/ miércoles 14 de febrero de 2018

Amor como nombre propio

Viajeras De Itaca

Por Lucía Villarreal

 

 

Tus coordenadas y las mías no iban a favorecer el encuentro, seguro corrimos con suerte. Nos hallamos a mitad del camino con mucho equipaje y los bolsillos vacíos. Yo tenía la tarde disponible, tú liberaste la agenda. Conversamos por horas y después de aquella charla cada uno se fue a su casa, pero nada era igual. Nos habíamos elegido.

Me tomaste de la mano y aprendimos a caminar con la misma cadencia. No fue fácil: tu altura no es mi altura y mi ritmo no es tu ritmo, pero con veintitantos años y un cielo de nubes rosas, todo se torna sencillo.

Por mucho tiempo, el camino tuvo un paisaje denso para explorar y dos enamorados que corrían y caminaban a intervalos. El bagaje incomodaba. ¿Te has fijado, Amor? Comenzamos a deshacernos de la carga muy a tiempo.

Las palabras nos unieron desde siempre, como si con ellas saciáramos un hambre primitiva de comunicarnos con el prójimo. Palabras cálidas y directas para compartir, para entender, para construir, para seguir conectados.

Las palabras son todavía hoy nuestro alimento y, sin embargo, ¡cuánto nos decimos sin palabras! Escucho, por ejemplo, que dices “te quiero” cuando me sonríes de cierta forma, si terminas una labor de casa, cuando peinas con tus dedos mi cabello o si, sentados frente al televisor, aterrizas tu mano en la mía sin previo plan de vuelo.

Me gusta cuando dices hola, en qué te ayudo o a dónde quieres ir, y yo oigo que dices “aquí estoy contigo”. También me gusta tu silencio, siempre elocuente, y tu palma en mi espalda cuando llega sin aviso cariñosa y firme. Me gusta que me haces reír, me gusta que me haces pensar, pero sobre todo que me sabes escuchar.

No me acostumbro a verte siempre con prisa, como posiblemente no te acostumbras a mis manías. Gracias por no intentar cambiarme y a la vez estar ahí cuando limo mis puntas de erizo. Algunos tramos del camino ha sido tan fácil amarnos. En otros no lo ha sido y, sin embargo, volvemos a elegirnos cada que la rutina nos ahoga y conseguimos reinventarnos.

Entiendo bien lo que hablas cuando dices que soy tu persona favorita, pues me pasa lo mismo. Elijo tu compañía para estar en calma y también para imprevistos, como cuando hay retraso en un vuelo o se va la luz por horas o nos despierta de madrugada en un hotel la alarma de incendio. Contigo quiero celebrar cuando hay motivo, soñar despierta, envejecer y dar la vuelta a las páginas más negras que hemos (y habremos) de escribir.

Seguimos en este camino tomados de la mano. Tu altura no es mi altura y mi ritmo sigue sin ser tu ritmo. Ya no tenemos veinte ni el cielo tiene nubes rosas y, sin embargo, Amor, todavía nos elegimos.

escribe@luciavillarreal.net

ÚLTIMAS COLUMNAS

jueves 03 de mayo de 2018

Hombres y Mujeres Monarca

Viajeras De Itaca

lunes 30 de abril de 2018

Los Anazasi

Viajeras De Itaca

sábado 28 de abril de 2018

Viajeras de Ítaca - Si no creyera

Viajeras De Itaca

jueves 26 de abril de 2018

Lluvia en tiempo de sequía

Viajeras De Itaca

lunes 23 de abril de 2018

Trío huasteco

Viajeras De Itaca

miércoles 18 de abril de 2018

La otra ayuda

Viajeras De Itaca

viernes 13 de abril de 2018

Un problema compartido es un problema reducido a la mitad

Viajeras De Itaca

miércoles 11 de abril de 2018

“Piropo” para las de veinte

Viajeras De Itaca

viernes 06 de abril de 2018

¿Eres feliz?

Viajeras De Itaca

miércoles 04 de abril de 2018

Domingos de Pascua

Viajeras De Itaca