/ miércoles 29 de agosto de 2018

El Bolígrafo

Rafael Segovia Canosa



El pasado 27 de agosto falleció el eminente investigador de El Colegio de México, Rafael Segovia Canosa, de origen español y que llegara a México en 1940 en una de las oleadas de refugiados después de la Guerra Civil Española. Forjador de generaciones de profesionistas e investigadores en el campo de la historia, la política y en estudios internacionales. Agudo analista y crítico del sistema político mexicano, es tal vez, después de Don Daniel Cosío Villegas, el que más aportó al conocimiento de la política mexicana del siglo XX y parte del siglo XXI. Entre sus obras más conocidas destacan “El gran teatro de la política mexicana” y “la política como espectáculo. El sexenio de Vicente Fox”.


Rafael Segovia estudió Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; en 1951 empieza el ejercicio de la docencia y la investigación; en 1962 inicia su brillante trayectoria como profesor investigador del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México, en 1991 es nombrado Maestro Emérito de la Institución. Fiel a su disciplina y pasión por la academia, nunca dejó de impartir cátedra a pesar de sus severos problemas de salud.


Su mirada crítica lo llevó a recorrer la historia del país para conocer las razones de la peculiar forma en que se concibe y aplica la democracia en México. En un pequeño texto escrito en 1986, que lleva por título “la democracia mexicana”, y publicado por la revista Estudios Políticos de la UNAM, Segovia afirma que la idea de democracia que se acuñó durante el siglo XIX tiene sus orígenes en los ideales de la Revolución Francesa, pero que nunca pudo instrumentarse plenamente dada las profundas desigualdades sociales existentes. Ya en el siglo XX y concluida la Revolución Mexicana, llega una nueva clase política que se constituye en el Estado Revolucionario, y un Estado revolucionario, nos dice Rafael Segovia, no suele nacer como un Estado Democrático porque necesita legitimarse y para ello debe separar e incluso alejarse de la legalidad y ejercer el poder sin miramientos.


Con esta nueva clase política, la práctica de la democracia se convierte en su contrario conceptual: se utiliza el formalismo para cualquier circunstancia, pero en los hechos se ejerce un poder autoritario que se concreta en la figura del presidente de la república. De esta manera, a partir de los años 40, ese Estado revolucionario utiliza la democracia solamente para legitimarse, pero se dedica a imponer su control en todos los espacios de la vida pública de los mexicanos y a cualquier costo. En este aspecto, Segovia es especialmente caustico cuando afirma que en México el Estado es, y cito textualmente, “el creador de la clase empresarial, el organizador del movimiento obrero, el impulsor decisivo y casi único de la cultura mexicana”. Poco a poco, el proceso democrático por excelencia, la elección de gobernantes, se convierte en un acto de simulación, en algo así como una democracia otorgada o concedida, menciona Segovia, en el que los ganadores terminan concentrando el poder hasta llegar al presidencialismo extremo.


En mi opinión, el mejor homenaje que podemos rendirle a Don Rafael Segovia es leer su obra y aprender de ella, sus enseñanzas y análisis siguen siendo de gran actualidad e imprescindibles para quienes estamos interesados en conocer el funcionamiento de un sistema político sui-generis, donde la negociación, la búsqueda de consensos, la apertura a todas las ideas, la toma de decisiones y el respeto a la regla democrática varían según los intereses de la clase política.

Rafael Segovia Canosa



El pasado 27 de agosto falleció el eminente investigador de El Colegio de México, Rafael Segovia Canosa, de origen español y que llegara a México en 1940 en una de las oleadas de refugiados después de la Guerra Civil Española. Forjador de generaciones de profesionistas e investigadores en el campo de la historia, la política y en estudios internacionales. Agudo analista y crítico del sistema político mexicano, es tal vez, después de Don Daniel Cosío Villegas, el que más aportó al conocimiento de la política mexicana del siglo XX y parte del siglo XXI. Entre sus obras más conocidas destacan “El gran teatro de la política mexicana” y “la política como espectáculo. El sexenio de Vicente Fox”.


Rafael Segovia estudió Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; en 1951 empieza el ejercicio de la docencia y la investigación; en 1962 inicia su brillante trayectoria como profesor investigador del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México, en 1991 es nombrado Maestro Emérito de la Institución. Fiel a su disciplina y pasión por la academia, nunca dejó de impartir cátedra a pesar de sus severos problemas de salud.


Su mirada crítica lo llevó a recorrer la historia del país para conocer las razones de la peculiar forma en que se concibe y aplica la democracia en México. En un pequeño texto escrito en 1986, que lleva por título “la democracia mexicana”, y publicado por la revista Estudios Políticos de la UNAM, Segovia afirma que la idea de democracia que se acuñó durante el siglo XIX tiene sus orígenes en los ideales de la Revolución Francesa, pero que nunca pudo instrumentarse plenamente dada las profundas desigualdades sociales existentes. Ya en el siglo XX y concluida la Revolución Mexicana, llega una nueva clase política que se constituye en el Estado Revolucionario, y un Estado revolucionario, nos dice Rafael Segovia, no suele nacer como un Estado Democrático porque necesita legitimarse y para ello debe separar e incluso alejarse de la legalidad y ejercer el poder sin miramientos.


Con esta nueva clase política, la práctica de la democracia se convierte en su contrario conceptual: se utiliza el formalismo para cualquier circunstancia, pero en los hechos se ejerce un poder autoritario que se concreta en la figura del presidente de la república. De esta manera, a partir de los años 40, ese Estado revolucionario utiliza la democracia solamente para legitimarse, pero se dedica a imponer su control en todos los espacios de la vida pública de los mexicanos y a cualquier costo. En este aspecto, Segovia es especialmente caustico cuando afirma que en México el Estado es, y cito textualmente, “el creador de la clase empresarial, el organizador del movimiento obrero, el impulsor decisivo y casi único de la cultura mexicana”. Poco a poco, el proceso democrático por excelencia, la elección de gobernantes, se convierte en un acto de simulación, en algo así como una democracia otorgada o concedida, menciona Segovia, en el que los ganadores terminan concentrando el poder hasta llegar al presidencialismo extremo.


En mi opinión, el mejor homenaje que podemos rendirle a Don Rafael Segovia es leer su obra y aprender de ella, sus enseñanzas y análisis siguen siendo de gran actualidad e imprescindibles para quienes estamos interesados en conocer el funcionamiento de un sistema político sui-generis, donde la negociación, la búsqueda de consensos, la apertura a todas las ideas, la toma de decisiones y el respeto a la regla democrática varían según los intereses de la clase política.

ÚLTIMASCOLUMNAS
miércoles 19 de diciembre de 2018

El Bolígrafo - 2018

Raúl Iturralde

miércoles 12 de diciembre de 2018

El Bolígrafo

Raúl Iturralde

miércoles 05 de diciembre de 2018

El Bolígrafo

Raúl Iturralde

miércoles 28 de noviembre de 2018

El Bolígrafo

Raúl Iturralde

miércoles 21 de noviembre de 2018

El Bolígrafo

Raúl Iturralde

miércoles 14 de noviembre de 2018

El Bolígrafo

Raúl Iturralde

miércoles 07 de noviembre de 2018

El Bolígrafo

Raúl Iturralde

miércoles 31 de octubre de 2018

El Bolígrafo

Raúl Iturralde

miércoles 24 de octubre de 2018

El Bolígrafo

Raúl Iturralde

miércoles 17 de octubre de 2018

El Bolígrafo

Raúl Iturralde

Cargar Más