/ miércoles 25 de julio de 2018

El Bolígrafo

Proteger el conocimiento científico


Los países que basan sus estrategias de crecimiento económico en la generación de conocimiento son, en la actualidad, los países más desarrollados y forman parte de la llamada sociedad del conocimiento; para lograrlo no basta con proponérselo, sino que invierten en ciencia, tecnología e innovación, crean nuevos productos, nuevos procesos, nuevos servicios; pero también de manera muy importante protegen ese conocimientos a través de las patentes, del registro de los diseños industriales, los modelos de utilidad y de las marcas.

En México es cierto que ya existe un reconocimiento expreso acerca de la importancia que tiene la inversión en ciencia y desarrollo para impulsar el crecimiento económico, pero ese reconocimiento todavía no se traduce en mayores presupuestos; eso significa que nos falta un largo trecho por recorrer tanto en términos de la inversión en ciencia y desarrollo, como en la protección de la propiedad intelectual.

Para nadie es un secreto el escaso interés en proteger las invenciones que se realizan en centros de investigación, instituciones de educación superior y empresas, las razones son muy diversas, pero el hecho es que no hemos logrado avanzar en ese terreno. En México se observa un débil comportamiento en la intención de registrar patentes, modelos de utilidad y diseños industriales; los datos que nos proporciona el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) para el periodo enero-marzo de 2018, son preocupantes: los principales titulares de patentes en México por país de origen, mostraron un fuerte desequilibrio en la participación mexicanos/extranjeros, en total las empresas extranjeras presentaron 550 solicitudes de patentes, destacando Estados Unidos con 289 patentes y China con 59 (con dos empresas); en contraparte, México, con cuatro instituciones contabilizó solamente 31 solicitudes, lo que quiere decir que por cada solicitud de patente de mexicanos, hay 17 solicitudes de extranjeros.

Los datos anteriores muestran la necesidad de buscar nuevos caminos para estimular la creatividad de los investigadores y generar sinergias entre las empresas, el ecosistema científico, tecnológico y de innovación y los gobiernos, federal y estatales, para revertir esta tendencia y colocar nuestro crecimiento en una sólida plataforma, donde la creación y aplicación del conocimiento sean los elementos distintivos de un tipo de desarrollo sustentable y de amplios beneficios para toda la población.

En el estado de Querétaro, el Programa Estatal de Ciencia, Tecnología e Innovación 2017-2021 (PECITIQ) establece la importancia de asignarle un lugar prioritario a la ciencia, a la tecnología y a la innovación, para incidir en el desarrollo económico y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población. Es fundamental consolidar la capacidad de innovación en los centros de investigación, en las instituciones de educación superior que realizan investigación y en las empresas con registro ante el CONACYT como empresas que invierten en investigación básica y aplicada.

En mi opinión, tenemos que trabajar para fortalecer la cultura de la protección de la producción científica; hay quefomentar el potencial de la comunidad científica para dirigir el conocimiento hacia la innovación; así como estimular a investigadores, tecnólogos y estudiantes para que contribuyan al impacto productivo y social y que den el paso hacia el registro y protección de trabajo. La capacidad científico-tecnológica y de innovación de los mexicanos debe mostrar toda su fortaleza.

Proteger el conocimiento científico


Los países que basan sus estrategias de crecimiento económico en la generación de conocimiento son, en la actualidad, los países más desarrollados y forman parte de la llamada sociedad del conocimiento; para lograrlo no basta con proponérselo, sino que invierten en ciencia, tecnología e innovación, crean nuevos productos, nuevos procesos, nuevos servicios; pero también de manera muy importante protegen ese conocimientos a través de las patentes, del registro de los diseños industriales, los modelos de utilidad y de las marcas.

En México es cierto que ya existe un reconocimiento expreso acerca de la importancia que tiene la inversión en ciencia y desarrollo para impulsar el crecimiento económico, pero ese reconocimiento todavía no se traduce en mayores presupuestos; eso significa que nos falta un largo trecho por recorrer tanto en términos de la inversión en ciencia y desarrollo, como en la protección de la propiedad intelectual.

Para nadie es un secreto el escaso interés en proteger las invenciones que se realizan en centros de investigación, instituciones de educación superior y empresas, las razones son muy diversas, pero el hecho es que no hemos logrado avanzar en ese terreno. En México se observa un débil comportamiento en la intención de registrar patentes, modelos de utilidad y diseños industriales; los datos que nos proporciona el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) para el periodo enero-marzo de 2018, son preocupantes: los principales titulares de patentes en México por país de origen, mostraron un fuerte desequilibrio en la participación mexicanos/extranjeros, en total las empresas extranjeras presentaron 550 solicitudes de patentes, destacando Estados Unidos con 289 patentes y China con 59 (con dos empresas); en contraparte, México, con cuatro instituciones contabilizó solamente 31 solicitudes, lo que quiere decir que por cada solicitud de patente de mexicanos, hay 17 solicitudes de extranjeros.

Los datos anteriores muestran la necesidad de buscar nuevos caminos para estimular la creatividad de los investigadores y generar sinergias entre las empresas, el ecosistema científico, tecnológico y de innovación y los gobiernos, federal y estatales, para revertir esta tendencia y colocar nuestro crecimiento en una sólida plataforma, donde la creación y aplicación del conocimiento sean los elementos distintivos de un tipo de desarrollo sustentable y de amplios beneficios para toda la población.

En el estado de Querétaro, el Programa Estatal de Ciencia, Tecnología e Innovación 2017-2021 (PECITIQ) establece la importancia de asignarle un lugar prioritario a la ciencia, a la tecnología y a la innovación, para incidir en el desarrollo económico y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población. Es fundamental consolidar la capacidad de innovación en los centros de investigación, en las instituciones de educación superior que realizan investigación y en las empresas con registro ante el CONACYT como empresas que invierten en investigación básica y aplicada.

En mi opinión, tenemos que trabajar para fortalecer la cultura de la protección de la producción científica; hay quefomentar el potencial de la comunidad científica para dirigir el conocimiento hacia la innovación; así como estimular a investigadores, tecnólogos y estudiantes para que contribuyan al impacto productivo y social y que den el paso hacia el registro y protección de trabajo. La capacidad científico-tecnológica y de innovación de los mexicanos debe mostrar toda su fortaleza.

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