/ domingo 19 de junio de 2022

Aquí Querétaro

El vulgo, el dicho popular, la gente del entorno, van nombrando a las cosas según aquello que, a su juicio, las identifica. Y las calles, los nombres de éstas, no eran la excepción, antes de que en el país se homogenizaran y se volvieran el recuerdo constante de los personajes de nuestra historia nacional.

Los nombres de nuestras calles queretanas contaban con el atributo del ingenio, y si bien muchas eran bautizadas de acuerdo al entorno de algún templo, otras muchas lo eran por personajes, acontecimientos y características que las hacían únicas e irrepetibles. Así, por ejemplo, había calles queretanas con tan sugestivos títulos como del Purgatorio de los Perros, de las Malfajadas, o de Sal si puedes, por recordar sólo algunas.

La del Purgatorio de los Perros, hoy llamada Morelos, en su tramo de Ocampo a Ezequiel Montes, recibió ese título porque precisamente en ese lugar existió un terreno baldío hasta donde la policía llevaba a los perros callejeros para, literalmente, quemarlos. La de las Malfajadas, por su parte, que ahora se llama Independencia, en su tramo entre Vergara y Pasteur, recibió tan singular nombre porque, se dice, por ahí vivió una familia de mujeres no precisamente distinguidas por su bien vestir. Y la de Sal si puedes, hoy Reforma entre Pasteur y Río de la Loza, necesariamente adquirió el nombre por lo brusco de su piso.

Otros nombres curiosos adornaron el mapa citadino de Querétaro, como el de la Degollada (Progreso, atrás de La Merced), donde fue degollada una mujer que, posteriormente, salvó milagrosamente la vida; o la céntrica de La Cerbatana (actual andador de Venustiano Carranza), por su estrecha forma, similar a la de ese instrumento musical.

Nombres de calles diversos y raros, como la de los Cinco Señores, la del Serafín, la del Sol Divino, la del Ciego, la del Mezquitito, la de las Ánimas, la de la Costilla, la de los Infantes, la de Cornelio, la de Huaracha, la de la Palma Ancha, o la del Tompeate, le daban color y sabor a cualquier recorrido por nuestras calles.

Para conocer un poco de ellas, de sus casonas y los personajes que las habitaron, resulta imprescindible la lectura de ese clásico que es “Las calles de Querétaro”, de don Valentín Frías, gracias a cuya pluma hoy podemos desentrañar pasajes de nuestra historia y admirarnos de la siempre presta imaginación de quienes nos precedieron en esta ciudad encantadora.

El vulgo, el dicho popular, la gente del entorno, van nombrando a las cosas según aquello que, a su juicio, las identifica. Y las calles, los nombres de éstas, no eran la excepción, antes de que en el país se homogenizaran y se volvieran el recuerdo constante de los personajes de nuestra historia nacional.

Los nombres de nuestras calles queretanas contaban con el atributo del ingenio, y si bien muchas eran bautizadas de acuerdo al entorno de algún templo, otras muchas lo eran por personajes, acontecimientos y características que las hacían únicas e irrepetibles. Así, por ejemplo, había calles queretanas con tan sugestivos títulos como del Purgatorio de los Perros, de las Malfajadas, o de Sal si puedes, por recordar sólo algunas.

La del Purgatorio de los Perros, hoy llamada Morelos, en su tramo de Ocampo a Ezequiel Montes, recibió ese título porque precisamente en ese lugar existió un terreno baldío hasta donde la policía llevaba a los perros callejeros para, literalmente, quemarlos. La de las Malfajadas, por su parte, que ahora se llama Independencia, en su tramo entre Vergara y Pasteur, recibió tan singular nombre porque, se dice, por ahí vivió una familia de mujeres no precisamente distinguidas por su bien vestir. Y la de Sal si puedes, hoy Reforma entre Pasteur y Río de la Loza, necesariamente adquirió el nombre por lo brusco de su piso.

Otros nombres curiosos adornaron el mapa citadino de Querétaro, como el de la Degollada (Progreso, atrás de La Merced), donde fue degollada una mujer que, posteriormente, salvó milagrosamente la vida; o la céntrica de La Cerbatana (actual andador de Venustiano Carranza), por su estrecha forma, similar a la de ese instrumento musical.

Nombres de calles diversos y raros, como la de los Cinco Señores, la del Serafín, la del Sol Divino, la del Ciego, la del Mezquitito, la de las Ánimas, la de la Costilla, la de los Infantes, la de Cornelio, la de Huaracha, la de la Palma Ancha, o la del Tompeate, le daban color y sabor a cualquier recorrido por nuestras calles.

Para conocer un poco de ellas, de sus casonas y los personajes que las habitaron, resulta imprescindible la lectura de ese clásico que es “Las calles de Querétaro”, de don Valentín Frías, gracias a cuya pluma hoy podemos desentrañar pasajes de nuestra historia y admirarnos de la siempre presta imaginación de quienes nos precedieron en esta ciudad encantadora.