/ martes 3 de julio de 2018

Diálogo Universitario

Ganamos


La histórica jornada electoral del 2018 quedará marcada por una gran participación ciudadana que acudió a las urnas. La motivación, tanto como la expectación para acudir a emitir el sufragio, fue enorme quitar del poder a un organismo que se consideraba nocivo para la vida política, económica y social del país.

A unas horas de la aplastante victoria electoral, quienes votaron, todavía tienen sus reservas sobre si hicieron lo correcto en su decisión. Otros están totalmente convencidos, y muchos otros se quedaron dentro de un rango de los indecisos que no quisieron ser responsables de la decisión. Aun así, el porcentaje de ciudadanos que acudió a las urnas fue superior a lo que se había observado en registros anteriores.

La gente voto con cierto temor de bordear los límites de una postura que muchos catalogaron como populismo, o estar bajo el miedo de la implantación de un sistema socialista, pero esta situación fue producto más bien de una guerra sucia, o de miedos infundados para poder transformar esta agobiante condición en la que hemos caído irremediablemente debido a un sistema político caduco.

Las profundas transformaciones a nivel mundial sobre formas de convivencia económica y de relaciones internacionales entre naciones, significan grandes sacrificios, pero evitarlas o no incorporarse a esa dinámica, también tiene costos altos. El aislacionismo tanto como el protagonismo a nivel mundial de una nación tiene sus costos.

El Movimiento de Regeneración Nacional, que junto con su representante, López Obrador, ha puesto altas expectativas sobre nuestro futuro inmediato con enormes repercusiones en el mediano y largo plazo. Pero era esto o nada. Era esta gran transformación o seguir con una inercia nociva para el país.

Esta elección también estará marcada como una de las jornadas que fue realizada bajo los influjos de las emociones más que del razonamiento. Sin embargo, lo racional estaba latente en el hartazgo emocional que causaba tanta corrupción galopante que el gobierno permitía, bajo la mirada complaciente y cínica de su mayor representante político que era el PRI. Y tampoco representaba nada una fuerza oportunista constituida por el PAN y el PRD.

Se ha elegido la opción que nos sacara de nuestro estado de confort, y esto lo estaremos experimentando a mediados del próximo periodo sexenal. Sin embargo, este sisma que cambiara muchas instituciones y formas de convivencia nos llevara a pensar que ganamos en todos los aspectos. Esta es la gran apuesta que tenemos como nación en el Siglo XXI.

Ahora viene la verdadera responsabilidad de los ciudadanos en la transformación de estas instituciones que nos rigen, la primera es en la educación, la segunda en la práctica económica, pero ambas estarán basadas en un cambio del sistema de valores. Aquí es donde todos nos pondremos a prueba. Contra la corrupción, contra la desigualdad social, para poder continuar nuestro camino hacia una estabilidad social y empezar a generar un desarrollo incluyente. Esa es la apuesta, ese es nuestro reto. Y desde luego, esa es la alternativa con nuestra naciente democracia.

@manuelbasaldua

Ganamos


La histórica jornada electoral del 2018 quedará marcada por una gran participación ciudadana que acudió a las urnas. La motivación, tanto como la expectación para acudir a emitir el sufragio, fue enorme quitar del poder a un organismo que se consideraba nocivo para la vida política, económica y social del país.

A unas horas de la aplastante victoria electoral, quienes votaron, todavía tienen sus reservas sobre si hicieron lo correcto en su decisión. Otros están totalmente convencidos, y muchos otros se quedaron dentro de un rango de los indecisos que no quisieron ser responsables de la decisión. Aun así, el porcentaje de ciudadanos que acudió a las urnas fue superior a lo que se había observado en registros anteriores.

La gente voto con cierto temor de bordear los límites de una postura que muchos catalogaron como populismo, o estar bajo el miedo de la implantación de un sistema socialista, pero esta situación fue producto más bien de una guerra sucia, o de miedos infundados para poder transformar esta agobiante condición en la que hemos caído irremediablemente debido a un sistema político caduco.

Las profundas transformaciones a nivel mundial sobre formas de convivencia económica y de relaciones internacionales entre naciones, significan grandes sacrificios, pero evitarlas o no incorporarse a esa dinámica, también tiene costos altos. El aislacionismo tanto como el protagonismo a nivel mundial de una nación tiene sus costos.

El Movimiento de Regeneración Nacional, que junto con su representante, López Obrador, ha puesto altas expectativas sobre nuestro futuro inmediato con enormes repercusiones en el mediano y largo plazo. Pero era esto o nada. Era esta gran transformación o seguir con una inercia nociva para el país.

Esta elección también estará marcada como una de las jornadas que fue realizada bajo los influjos de las emociones más que del razonamiento. Sin embargo, lo racional estaba latente en el hartazgo emocional que causaba tanta corrupción galopante que el gobierno permitía, bajo la mirada complaciente y cínica de su mayor representante político que era el PRI. Y tampoco representaba nada una fuerza oportunista constituida por el PAN y el PRD.

Se ha elegido la opción que nos sacara de nuestro estado de confort, y esto lo estaremos experimentando a mediados del próximo periodo sexenal. Sin embargo, este sisma que cambiara muchas instituciones y formas de convivencia nos llevara a pensar que ganamos en todos los aspectos. Esta es la gran apuesta que tenemos como nación en el Siglo XXI.

Ahora viene la verdadera responsabilidad de los ciudadanos en la transformación de estas instituciones que nos rigen, la primera es en la educación, la segunda en la práctica económica, pero ambas estarán basadas en un cambio del sistema de valores. Aquí es donde todos nos pondremos a prueba. Contra la corrupción, contra la desigualdad social, para poder continuar nuestro camino hacia una estabilidad social y empezar a generar un desarrollo incluyente. Esa es la apuesta, ese es nuestro reto. Y desde luego, esa es la alternativa con nuestra naciente democracia.

@manuelbasaldua

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