/ miércoles 22 de agosto de 2018

El Bolígrafo

Las consultas ciudadanas


En los últimos 10 días, Andrés Manuel López Obrador y su equipo de trabajo han anunciado la realización de dos consultas ciudadanas para resolver temas que consideran esenciales. La primera es sobre la construcción del aeropuerto, mientras que la segunda busca soluciones a la cuestión de la reforma educativa; ambas consultas deberán llevarse a cabo en los próximos tres meses, es decir, antes de que concluya la administración de Peña Nieto. El propósito es que desde el primero de diciembre se tenga certeza respecto a las acciones a seguir.

La consulta es una herramienta mediante la cual la ciudadanía participa en la toma de decisiones sin la mediación de los representantes populares y sin que sean tiempos de elección de gobernantes; las consultas pueden y deben contribuir a legitimar las resoluciones políticas y aseguran una mayor relación de confianza con los gobernantes. En un sentido práctico podemos decir que es un instrumento necesario, importante y útil para la democracia pues permite compartir lo que se va a hacer sobre cuestiones de capital importancia.

El ejemplo paradigmático de los tiempos actuales de este tipo de prácticas es el famoso Brexit, donde los ciudadanos decidieron la no permanencia del Reino Unido en la Unión Europea; el resultado fue muy ajustado, 51.2% a favor de la salida y 48.8% en contra y, por añadidura, es una decisión que, en opinión de los expertos, es de consecuencias todavía impredecibles, pues está dejando nuevos problemas y una situación conflictiva entre partidarios de ambas posturas.

Sin embargo, un instrumento de esta naturaleza contiene aspectos que requieren precisarse si se quiere utilizar como un instrumento eficaz para orientar las políticas públicas nacionales, ya que existe el riesgo de que sea una herramienta de control y manipulación, o bien constituya una forma de engaño para legitimar ciertas iniciativas cuyas decisiones ya están tomadas de antemano. Existe, por ejemplo, un cierto criterio de arbitrariedad sobre las consultas, pues en general son los gobernantes los que tienen la decisión respecto a qué consultar, cómo y cuándo. El segundo problema que identifico en la cuestión de las consultas ciudadanas es si la resolución que se tome por mayoría es la correcta, sea en términos técnicos, económicos y/o sociales. Ambos aspectos, evidentemente, no son de fácil solución ni pueden anticiparse, pero por el bien de la democracia tendrían que integrarse a la agenda nacional para discutir cuales son las mejores formas de relación entre gobierno y ciudadanía.

Por lo pronto, en México el tema de las consultas son parte del debate actual entre la opinión pública; cuestión que los medios impresos, redes sociales se han encargado de difundir con todo tipo de información, no siempre es la correcta, generalmente se difunde de manera incompleta y, desde luego, con los sesgos en función de los intereses que se manejen.

En mi opinión, si la consulta va a ser parte esencial de la forma de gobernar de López Obrador, es indispensable la definición sobre el tipo de asuntos a consultar para que no se convierta en una administración enferma de “consultitis”. Por otro lado, hay varias preguntas que rondan entre la ciudadanía, planteó cuatro que me parecen básicas: ¿es necesaria la consulta sobre la construcción del aeropuerto?; ¿el Tratado de Libre Comercio no amerita una consulta pública?; ¿las decisiones deben ser por mayoría simple o mayoría calificada?; ¿solamente el ejecutivo puede plantear las consultas? Son preguntas en busca de respuestas sin necesidad de consultas populares.

Las consultas ciudadanas


En los últimos 10 días, Andrés Manuel López Obrador y su equipo de trabajo han anunciado la realización de dos consultas ciudadanas para resolver temas que consideran esenciales. La primera es sobre la construcción del aeropuerto, mientras que la segunda busca soluciones a la cuestión de la reforma educativa; ambas consultas deberán llevarse a cabo en los próximos tres meses, es decir, antes de que concluya la administración de Peña Nieto. El propósito es que desde el primero de diciembre se tenga certeza respecto a las acciones a seguir.

La consulta es una herramienta mediante la cual la ciudadanía participa en la toma de decisiones sin la mediación de los representantes populares y sin que sean tiempos de elección de gobernantes; las consultas pueden y deben contribuir a legitimar las resoluciones políticas y aseguran una mayor relación de confianza con los gobernantes. En un sentido práctico podemos decir que es un instrumento necesario, importante y útil para la democracia pues permite compartir lo que se va a hacer sobre cuestiones de capital importancia.

El ejemplo paradigmático de los tiempos actuales de este tipo de prácticas es el famoso Brexit, donde los ciudadanos decidieron la no permanencia del Reino Unido en la Unión Europea; el resultado fue muy ajustado, 51.2% a favor de la salida y 48.8% en contra y, por añadidura, es una decisión que, en opinión de los expertos, es de consecuencias todavía impredecibles, pues está dejando nuevos problemas y una situación conflictiva entre partidarios de ambas posturas.

Sin embargo, un instrumento de esta naturaleza contiene aspectos que requieren precisarse si se quiere utilizar como un instrumento eficaz para orientar las políticas públicas nacionales, ya que existe el riesgo de que sea una herramienta de control y manipulación, o bien constituya una forma de engaño para legitimar ciertas iniciativas cuyas decisiones ya están tomadas de antemano. Existe, por ejemplo, un cierto criterio de arbitrariedad sobre las consultas, pues en general son los gobernantes los que tienen la decisión respecto a qué consultar, cómo y cuándo. El segundo problema que identifico en la cuestión de las consultas ciudadanas es si la resolución que se tome por mayoría es la correcta, sea en términos técnicos, económicos y/o sociales. Ambos aspectos, evidentemente, no son de fácil solución ni pueden anticiparse, pero por el bien de la democracia tendrían que integrarse a la agenda nacional para discutir cuales son las mejores formas de relación entre gobierno y ciudadanía.

Por lo pronto, en México el tema de las consultas son parte del debate actual entre la opinión pública; cuestión que los medios impresos, redes sociales se han encargado de difundir con todo tipo de información, no siempre es la correcta, generalmente se difunde de manera incompleta y, desde luego, con los sesgos en función de los intereses que se manejen.

En mi opinión, si la consulta va a ser parte esencial de la forma de gobernar de López Obrador, es indispensable la definición sobre el tipo de asuntos a consultar para que no se convierta en una administración enferma de “consultitis”. Por otro lado, hay varias preguntas que rondan entre la ciudadanía, planteó cuatro que me parecen básicas: ¿es necesaria la consulta sobre la construcción del aeropuerto?; ¿el Tratado de Libre Comercio no amerita una consulta pública?; ¿las decisiones deben ser por mayoría simple o mayoría calificada?; ¿solamente el ejecutivo puede plantear las consultas? Son preguntas en busca de respuestas sin necesidad de consultas populares.

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