nuestras fronteras, hacerse cargo del Fondo de Cultura Económica.

El problema, desde mi punto de vista, es que aquí, como en otras cosas, lo que se mira es el caso concreto y no el fondo del asunto; lo que se pretende es sostener una decisión presidencial, apoyar a un personaje en particular, y no atacar los ridículos planteamientos nacionalistas que le dieron forma a estas exclusiones. Lo plausible sería que los legisladores, y el próximo presidente, consideraran imprescindible que en nuestro país las leyes no membretaran a algunos como mexicanos de segunda.

Acaso esta sería la oportunidad, llegada tarde, por cierto, de darle una buena revisión a todos esos ordenamientos discriminatorios que, con la simple letra, pretenden asegurar una independencia que, a tantos años vividos, debería estar libre de las ataduras del complejo de inferioridad, de la malsana sensación de inseguridad, que nos aqueja desde la conquista. Porque si todo se reduce a modificar las normas del Fondo de Cultura Económica, nos quedaremos en la superficialidad del capricho, en la epidermis del auténtico problema, y seguiremos viviendo en el absurdo, aún con Paco Taibo como mandamás del FCE.

Insisto: ¿De cuántos brillantes funcionarios públicos nos hemos perdido en este país por ese absurdo nacionalismo tercermundista?

¿De cuántos brillantes funcionarios públicos nos hemos perdido en este país por ese absurdo nacionalismo tercermundista de exigir, para ciertos puestos, no sólo la nacionalidad mexicana, sino incluso, el haber nacido en estas tierras y no tener una ascendencia directa de un extranjero?

Sí, absurdo y tercermundista, pero hasta hace no demasiados años, los mexicanos de padres extranjeros tenían que renunciar a la nacionalidad de sus ancestros para que pudieran ser reconocidos formalmente sus estudios profesionales. Esto, que pareciera una invención de algún cuento de ficción, era una lamentable verdad.

Y aberraciones similares, quizá no tan extremas, continúan vigentes hasta el día de hoy, pues en este país un hijo de extranjeros no solo no puede ser Presidente de la República, sino tampoco obtener una serie de oportunidades públicas. Para ilustrarlo, tan sólo dos ejemplos: Un hijo de extranjeros no puede ser director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, y un mexicano nacido en el extranjero no puede ser director del Fondo de Cultura Económica.

Es esta última posición la que ha despertado conciencias, comentarios y una campaña en medios digitales, pues para ella, el Presidente Electo ha pre designado al conocido escritor Paco Ignacio Taibo II, quien había hablado ya de cómo encabezaría los esfuerzos editoriales de esa institución, sin descuidar del todo sus ocupaciones como escritor, promotor cultural y activista de izquierda.

Resulta que Paco no sólo es hijo de españoles (el gran Paco Ignacio Taibo I, fue un reconocido escritor y periodista, y doña Maricarmen Mahojo, una mujer de bien ganada fama de anfitriona y espléndida cocinera), sino que incluso él mismo nació en el puerto de Gijón, esa bella población asturiana que mira al Cantábrico y donde el postulado para el FCE organizó por muchos años la llamada “Semana Negra” de literatura de ese mismo color, especialidad en la que tiene una amplia y reconocida trayectoria.

Los comentarios en contra de esta disposición excluyente no se han hecho esperar, principalmente en redes sociales, nada más se dio a conocer públicamente; incluso el mismo Paco (y es evidente que el próximo presidente mexicano) lo desconocían; ni el uno ni el otro, ni los asesores presidenciales (si los hubiese) se habían puesto a leer los ordenamientos jurídicos que le dan forma y vida al Fondo del que ha sido director hasta un ex presidente de la República.

El caso es que hoy las voces claman en contra de esta disposición legal y a favor de Paco Taibo, que, dicho sea de paso, seguramente realizará un muy interesante trabajo en una institución dedicada a algo que el escritor e historiador ha realizado, de manera intensa y comprometida, por muchísimos años. Y digo realizará, y no realizaría, porque seguro estoy que los organismos legislativos no tardarán mucho en aprobar las modificaciones, que una diputada morenista ha llevado ya al Congreso, al ordenamiento absurdo que le impide a un mexicano, así haya nacido fuera de nuestras fronteras, hacerse cargo del Fondo de Cultura Económica.

El problema, desde mi punto de vista, es que aquí, como en otras cosas, lo que se mira es el caso concreto y no el fondo del asunto; lo que se pretende es sostener una decisión presidencial, apoyar a un personaje en particular, y no atacar los ridículos planteamientos nacionalistas que le dieron forma a estas exclusiones. Lo plausible sería que los legisladores, y el próximo presidente, consideraran imprescindible que en nuestro país las leyes no membretaran a algunos como mexicanos de segunda.

Acaso esta sería la oportunidad, llegada tarde, por cierto, de darle una buena revisión a todos esos ordenamientos discriminatorios que, con la simple letra, pretenden asegurar una independencia que, a tantos años vividos, debería estar libre de las ataduras del complejo de inferioridad, de la malsana sensación de inseguridad, que nos aqueja desde la conquista. Porque si todo se reduce a modificar las normas del Fondo de Cultura Económica, nos quedaremos en la superficialidad del capricho, en la epidermis del auténtico problema, y seguiremos viviendo en el absurdo, aún con Paco Taibo como mandamás del FCE.

Insisto: ¿De cuántos brillantes funcionarios públicos nos hemos perdido en este país por ese absurdo nacionalismo tercermundista?